SINOPSIS: Hay secretos que hemos guardado mucho tiempo. Vigilantes. Insomnes. Eternos. Y pronto dejarán de ser nuestros.
La Una que es Tres busca, sin saberlo, el alma capturada. El spren aprisionado, olvidado hace mucho tiempo. ¿Puede liberar su propia alma a tiempo de hallar el conocimiento que condena a todos los pueblos de Roshar?
El Soldado Caído acaricia y ama la lanza, incluso mientras el arma hiende su propia carne. Camina siempre hacia delante, siempre hacia la oscuridad, sin luz. No puede llevar consigo a nadie, salvo aquello que él mismo puede avivar.
La Hermana Derrumbada comprende sus errores y piensa que ella misma es un error. Parece muy alejada de sus antepasados, pero no comprende que son quienes la llevan a hombros. Hacia la victoria, y hacia ese silencio, el más importante de todos.
Y la Madre de Máquinas, la más crucial de todos ellos, danza con mentirosos en un gran baile. Debe desenmascararlos, alcanzar sus verdades ocultas y entregarlas al mundo. Tiene que reconocer que las peores mentiras son las que se cuenta a sí misma.
Si lo hace, nuestros secretos por fin se convertirán en verdades.
RESEÑA: La saga del Archivo de las Tormentas promete ser la obra más ambiciosa de Brandon Sanderon y es algo que el autor de Nebraska ha logrado demostrar en las cuatro entregas publicadas hasta el momento. A un solo libro de cerrar el que será su primer arco argumental (ya que la decalogía se dividirá en dos arcos principales de cinco novelas), se puede alabar el impresionante mundo construido, las conexiones con el universo más amplio del Cosmere y algunos de los momentos épicos o emocionales que mantienen en vilo al lector amante de la fantasía.
Pero también es verdad que, especialmente durante los últimos dos entregas, su saga ha empezado a adolecer de una exceso de 'paguinitis' que también lastra el desarrollo de la misma, ahogando al lector en tramas que se estiran demasiado. Y es que tanto Juramentada como este El ritmo de la guerra de que hoy os hablaré me dejan la sensación de que con muchas menos páginas el autor podría habernos contado lo mismo (o incluso más) pero de una forma mucho más ágil y dinámica.
Pero vayamos al grano (o al rocabrote, que parece más adecuado). El ritmo de la guerra se inicia alrededor de un año después de los sucesos de Juramentada, un tiempo durante el cual los reinos humanos unidos en la coalición de Dalinar Kholin se han enfrentado en dura pugna contra las fuerzas de Odium. Todos los protagonistas principales han tenido que adaptarse a este tiempo bélico, llevando sus habilidades y fuerzas hasta el límite, lo que empieza a pasar factura de distinta forma a personajes como Kaladin, Shallan, Dalinar, Jasnah o Navani. Este tiempo también ha servido para el desarrollo de nuevas tecnologías y el descubrimiento de distintas habilidades que podrían servir para poner fin a la guerra,
Una vez más Sanderson apuesta por una novela coral, donde tienen un mayor peso que en las entregas anteriores personajes como la erudita Navani o la parshendi Venli. Aunque tanto Kaladin, Shallan o Adolin son los puntos de vista con más capítulos, reducen algo su importancia respecto a las novelas anteriores de la saga. En la novela también se hace gran hincapié en las distintas heridas psicológicas que portan los personajes, explorando facetas en las que no se suele ahondar mucho en la fantasía épica; así seremos testigos del estrés postraumático de Kaladin por culpa del estado de combate perpetuo en el que vive y su reiterada incapacidad de aceptar las pérdidas; o la paranoia creciente de Shallan tratando de mantenerse a flote entre sus múltiples personalidades.
Un gran punto a favor de esta cuarta entrega de la saga es que Sanderson ahonda más en las dos caras del conflicto, mostrándonos el punto de vista de los miembros de las fuerzas de Odium. No solo gracias al importante papel de la trama protagonizada por Venli, la 'última de los parshendi' (aunque sus numerosos capítulos de flashback finalmente tampoco aportan mucho más de lo que ya sabíamos anteriormente sobre lo que había ocurrido durante su exilio en las Llanuras Quebradas) sino también al mostrarnos más de cerca y con más detalle el mundo de los fusionados más importantes. Así los supuestos 'malos' de la historia se vuelven mucho más reales al mostrarnos sus diferentes facetas, alejándolos de los meros villanos de cartón piedra solo guiados por los deseos de destruir y masacrar, y cuyo destino es caer a manos de los 'héroes'.
