jueves, 12 de junio de 2025

Reseña: Herederos del recuerdo, de Adrian Tchaikvosky

SINOPSIS: En un desesperado intento de escapar del colapso de la Tierra, la nave arca Enkidu y su capitán, Heorest Holt, transportaron un precioso cargamento de humanidad dormida hasta un paraíso en potencia. Generaciones más tarde, esta frágil colonia ha conseguido sobrevivir a duras penas. La vida de los colonos es difícil, y buena parte de sus conocimientos tecnológicos se han perdido.
Entonces llegaron los forasteros. Poseen conocimientos incomparables y tecnología maravillosa, y vienen de otro mundo para auxiliar a la colonia humana. Pero no todo es lo que parece, y el precio de la ayuda de los forasteros puede ser la propia existencia de la colonia.
Herederos del recuerdo, cuyo autor fue galardonado con el premio Arthur C. Clarke, es una ambiciosa space opera que abarca generaciones, especies y mundos.


RESEÑA: Poco a poco, el nombre de Adrian Tchaikovsky se está convirtiendo en un habitual de las librerías españolas y eso es una buena noticia para el amante del género. Y precisamente, esta saga de los Herederos es la que empezó a cambiar el rumbo creativo de un autor que se había centrado principalmente en la fantasía, pero que empezó a ganar más renombre gracias a su salto a la ciencia ficción. Porque en la carrera de este escritor tan prolífico como imaginativo su serie ambientada en el lejano futuro de una humanidad que trata de sobrevivir más allá de nuestro mundo natal le ha valido el interés de numerosos lectores así como el respaldo de premios tan relevantes como Arthur C. Clarke, el Hugo o el British SF.
Una propuesta de ciencia ficción que se iniciaba hace ya casi una década con Herederos del tiempo (aquí tenéis mi reseña), y fue continuada con Herederos del caos (que reseñé por aquí). Herederos del recuerdo es pues la tercera entrega de una serie que sigue profundizando en este futuro lejano de la humanidad en el que nuestra especie trata de encontrar lejanos mundos donde mantener viva la llama de la supervivencia. Una ciencia ficción que explora como la vida inteligente puede desarrollarse de formas diferentes a la humanidad, tanto fisiológica como mentalmente.
La novela arranca con el viaje de la nave arca Enkidu, que repleta de seres humanos logra alcanzar después de siglos de viaje por el espacio el planeta Imir. Lo que esperaban que fuera un lugar fácilmente habitable donde fundar una colonia es en realidad “un mundo más muerto incluso que la moribunda Tierra cuando huyeron de ella”. Obligados a tratar de crear su colonia en un planeta que solo tiene una atmósfera con oxígeno que respirar y que cuenta con las mínimas criaturas microbianas para empezar a desarrollar un ecosistema propio, los tripulantes de la Enkidu tendrán que luchar por lograr mantenerse en este entorno tan hostil.
Fracasarás, habían dicho, y aquí estaba, fracasando. Fracasarás, y cuando lo hagas, debes hacer todo lo posible para fracasar lo menos posible. No dejes que el fracaso se adentre en ti. Tomarás decisiones que tienen un precio. Eso es ejercer el mando. No dejes que el precio te consuma”.
Mientras Herederos del tiempo nos mostraba el dificultoso viaje de la nave arca Gilgamesh por el espacio en pos de un refugio con un sorprendente encuentro entre especies, y Herederos del caos el fracaso de una colonia humana en un planeta con un habitante sumamente temible, aquí tenemos otro nuevo enfoque. Herederos del recuerdo nos ofrece el relato de un grupo humano que trata de lograr sobrevivir con los mínimos recursos en un planeta apenas terraformado. Tchaikovsky nos plantea la crónica de una supervivencia mísera y siempre el borde del desastre, de una colonia aislada para siempre del resto de sus congéneres y que tienen que tomar decisiones radicales si quieren asegurarse de seguir existiendo.
Sin duda lo más sugerente de esta tercera novela es como el británico va difuminando los límites del género en que se mueve. Pues lo que arranca como pura space opera, con una gigantesca nave arca que arriba a un nuevo planeta que domesticar para la humanidad, se va transformando en un relato que roza casi la fantasía, con la historia de una colonia que se ve arrojada a un aislamiento rústico, seudomedieval, con la mínima tecnología y escasos recursos, con unos habitantes dominados por los miedos de su difícil situación. En Imir sus colonizadores humanos se convierten en un incomunicado puesto de avanzada de nuestra especie, que con el paso del tiempo irán creando sus propios mitos fundacionales, con sus propias creencias irracionales, desarrollando sus filias y fobias que constriñen las mentalidades de toda la comunidad.
