La novela secuela de Malaz está a punto de alcanzar su conclusión. Después de que Steven Erikson iniciara la escritura de The God is not Willing a comienzos de 2018, al autor canadiense ya solo le resta terminar el epílogo para dar por cerrado el primero borrador completo de la novela que iniciará su nueva trilogía secuela. Esta nueva obra estará ambientada cerca de unos cinco años después de los sucesos de El Dios Tullido, y nos llevará de vuelta con uno de los personajes más carismáticos del Libro de los Caídos.
[Aprovecho para recordaros que ya tenemos la fecha aproximada en la que se publicará en español El Dios Tullido (la décima y última entrega de Malaz el Libro de los Caídos). Tenéis los detalles en esta entrada.]
En los últimos meses el ritmo de escritura de esta novela secuela se había ido acelerando mucho, y así Erikson nos ha ido mostrando las citas que abren los capítulos finales de The God is not Willing. En el blog tenéis traducidos los inicios del capítulo 16, capítulo 17, capítulo 18, capítulo 19, capítulo 20 y capítulo 21. Ahora el escritor acaba de publicar la cita que abre el capítulo final de la novela, que podéis leer más abajo traducida y que no contiene ningún spoiler.
El próximo anuncio de Erikson debería ser para confirmar la finalización de The God is not Willing... y esperemos que también nos indique una fecha aproximada para su publicación en inglés (que la lógica indica que debería ser antes del final de año).
El próximo anuncio de Erikson debería ser para confirmar la finalización de The God is not Willing... y esperemos que también nos indique una fecha aproximada para su publicación en inglés (que la lógica indica que debería ser antes del final de año).
Capítulo 22
Es una presunción necesaria creer que las cosas no pueden cambiar más allá de todo reconocimiento. Saludar el día que llega como si fuera una sombra proyectada por el día que acaba de terminar, así es cómo formamos los eslabones de la cadena de lo que llamamos nuestras vidas.
Pero es en el momento en que el mundo muestra una nueva cara, cuando la cadena se retuerce, se dobla y se enlaza, cuando la lluvia se convierte en fuego, el agua en piedra, la tierra en mar, que debemos reconocer la verdad más desagradable.
La continuidad es una ilusión. Fuerzas invisibles trabajan para sus propios fines. En ese día, entonces, fui uno entre muchos, presenciando a mi nación desgarrada por un choque de mundos. Los vecinos tomaron la forma de demonios. Los maridos se tornaron tiranos, los niños en víctimas mudas a quienes se despojó de toda esperanza, las esposas y madres se pararon como islas en el mar tormentoso, y las olas se alzaron aún más altas.
El cambio no fue una calamidad natural, aunque pronto llegarían. La muerte en cuestión, precipitando el fin de toda razón, fue un suceso que apenas se notó.
Pero es en el momento en que el mundo muestra una nueva cara, cuando la cadena se retuerce, se dobla y se enlaza, cuando la lluvia se convierte en fuego, el agua en piedra, la tierra en mar, que debemos reconocer la verdad más desagradable.
La continuidad es una ilusión. Fuerzas invisibles trabajan para sus propios fines. En ese día, entonces, fui uno entre muchos, presenciando a mi nación desgarrada por un choque de mundos. Los vecinos tomaron la forma de demonios. Los maridos se tornaron tiranos, los niños en víctimas mudas a quienes se despojó de toda esperanza, las esposas y madres se pararon como islas en el mar tormentoso, y las olas se alzaron aún más altas.
El cambio no fue una calamidad natural, aunque pronto llegarían. La muerte en cuestión, precipitando el fin de toda razón, fue un suceso que apenas se notó.
Una nación depende de sus creencias, la piedra angular de los mitos en los que se inculcó todo tipo de fe. El cínico es el asesino de los mitos, implacable ante todo discurso para no afectar la veracidad de las cosas honestas. Éste vive únicamente en el presente, el incrédulo del futuro, el negador del pasado. Muertos están los ojos destructores, vacías las amargas palabras, el puño implacable en los rostros de todos los que sufren.
El cínico es tanto el atormentador como el atormentado. En medio de los cuerpos amontonados no encontrarás ninguna señal que los anuncie, nada que te diga que el primer mundo destruido fue el de cada uno de ellos. Todo lo que siguió después fue una concatenación de pérdida y desesperación que condujo al amargo deseo de expulsar las semillas viciadas nacidas dentro.
Por desgracia, el mundo cambiado que forjaron no perdonó a ninguno.
Preludio al levantamiento
Una historia de colapso
Syrin ben Illant
Prólogo traducido de The God is Not Willing, el inicio de la trilogía secuela de #Malaz de @erikson_steven— Caballero del Árbol Sonriente Blog (@arbolsonriente) April 6, 2019
"Antes del agua, debe haber fuego." https://t.co/sn01jcKJB8 pic.twitter.com/5Gvz69AOFi
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