La novela secuela de Malaz está cada vez más cerca de su conclusión y podemos dar por casi seguro que se publicará en inglés este mismo año. Eso es lo que podemos calcular después de que el propio Steven Erikson nos haya mostrado una nueva cita de inicio de un capítulo de The God is not Willing y nos haya aclarado lo que le resta para concluir su nuevo libro.
En los últimos tres meses el ritmo de escritura de esta nueva novela malazana, ambientada alrededor de un quinquenio después de los sucesos El Dios Tullido, se ha acelerado de una forma muy prometedora. No en vano Erikson nos ha ido mostrado las citas que inician el capítulo 16, capítulo 17, capítulo 18 y capítulo 19 (los podéis leer traducidos clickando en los enlaces). Ahora en su cuenta de facebook nos trae la cita que inicia el capítulo 20 (que tenéis traducida más abajo) y la acompaña de una frase muy prometedora que nos aclara que cerca está ya de concluirla:
En los últimos tres meses el ritmo de escritura de esta nueva novela malazana, ambientada alrededor de un quinquenio después de los sucesos El Dios Tullido, se ha acelerado de una forma muy prometedora. No en vano Erikson nos ha ido mostrado las citas que inician el capítulo 16, capítulo 17, capítulo 18 y capítulo 19 (los podéis leer traducidos clickando en los enlaces). Ahora en su cuenta de facebook nos trae la cita que inicia el capítulo 20 (que tenéis traducida más abajo) y la acompaña de una frase muy prometedora que nos aclara que cerca está ya de concluirla:
"En el caso de que todos se lo pregunten, habrá veintidós capítulos más un epílogo en esta novela."Este número de capítulos es algo más corto de lo habitual en las novelas malazanas (que se mueven entre los 24-26 capítulos), pero también significa que Erikson está a solo dos capítulos y un epílogo de finalizar la novela secuela de Malaz, el Libro de los Caídos. Con este ritmo de escritura podemos suponer que The God is not Willing estará listo para su publicación en inglés antes de que concluya este mismo año, aunque todavía habrá que esperar el anuncio oficial de Erikson y la editorial para poder lanzar las campanas al vuelo. Con la dedicación del autor canadiense todo indica que no tardaremos en tener esa buena noticia para todos los aficionados del mundo malazano.
Capítulo 20
Una rama sobresalía por encima de un muro de piedra. Su fruto era habitualmente agrio y desagradable. A pesar de esto, el ofendido dueño del terreno insistió en que la fruta que cayó de esta rama le pertenecía, mientras que el propietario en cuya propiedad estaba el resto del árbol, que usó su fruta para hacer un vino bastante delicioso, respondió que, si el hombre reclamaba el fruto de esa rama en particular, debía pagarlo. Como era una cuestión de principios, el detalle de que el propietario del terreno de la rama infractora generalmente dejaba la fruta en el suelo, donde se pudría, puede considerarse irrelevante.
La disputa se intensificó. Se dañó la propiedad, se puso en duda las reputaciones, se lanzaron maldiciones elaboradas y sangrientas, se invocaron espíritus indiscriminados y, finalmente, se perdieron vidas. Cuando finalmente el caso llegó ante el magistrado regional, la lista de cargos y descargos requirió un día entero para enumerarlos.
La cuestión estaba en la circunstancia inicial que apelaba a dos leyes malazanas concurrentes, una relacionada con la propiedad y la otra con el valor de los bienes. Así pues, los argumentos de base expuestos por los dueños pertinentes se referían a la violación de la propiedad frente a la destrucción voluntaria de la propiedad (a saber, la fruta dejada pudrir).
El magistrado era nuevo en la región. Como tal, no era miembro de la comunidad y no tenía vínculos familiares o comerciales en el área. Inicialmente, esto se consideró ventajoso en términos de una justa decisión que se ciñera estrictamente a las leyes en cuestión.
Fue bastante inesperado, por lo tanto, que ordenara que el árbol y las dos fincas se quemaran hasta los cimientos, se esparciera sal sobre el terreno y que las familias de ambas partes fueran expulsadas de la región.
La disputa se intensificó. Se dañó la propiedad, se puso en duda las reputaciones, se lanzaron maldiciones elaboradas y sangrientas, se invocaron espíritus indiscriminados y, finalmente, se perdieron vidas. Cuando finalmente el caso llegó ante el magistrado regional, la lista de cargos y descargos requirió un día entero para enumerarlos.
La cuestión estaba en la circunstancia inicial que apelaba a dos leyes malazanas concurrentes, una relacionada con la propiedad y la otra con el valor de los bienes. Así pues, los argumentos de base expuestos por los dueños pertinentes se referían a la violación de la propiedad frente a la destrucción voluntaria de la propiedad (a saber, la fruta dejada pudrir).
El magistrado era nuevo en la región. Como tal, no era miembro de la comunidad y no tenía vínculos familiares o comerciales en el área. Inicialmente, esto se consideró ventajoso en términos de una justa decisión que se ciñera estrictamente a las leyes en cuestión.
Fue bastante inesperado, por lo tanto, que ordenara que el árbol y las dos fincas se quemaran hasta los cimientos, se esparciera sal sobre el terreno y que las familias de ambas partes fueran expulsadas de la región.
Al justificar la decisión, se le citó de la siguiente manera: "El mundo está lleno de pequeños bastardos mezquinos y en este caso fue simplemente desafortunado que vivieran el uno junto al otro. Ahora ya no".
Jurisprudencia, litigios y derecho penal en tiempos de la reforma de Mallick
(Memorias del magistrado Ilgish el Incendiario).
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