Asimismo el papel más destacado en la trama de Navani le permite a Sanderson indagar en los secretos mágicos y tecnológicos de Roshar. Creando una extraña relación entre dos eruditas que desarrollan su particular síndrome de Estocolmo, el autor va desentrañando algunos de los secretos que guarda la luz tormentosa y otros derivados, así como su importancia vital para acabar de una vez por todas con el conflicto que consume Roshar. Y sí, Sanderson sigue demostrando que tiene pensados los detalles mágico-tecnológicos de sus mundos hasta el mínimo detalle, pero cuando se pone a desarrollarlos de forma tan técnica, metiéndonos en lo que por momentos se convierte en un clase de matemáticas, física o tecnología roshariana, se pierde la magia del puro asombro.
Con todos estos elementos Sanderson se permite mostrarnos como encajan algunas piezas importantes de la historia que ha desarrollado en estos cuatro volúmenes, así como empezar a mostrar (por fin) sus conexiones más directas con el 'gran juego' que se está desarrollando de forma más amplia en el Cosmere. El lector que esté al día con otras sagas paralelas del autor de Nebraska irá captando esos enlaces con obras como Elantris, El aliento de los dioses, Arena blanca o Nacidos de la Bruma.
Todo ello habría tenido un desarrollo mucho más satisfactoria y ágil si Sanderson hubiera recortado parte del gran número de páginas de El ritmo de la guerra. La novela arranca con gran dinamismo y logra poner en rumbo al lector con agilidad, pero conforme se acerca a su parte central las tramas se vuelven excesivamente repetitivas, ahondando en lo mismo y dejando al lector la sensación de que apenas se avanza. Y si, cuando Sanderson pisa el acelerador sabe como poner a máxima potencia la máquina, pero después de llevar al lector por lo que parece una larga travesía por el desierto. Todo ello deja la sensación de que la novela funcionaría mucho mejor con una extensión más reducida.
No puedo terminar la reseña sin aplaudir el titánico esfuerzo de la editorial Nova y del traductor Manu Viciano y del corrector Antonio Torrubia, que nos ha permitido disfrutar de la obra de Sanderson la misma semana de su salida en inglés. La misma semana. Sin duda una muestra más del cariño con el que se edita la obra de Sanderson y del que sus lectores españoles nos podemos sentir muy satisfechos por el resultado final.
En El ritmo de la guerra tenemos una novela que aunque nos trae sorpresas, revelaciones y momentos tanto emocionantes como dolorosos, por desgracia peca de una excesiva extensión. Sanderson construye tramas que se alargan más de lo necesario, con una excesiva reiteración, lo que hace que el lector tenga que atravesar demasiadas páginas para lograr alcanzar los verdaderos momentos decisivos o memorables. A su favor hay que señalar que el creador del Cosmere apuesta por una historia coral que al tiempo que ahonda en las heridas mentales y psicológicas que la guerra está dejando en sus diferentes protagonistas también nos muestra las tensiones e intereses latentes en el bando de Odium. Una acertada decisión que demuestra que lo que ocurre en Roshar no es una simple lucha entre el bien y el mal puros, sin matices, sino un enfrentamiento entre bandos que cada vez se parecen más. Esta cuarta entrega del Archivo de las Tormentas sin duda ha cambiado para siempre el destino del conflicto que se vive en Roshar y aunque puede ser la obra más irregular de Sanderson hasta el momento, su tramo final logra mantener vivo el interés del lector por el destino de este mundo y sus personajes. Algo que nos espera en la quinta novela de la saga, que marcará una primer desenlace de la decalogía de Brandon Sanderson y que si todo va según lo planeado por el creador del Cosmere llegará en 2023.
FOTORESEÑA de la edición de Nova
VALORACIÓN
FICHA
El ritmo de la guerra (El Archivo de las Tormentas, 4)
Brandon Sanderson
Nova
Traducción de Manu Viciano
Tapa dura con sobrecubierta, 1408 páginas
Por lo menos Juramentada avanzaba. Esta novela fue superpesada. Sólo me gustaron las tramas de la dama del deseo y Adolin. Las explicaciones de que como funcionaba el mundo se pudieron haber puesto en una guía aparte, no en la novela porque ralentizaban el avance de la historia. Fue como el festín de cuervos de Martín, tenía muchas tramas innecesarias y personajes de relleno. Hasta el propio Odium perdió importancia.
ResponderEliminarprimera vez que veo que un libro de Sancerson recibe una baja calificacion.
ResponderEliminarYo estoy a mitad y me gusta porque amo los personajes y lo que está ocurriendo en ese mundo. Pero es cierto que hay un bajón en la acción muy grande. Aporta mucha información, creo que en demasía. Estos libros pecan de demasiada extensión. Luego Sanderson se salva porque en todos aprieta el acelerador hacia el último tercio de libro, pero es una fórmula que e repite demasiadas veces.
