SINOPSIS: Cualquiera puede fabricar drogas con una quimjet, y en Toronto han empezado a administrar una sustancia que permite ver a Dios. Lyda Rose, que convive con su ángel particular desde que tomó una sobredosis del fármaco, abandona el psiquiátrico con un objetivo: sacar la droga de las calles. Dos compañeros la acompañan en la cruzada. ¿Qué podría salir mal? Afterparty es un torbellino narrativo profundamente dickiano que subyuga de la primera a la última página. Y crea adicción.
RESEÑA: Que
las drogas han servido como forma de contacto con la divinidad desde los tiempos más remotos es algo bien conocido. Incluso de forma más reciente los efectos psicotrópicos de compuestos como el LSD fuero la puerta de entrada a experiencias casi religiosas. Con esta idea como principal ingrediente el escritor norteamericano
Daryl Gregory publicó en 2014 su obra
Afterparty, novela que ahora podemos disfrutar en español gracias a la editorial
Gigamesh. Después de haber gozado como un gorrino con otras obras de este autor (como la genial
Vida y milagros de Stony Mayhayll y la recomendable novela corta
Estamos todos de puta madre) tenía muchas ganas de descubrir que salía de la llamativa propuesta del autor de Chicago. Una vez terminada la novela reconozco que
el resultado no resulta tan redondo como las obras ya mencionadas, pero Gregory sigue dejándonos
una lectura con los personajes llamativos a los que nos tiene acostumbrados y algunas ideas sumamente efectivas. Afterparty nos lleva hasta Toronto en un futuro no muy lejano, donde Lyda Rose sale de una institución psiquiátrica después de un ingreso de 8 meses con una idea muy clara: identificar quien está distribuyendo en las calles ‘numinoso’. Gracias a las quimjet cualquiera puede ‘imprimir’ drogas de fabricación casera, y el numinoso es una droga que permite a los que la toman tener una experiencia religiosa tan directa como peligrosa. Y es que las sobredosis o las crisis de abstinencia causados por ella pueden hacer que todos lo que lo tomen pongan en grave riesgo su vida, algo que Lyda está dispuesta a impedir a toda costa.
"Así era la gloriosa revolución de las drogas inteligentes de fabricación casera. Cualquier estudiante de instituto con una quimjet y conexión a internet podía descargar recetas e imprimir drogas de serie limitada. A los más creativos les gustaba experimentar con las recetas y dárselas a probar a sus amigos. La gente se tragaba cuadraditos de papel a todas horas sin saber qué estaba llevándose a la boca."
La protagonista de la novela se embarca así en una cruzada personal para detener la distribución de una droga que ella mejor que nadie sabe que no tendría que estar a disposición del público. Y es que hace años Lyda sufrió una sobredosis de numinoso y desde entonces la acompaña su ‘ángel’ particular, una figura que solo ella ve o escucha pero que le sirve de extraño Pepito Grillo alucinógeno. Sin duda este personaje angélico, la doctora Gloria o doctora G., se convierte en uno de los más divertidos de la novela gracias a sus conversaciones privadas con Lyda, aportando numerosos comentarios irónicos o de humor negro, además de serle de ayuda inestimable para su propia supervivencia a lo largo de su peligrosa aventura.
Igual de llamativos resultan los otros aliados de Lyda en su caza del numinoso: desde Bobby, un chico convencido que su conciencia reside en un pequeño baúl de juguete, hasta Ollie, una psicótica paranoica cuyo destino está entrelazado con el de Lyda desde que ambas se conocieron en el psiquiátrico o Rovil, una figura clave en el misterioso pasado de la protagonista. También se puede destacar el papel de Vinnie (o el Vincent, según el momento en que esté este extraño personaje), un brutal asesino que al final queda bastante desaprovechado en la novela o Sasha, una particular niña de 8 años con un mundo interior tan rico como interesante.
"Las experiencias personales son las pruebas más cutres que existen, chaval. Si algo he aprendido es que el cerebro es un embustero de la hostia."
Con Lyda y sus extraños escuderos nos metemos en una trama donde se mezclan enfermedades mentales, drogas inteligentes, dioses particulares, traficantes despiadados, extrañas congragaciones religiosas o asesinos implacables. Todos ellos se pasean por la trama de Afterparty que aunque se inicia de una forma potente y con una idea sumamente interesante acaba desinflándose mientras avanza hacia su conclusión. Gregrory baña toda la historia con su particular humor y situaciones que se mueven en la tragicomedia, pero no logra mantener el mismo nivel de interés de su primer tramo. También parecen desaprovechados algunos personajes cuya presentación resulta más que interesante, como el despiadado asesino Vincent o la joven Sasha, que merecían un mayor papel en el desarrollo de la trama.
En cambio el pasado de Lyda Rose si que tendrá un mayor peso en toda historia, algo que Gregory nos irá desvelando poco a poco, así como su relación con el ‘numinoso’ o NEM-110. Así podremos comprender mejor tanto su situación actual como las razones últimas de su implacable cruzada contra esta peligrosa droga. Todo ello también le permite a Gregory reflexionar sobre temas tan diversos como la libertad individual, la empatía o las enfermedades mentales.
Afterparty ofrece así u
na original propuesta que finalmente no resulta tan redonda como otras obras del autor de Chicago, pero que nos presenta algunos personajes más que llamativos y que sigue manteniendo la particular visión llena de humor e ironía con la que Gregory suele regar sus novelas (algo que para mi gusto logra con mucho más éxito en la maravillosa
Vida y milagros de Stony Mayhall o en la premiada
Estamos todos de puta madre).
EN CONCLUSIÓN: En Aferparty Daryl Gregory imagina un futuro no muy lejano donde la química nos permite acercarnos a Dios de una forma tan directa y peligroso como con un colocón de drogas. Lyda Rose sale del psiquiátrico con la idea de dar caza a los distribuidores del NEM-110, un peligroso compuesto que no debería estar en las calles. Acompañada de enfermos mentales, traficantes de drogas, iluminados religiosos o asesinos, moviéndose al borde de la legalidad y tratando de mantener a rayas sus propios fantasmas (del pasado o de su mente), la protagonista tratará de hacer lo correcto para corregir las equivocaciones cometidas por un grupo de osados jóvenes. Enfermedad mental y el contacto con la divinidad se convierten en dos caras de una misma moneda en una alocada cruzada anti-drogas en un mundo donde el camino más fácil a la felicidad y la empatía viene a través de una sobredosis. Con toques de humor e ironía, Gregory construye una historia que aunque se inicia de forma más que interesante y prometedora se desinfla un poco conforme se acerca a su desenlace, pero que aún así nos deja algunos momentos bastantes alocados o dramáticos, y una colección de personajes interesantes y disfrutables.
VALORACIÓN
FICHA
Afterparty
Daryl Gregory
Gigamesh
Traducción de Carlos Abreu
Tapa dura, 478 páginas
26 euros (en ebook por 6,50 euros)
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