SINOPSIS: “Todo hombre sabio teme tres cosas: una
tormenta en el mar, las noches sin luna y la cólera de un hombre bueno.”
Comienza el segundo día de la historia del Asesino
de Reyes, y Kvothe -héroe y villano de miles de historias que circulan entre la
gente- retoma su narración en el punto donde la dejó al final de El nombre del
viento: en la Universidad. De allí deberá partir en busca del nombre del viento
y de fortuna, en pos de esas historias escondidas en libros polvorientos o que
se relatan junto a una hoguera en el camino o en una taberna, y que cada vez le
acercan más al día en que podrá vengarse de los Chandrian.
RESEÑA: Esta claro que Patrick Rothfuss no es una
persona que se quede sin palabras fácilmente, y como prueba de ello tenemos las
casi 1.200 páginas de El temor de un hombre sabio, la segunda (y por momentos
temí que inacabable) parte de la Crónica del Asesino de Reyes. Cierto que el
libro tiene un estilo fácil a la vez que cuidado, que Rothfuss logra
descripciones muy buenas de personajes y situaciones, pero también es verdad
que su capacidad para alargar más de la cuenta las tramas empieza a ser
preocupante. Y sin embargo… sin embargo Rothfuss consigue que vayas pasando
página tras página, que te enganches a la historia porque la narración de
Kvothe te atrapa y quieres saber que es lo siguiente que ocurre.
El temor de un hombre sabio comienza exactamente
donde terminó la primera parte. Asistimos al segundo día de la narración de
Kvothe a Cronista, con Bast como único testigo, interrumpidos de vez en cuando
por los parroquianos que visitan la taberna de Kote (momentos donde se sigue
demostrando la maestría del Edena Ruh de pelo rojo para interpretar el papel
que desee y engañar a sus vecinos).

Debo reconocer que la primera parte de la novela es
la que más me ha gustado y en la que avancé con mayor facilidad, con Kvothe de
nuevo en la Universidad. Y eso a pesar de que es más de lo mismo del primer
libro: el día a día de los estudios con los diversos profesores, los problemas
para pagar la matrícula (parece que es el mismísimo ministro Wert el rector de
esta Universidad, pero no creo que Rothfuss conozca a tan siniestro personaje
de la fauna española), los lentos avances en el arte de la nominación bajo la
tutela del desquiciado Elodin, el enfrentamiento con el insufrible noble
Ambrose Anso y los (aún más lentos) avances de Kvothe en su relación con la
siempre esquiva Denna.
La extensión de la novela podría haberse reducido
bastante resumiendo algunos tramos de la misma y creo que la historia apenas se
hubiera resentido, sino al contrario sería mucho más rápida ahorrándole al
lector algunos tramos bastante lentos. Hasta el momento del primer
enfrentamiento de Kvothe con Ambrose todo sigue un ritmo bastante tranquilo,
pero esta parte de la historia con la vida de Kvothe en grave riesgo resulta
muy entretenida, además de demostrar el terrible poder que posee Devi (que
hasta ahora me había parecido una chica de lo más tranquila, pero que sin duda
habrá que tener en cuenta de cara al final de la trilogía).
Después de eso, el libro parece convertirse en un
continuo cambio de rumbo que no me acabó de gustar. Kvothe se marcha de la
Universidad para que se olviden de él durante un semestre, se pone al servicio
de uno de los nobles más ricos de Vintas, Alveron (un tipo de lo más
desquiciante, con su orgullo y su incapacidad para reconocer los grandes
servicios que le presta Kvothe). Después de que le salve la vida y le consiga a
la mujer con la que quiere casarse, Alveron se deshace de Kvothe enviándole a
capturar y matar a un grupo de bandidos que se esconde en el Eld (una zona
boscosa y agreste de lo más peligrosa).
Aquí la historia volvió a atraparme, con Kvothe y
sus compañeros mercenarios buscando a los bandidos e ideando un plan que los
ayude a acabar con la amenaza que suponen para Vintas (más en concreto para los
recaudadores de impuestos). La forma en que el joven Kvothe acaba el solo con
los veinte bandidos puede ser la mejor parte de los dos libros de Rothfuss por
ahora, demostrando por fin las terribles habilidades del que quizá sea un nuevo
Taborlin el Grande. No en vano, Kvothe llama al rayo y este le hace el trabajo
sucio, como en cualquier buen relato de los Cuatro Rincones de la civilización.
Y de nuevo vuelve el cambio de rumbo, como si
Rothfuss no estuviera muy seguro de cómo seguir la historia (o eso me parece,
impresión que crecía en mí mientras leía el largo y casi inacabable fragmento
de la novela dedicado a la desaparición de Kvothe secuestrado por el hada
ninfómana, Felurian). Kvothe acompaña a Tempi, el mercenario adem, a su tierra
y allí se adiestra en las artes de combate de su pueblo (un estilo de lucha
casi oriental con su correspondiente código de conducta). De nuevo la novela se
enfanga, volviéndose por ratos repetitiva, hasta que Kvothe regresa finalmente
a la Universidad, eso sí con una última visita al desagradecido conde Alveron.
Mientras todo esto ocurre Kvothe apenas aprende
algo sobre sus enemigos (los Chandrian) y sigue sin saber nada nuevo de los
Amir, los únicos que podrían ayudarle. El final no es nada del otro mundo. Si
en El nombre del viento, Rothfuss desarrolló un clímax final interesante que
perdía su efecto por ser demasiado largo, en El temor de un hombre sabio
directamente no hay clímax final. Kvothe se reencuentra con sus amigos,
soluciona sus problemas monetarios gracias a la generosidad de Alveron, vuelve
a reconciliarse con Denna… y eso es todo.
Se dice que existe un tipo de lector para cada
novela, y creo que no soy el lector que busca Rothfuss. Sin embargo es
indudable que su prosa es cuidada y que atrapa a bastante gente si vemos lo que
se dice de sus novelas por la red. Eso no quita que en cuanto publique la última
parte de la trilogía, titulada por ahora Las puertas de piedra y casi
terminada, me haga con ella para conocer el final de la historia de Kvothe, el
Asesino de Reyes. Aunque sea por simple curiosidad.