ResponderEliminarA mi lo que me hastío fue ver a kaladin deprimido otra vez, yo se que es parte de personaje y sus matices de personalidad, pero de verdad que me hastío y me desespero cuando lo relevaron del mando de los corredores del viento, no me gusta la dirección hacia donde están llevando este personaje, personalmente hubiese preferido que la creación de sus círculos de ayuda y todo el estrés postraumático hubiese formado parte de su final y no de su desarrollo dentro de la trama, pero bueno, solo queda ver hacia dónde lo dirige sanderson, y también esta el hecho de que son demasiadas páginas y muy pocos eventos, la invasión de la Torre y la incursión a integridad duradera y ya, tantísimas páginas y solo están pasando esos dos eventos importantes, se empantana demasiado el argumento y eso sin mencionar todos los tecnisimos de la luz tormentosa, pero bueno, la recta final salva el libro, solo queda esperar como cerrará esta primera era en roshar
ResponderEliminarTambién me paso lo mismo con Kaladin. Lo encontré pesado y molesto. Que tomará tantas paginas para hablar de la depresión es aburridísimo. Aunque Adolin tuvo menos capítulos, jugo un papel más importante. Me habría gustado que fuese el protagonista de este libro. Supera a Kaladin en muchos aspecto y no teme ensuciarse la manos de sangre cuando amenazan a su familia, por lo que no es del todo un caballero blanco como si lo intenta ser Kaladin.
EliminarAdolín me encanta, me gusta cada vez más. Todo lo que habéis comentado al respecto se ajusta a la realidad. Una lata con Kaladin... Cuando parece que levanta cabeza vuelve a hundirse en la miseria... Es un personaje que apasiona por momentos, pero incluso en esos momentos me pongo a pensar "a ver cuando empieza a comerse la cabeza de nuevo..." en cambio Adolín hace lo que hay que hacer, luego se come la olla durante un tiempo pero luego continúa viviendo porque entiende que esa es la vida que le ha tocado vivir y decide disfrutarla. Me quedo con Dalinar y Adolín de todas todas y mira que Kaladin me ha gustado en los comienzos de la historia...
ResponderEliminarTeniéndolo ya en casa, todavía no lo he comenzado precisamente por este temor a la excesiva redundancia de información y la extensión que ya detecté en Juramentada. Y si me dices que este es aún más irregular... Adoro a Sanderson, tanto en su faceta de escritor como docente, es uno de mis escritores de fantasía favoritos, pero creo que necesita un editor de verdad. Ahora mismo es un escritor con un poder y capacidad de decisión sobre su obra tal, que creo que poca gente de su entorno se atreve a darle una opinión distinta, con una base de fans muy entregada (a mi mismo me está costando escribir esto). Por eso creo que necesita una opinión relevante desde fuera de su entorno y de los fans, que le ayude a editar y dar más ritmo a este ritmo de la guerra. Sanderson, además, es un escritor que funciona mejor en los comienzos y en los finales y estos nudos se le enredan un poco. Aun así, lo leeré cuando lo coja con un poco más de ganas, pero me temo que me será difícil encontrar las fascinantes sensaciones que me dieron El Camino de los Reyes y Palabras Radiantes.
ResponderEliminarPues sinceramente me parecieron más pesadas Palabras Radiantes y Juramentada que este Ritmo de la Guerra. Eso sí, las partes de flashbacks sí es verdad que parecían metidas con calzador y te rompía el ritmo del resto de tramas del libro. Por lo demás, enésima depresión de Kaladin y por fin algunas respuestas más de Shallan. Adolin gana muchos enteros en esta cuarta entrega y Dalinar sigue en su papel, aunque ahora más disputado con Jasnah. Hay una cosa que ocurre que se arrastra por todo el libro (y que no voy a concretar para no hacer spoiler) que creo que se resuelve de una forma bastante forzada por un personaje que creo que no debería haberse llevado ese rédito. Aparte de eso, gran lectura, se van mostrando las conexiones con el resto del Cosmere, lo cual es gratificante, y esperando la conclusión del primer arco argumental en el quinto libro :)
ResponderEliminarOpino igual que tú y discrepo con la mayoría de comentarios, incluída la reseña de Daniel Garrido. Al ritmo de la guerra le he encontrado mejor RITMO y me ha parecido más fluída y con menos "baches" que palabras radiantes.
EliminarLeo que algunos encuentran pesado la depresión de Kaladin y su recaída. Yo lo que tengo que decir al respecto es que al ir leyendo la novela, me ha quedado la impresión de que esta es la entrega donde Kaladin luce más. Realmente lo he sentido como "el héroe" que estaba esperando, y no lo digo solamente por la parte final.