La narración también saltará varias generaciones para contarnos la difícil evolución de esta colonia casi bárbara, de toscos pioneros. Aquí la historia se centra en la joven Liff, una niña que desciende de uno de los líderes fundadores de la colonia y cuya inteligencia le hace poner en cuestión continuamente la aislada situación de su pequeña sociedad. Tchaikovsky nos hace empatizar con esta joven y rebelde chica, dispuesta a romper con lo establecido y que parece caer de cabeza en uno de esos cuentos de hadas legados de sus antepasados, con la aparición de una extraña bruja de poderes arcanos e intenciones poco claras.
¿A esto hemos llegado? Niña, soy muchas cosas. Soy vieja y poderosa. Puedo estar en muchos sitios a la vez. He sido un dios. Soy sin duda la persona más inteligente que conocerás nunca, aunque esta parte de mí se vea temporalmente importunada por las circunstancias. Pero no soy una bruja. Soy todo lo contrario a una bruja”.
Y es que como ya os he dicho, en esta novela el escritor británico juega con habilidad a difuminar los límites del género. Si la tecnología avanzada puede ser interpretada como magia por un espectador poco entendido o con escasos conocimientos científicos, esto se potencia en esta novela que nos introduce en una pequeña colonia arrojada al aislamiento y al retroceso técnico. Conforme pasa el tiempo, en Imir se van olvidando de sus orígenes, difuminando cada vez más su fundación y perdiendo el uso de la tecnología que habían trasladado con ellos desde la moribunda Tierra. Y a todo ello, hay que añadir la sombra de una culpa poco clara que tiñe esta colonia. Desde el principio se nos hace intuir que todos sus habitantes cargan con el peso de algo que se hizo durante la llegada de los colonizadores originales.
Esta colonia que ve como se deterioran sus condiciones ecológicas y tecnológicas empieza a dejarse dominar por el sentimiento más incontrolable y peligroso: el miedo. En lugar de tratar de arreglar lo que no funciona en su forma de vivir y en su entorno, de tratar de enfrentar las verdaderas causas del derrumbe de su frágil ecosistema, se dedican a buscar un chivo expiatorio. Así Tchaikovsky nos va mostrando una sociedad que se devora a sí misma, que se dedica a echar la culpa a un prójimo que se va transformando poco a poco de compañero de existencia a una amenaza (ya sea real, o imaginaria). “Se había vuelto importante tener algo a lo que echarle la culpa cuando las cosas iban mal”, como reflexiona cierto personaje. 
La novela explora así como el miedo es esgrimido por algunos dirigentes como forma de unir a su comunidad, señalando un enemigo común al que responsabilizar de todo lo malo que les ocurre. Se va propagando así el odio a una amenaza foránea, unos ‘otros’ que van a ser identificados como los misteriosos ‘secis’ (otro grupo humano) o incluso con algunos seres todavía más extraños y ajenos al propio planeta. Todos los habitantes de Imir acaban contaminados por el terrible cáncer social de la división, de esa tendencia cainita de separar los grupos humanos entre el “nosotros” y el “ellos”.
La mejor manera de convertirte en ‘uno de los nuestros’ es encontrar a alguien que sea más ‘ellos’ que tú, y darle la patada”.
En esta tercera novela de la serie tiene un papel clave el misterio, el ser conscientes de que hay información clave que no conocemos o que se nos va facilitando con cuentagotas. Aquí no se puede dejar de mencionar también la estructura misma de la obra, que sirve para aumentar el interés del lector y para hacernos dudar de todo lo que vamos presenciando. Mientras en las dos novelas previas Tchaikovsky desarrollaba sus historias de forma totalmente lineal, en Herederos del recuerdo tenemos una narración con continuos saltos en el tiempo, tanto hacia atrás como adelante, que sirve para distribuir la información clave al tiempo que nos mantiene en suspenso. Al lector le van surgiendo nuevas dudas y preguntas que le obligan a avanzar, mientras en su mente reordena constantemente todo lo que se le va contando.
Porque la narración nos va mostrando información que se contradice, que nos hace sospechar que hay algo que no encaja del todo en la historia de la colonia. A través de distintos puntos de vista, se nos ofrece una perspectiva fragmentaria y parcial de la vida en Imir, de lo ocurrido en su casi legendario pasado y de los desafíos de su complejo presente. La aparente falta de coherencia nos hace hasta sospechar de la misma cordura de los personajes, plantearnos si sus puntos de vista están contaminados por un elemento tecnológico o sobrenatural que los deforma. Un juego sumamente adictivo que otorga un gran interés a la propuesta de esta novela y que se irá resolviendo conforme entremos en su tramo final.
Herederos del recuerdo es uno de esos libros que casi exige una segunda lectura para volver a reordenar lo que hemos presenciado, para encajar entonces todas las pistas, referencias y detalles que Tchaikovsky había ido sembrando para construir su trampa narrativa. La resolución de la novela nos hace mirar toda la historia desde una perspectiva diferente, que al tiempo que sorprende también emociona al ser conscientes de la tragedia que se ha desarrollado en Imir (y antes nuestros ojos) desde su ya lejana colonización inicial.
