ANALIZANDO EL MAPA ORIGINAL DE MALAZ
por Daniel Garrido
MAPAS ANTES QUE NOVELAS
Si algo tenemos claro del amplio universo literario de Malaz es que nunca quiere poner nada fácil a sus lectores. El desafío constante, tanto en la propuesta narrativa como en el desarrollo de sus distintas tramas, hace que los lectores tengamos que hacer un esfuerzo extra para ir uniendo pistas o establecer conexiones que se explican de forma muy sutil, excesivamente opaca o nebulosa. Es sin duda gran parte de su atractivo y de lo que hace que, conforme se vaya avanzando en el camino de la historia conjunta creada por Steve Erikson e Ian C. Esslemont, la recompensa que recibe el lector sea todavía mayor y más satisfactoria.
Pero su desafío no se limita a la narrativa de las propias novelas, porque otro elemento que juega al despiste con nosotros desde el inicio es la misma forma del mundo de Malaz. Los lectores habituados a la fantasía sabemos bien que un buen mapa siempre ayuda a completar lo que se nos va contando y facilita situarnos en la historia en la que quiere implicarnos; quizá por eso mismo, el mundo de Malaz no tiene publicado un mapa oficial del mundo completo.
Nada es casualidad en Malaz, pero es verdad que muchas veces la sensación de desconcierto no viene promovidca por los propios creadores. Como Erikson ha reconocido, cuando la editorial la pidió los mapas que deberían acompañar Los jardines de la luna el autor canadiense entregó tres: de Genabackis, de Quon Tali y de la ciudad de Darujhistan. Sin embargo, parece que por motivos económicos la editorial acabó descartando uno (Quon Tali), lo que finalmente redundó en el desconcierto de los lectores porque estos no podían situar lugares importantes de la primera novela como Isla Malaz, Unta o Itko Kan. Como podéis comprobar, en este caso el autor no tuvo la culpa.
En cualquier caso el misterio del mundo entero si que es algo que los dos creadores de Malaz fueron perpetuando a lo largo de las publicaciones de sus respectivas sagas. Y es que ese mismo lugar al que Erikson y Esslemont dieron existencia para jugar sus partidas de rol (como os expliqué al hablaros de las raíces roleras del universo) ni siquiera tiene nombre oficial: cuando ambos escritores tienen que referirse al mundo donde transcurren sus novelas utilizan el término burlón de Wu. Pues bien, durante la creación de este mundo de Wu para sus partidas roleras ambos amigos canadienses fueron dibujando multitud de mapas y planos de sus diversas partes continentales y de distintas regiones y, por supuesto, entonces también perfilaron uno que englobara la totalidad de este mundo.
Lo que resulta llamativo es que nunca hayan sentido la necesidad de incluirlo en ninguna de las obras que han llegado a nosotros. Cada nueva novela de Malaz el Libro de los Caídos, Malaz el Imperio, la trilogía de Kharkanas, Path to Ascendancy o la tetralogía de los Testigos han ido incluyendo nuevos mapas parciales de sus distintos continentes, y aunque sabemos como se sitúan la mayoría de ellos en relación al resto nunca hemos tenido la oportunidad de verlos encajar todos juntos en un gran puzle mundial.