Lo que he encontrado más pesado, y que me pasa desde las entregas anteriores, es Shallan. Las dinámicas entre sus personalidades me parecen de lo más forzadas y artificiales. No es sólo que las encuentre poco convincentes, es que hay momentos en que llegan a ser infantiles.
Me ha pasado algo curioso desde el comienzo con esta novela: el ritmo, la narración y descripción de los sucesos, el planteamiento de escollos y las soluciones, todo lo he sentido como estar viendo un anime (de los buenos), algo que no me había pasado ni con las pasadas entregas ni con otras sagas.
Estoy de acuerdo con todos los comentarios vertidos, subrayó todos y cada uno de ellos, ahora bien, a mi personalmente este final me ha parecido una delicia.
ResponderEliminarSi bien ese Kaladin con su armadura spren me ha inchado de orgullo y pasión, Adolin reflejando ese orgullo y honor, Navani 3xplorando esos secretos etc.... pero sobre todo, ya sabiendo de su existencia, me quedo con la explosión que genera todas las implicaciones que tienen que ver con la conexión entre mundos, la gerra en ciernes a nivel galáctico, ufff eso me ha dejado muy buen sabor de boca.
Y ya por último y no dar demasiado la brasa decir que mi personaje favorito es Jasnah, tiene muy peso de momento, pero todo ese misterio que la rodea me encanta. En fin veremos cómo se desarrolla.
lo mejor para mi fueron la trama de Navani y la de Kaldin los demas esta muy en segundo plano detras de eso a pesar de que es poco la trama de Jasnah me parece interesante de leer.
ResponderEliminarMe está constando un mundo avanzar.... temo que va a ser el segundo libro que dejo sin acabar en mi vida... no he llegado al 30% y creo que no voy a superarlo. Aburrido
ResponderEliminarTodos aquellos que se quejan de Kal, comprendo su desesperación con respecto a su comportamiento, pero es porque la mayoría no padece de una enfermedad tan culera como la depresion y no entienden el impacto que deja en uno a la hora de enfrentarse a la vida diaria. Yo como persona diagnosticada con depresión doble, que creo, es la misma que tiene Kal, entiendo perfectamente como se siente y me identifico de sobremanera en la forma de pensar y actuar de Kal. Uno desearía poder contar con la fuerza, claridad y la resiliencia de la mayoría al momento de enfrentarse a los problemas más complicados, no verse manchado por la sombra de inseguridad, frustración y culpabilidad que uno arrastra al enfrentarse a las dificultades más sencillas. Ojalá esto no fuera más que una etapa gris en la vida, donde por un momento somos incapaces de crecer, pero que después de pasada la tormenta, encontremos la claridad necesaria para seguir. No, con la depresion no es asi de sencillo, las tormentas van y vienen y atacan constantemente, orillandonos a caer una y otra vez en lo mismo hasta la desesperación sin guía, y esto a algunos los lleva a mejor dejar de esforzarse y morir, como le ocurrió a Kal en dos ocasiones. Toma años y años tratar de encontrar la forma de ir subiendo el risco poco a poco, y es común en el camino caer y caer siempre en el mismo lugar, comentiendo el mismo error sin saber cómo dejar de repetirlo, porque nosotros tenemos una limitante que enferma a nuestros cerebros, impidiendo un avance progresivo y lineal. El que Kaladin recaiga una y otra vez en lo mismo, es un síntoma normal dentro de la depresion y quitarla es un reto enorme que, a veces, debe repetirse más de una vez hasta que se aprenda. Kaladin repite errores porque no sabe aún como solucionarlos y superarlos, porque no tiene la capacidad químico/electrica para producir las suficientes hormonas que le permitan avanzar y mejorar, tiene un déficit y eso lo derrumba constantemente, como ya repetí varias veces. Tuvo que repetir el mismo arco de aceptar la pérdida y de sentirse culpable por no poder salvar a los que ama, hasta que al fin entendió que eso es algo que se escapa a su control y de lo cual no tiene la culpa, fue un proceso duro y largo que tomó años, y así es con la mayoría de cosas que en nosotros pueden considerarse como defectos insoportables.
ResponderEliminarEs de esperar que si ustedes no saben como se sufre esta agonia, no tengan la empatia suficiente para ponerse en nuestro lugar y desesperarse con nuestra actitud poco... cooperativa y hartante, pero sepan que esto no es una decisión voluntaria, es producto de la enfermedad.
A la próxima que se les ocurra criticar las acciones de uno ante las problemáticas que, para ustedes, son claras y fáciles de resolver, recuerden que no están lidiando con una persona sana, sino con alguien que no sabe bien cómo solucionar las cosas sin sentirse una escoria en el camino.