La fantasía épica siempre ha estado apegada a las gestas del acero, al canto de las espadas y el heroísmo en el campo de batalla. Desde sus orígenes, la violencia sublimada a través de la narración de la épica nos ha sumergido en aventuras heroicas repletas de guerreros en busca de la gloria y la fama.
Por eso no resulta sorprendente que uno de los pueblos más guerreros de la historia haya dejado sentir su huella en los grandes autores del género. Desde padres de la fantasía heroica como son Robert E. Howard o J. R. R. Tolkien, hasta escritores mucho más cercanos en el tiempo a nosotros, son numerosos los creadores que han tomado el valor, la bravuconería y el coraje de los pueblos vikingos como combustible e inspiración para sus narraciones fantásticas.
Por eso no resulta sorprendente que uno de los pueblos más guerreros de la historia haya dejado sentir su huella en los grandes autores del género. Desde padres de la fantasía heroica como son Robert E. Howard o J. R. R. Tolkien, hasta escritores mucho más cercanos en el tiempo a nosotros, son numerosos los creadores que han tomado el valor, la bravuconería y el coraje de los pueblos vikingos como combustible e inspiración para sus narraciones fantásticas.
Más que la historicidad de estos guerreros europeos medievales, la fantasía se ha nutrido de su espíritu combativo frente a todo tipo de adversidades, de su inquebrantable fiereza, su heroísmo en las situaciones más desesperadas o, sencillamente, su violencia salvaje y bárbara.
Imagen de AdamMalycha (Pixebay). |