En sus corazones seguirán llevando los secretos de los que los adultos hablan a puerta cerrada, porque esos tampoco cambian ni desaparecen. Las culpas, y las vergüenzas y los precios que se pagaron para que la colonia pudiera vivir”.
¿Y dónde están, os preguntaréis, nuestros Portias, Fabianes, Blancas o Pablos? Por supuesto, como secuela de la serie volvemos a retomar los seres y elementos que ya conocemos de los libros anteriores. Porque las pórtidas, los neohumanos, los octópodos y el ser de Nod mantienen su alianza, explorando el universo en busca de otras formas de vida, ya sean restos de la ambiciosa humanidad terraformadora o de inteligencias de orígenes alienígenas. A ellos podemos añadir ahora a unos curiosos córvidos, restos de un experimento humano que con el paso del tiempo han acabado desarrollado su propia civilización cimentada sobre sus particulares habilidades mentales. Criaturas que despliegan sus capacidades intelectuales en dúos de individuos que se complementan, que así vuelven a aportarnos una nueva visión sumamente ajena a nosotros y que nos dejan algunos parlamentos tan desconcertantes como llenos interesantes acotaciones.
Porque con esta novela el autor británico sigue profundizando en las particularidades de la identidad y la personalidad, de lo que nos hace ser humanos y de los límites de la inteligencia más allá de lo puramente antropomorfo. La historia nos hará reflexionar sobre si la conciencia puede simularse, de forma natural o artificial, para dar lugar a otras criaturas inteligentes. O sobre como se puede replicar la vida inteligente, para dejarla atrapada en un duplicado tan perfecto que es incapaz de descubrir su misma falsedad. O si por ello es tan real como la misma realidad. Todo cabe en una narración que por momentos se va tornando en una pesadilla, enloquecida y espeluznante, que nos aprisiona junto con sus personajes en su turbadora realidad.
Esta tercera entrega vuelve a traernos un Tchaikovsky que sorprende y fascina, que al tiempo que nos plantea una atrayente trama llena de misterio y preguntas, la va trufando de ideas y propuestas sugerentes. Herederos del recuerdo aporta un soplo de aire fresco a la ambientación, construyendo un relato de supervivencia, comunidad e identidad con una sugerente mezcla de ciencia ficción y fantasía. Porque una trama de colonización espacial se infecta de los tropos del cuento de hadas, mezclando la historia de la desesperada lucha por la supervivencia de una aislada comunidad se liga con una pequeña heroína dispuesta a romper con lo establecido.
Solo una niña. Es lo único que queda de un intento valeroso, pero en última instancia condenado al fracaso, de salvar a la especie del caos”.
A su alrededor se mueven todos esos elementos que hacen tan interesante la propuesta de saga de Tchaikovsky. Una obra que nos hace reflexionar sobre la inteligencia y las diversas formas (naturales o artificiales) que puede tomar, sobre las terribles heridas que causa la persecución del ‘otro’, del odio desatado hacia aquellos que no consideramos uno de los nuestros y que convertimos en una amenaza a destruir. Herederos del recuerdo vuelve a ser así una refulgente joya de la ciencia ficción de este británico, que demuestra que se pueden romper y difuminar las barreras del género para atrapar al lector. Porque uno se deja atrapar gustoso y curioso por la trampa que se va construyendo con el misterio, las dudas, las contradicciones y los choques de información que nos hacen percatarnos que algo no funciona bien, que hay algo que se oculta en el corazón de la colonia de Imir. Algo oscuro y extraño, que por momentos se vuelve terrible pesadilla o lo que parece “un sueño en el ojo de una máquina alienígena”. Tchaikovsky es capaz de jugar a bañar la pura ciencia ficción con una capa de fantasía en una obra donde hay terraformación, colonización planetaria, viajes espaciales, naves generacionales, otras formas de vida inteligente, biologías alienígenas, inteligencias artificiales, deformaciones temporales o constructos mecánicos que pueden a llegar a parecer magia. Todo ello como envoltura fascinante para hablarnos de lo que realmente nos importa: la humanidad y lo que (para bien, para mal) podemos llegar a lograr con nuestros dones naturales y tecnológicos.

Atravesaron el vasto abismo del espacio e intentaron reiniciar la humanidad en este mundo. Fueron valientes, ingeniosos y resueltos, y no fue culpa suya que, al final, las probabilidades estuvieran en su contra. Vivió entre ellos. Qué menos que visitar su tumba y dejar unas flores”.


VALORACIÓN

FICHA
Herederos del recuerdo (Saga de los Herederos, 3)
Adrian Tchaikovsky
Alamut
Traducción de Juan Carlos Pavón Pavón
Tapa dura, 432 páginas
29,95 euros

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2 comentarios:

  1. Fui a por este en la feria del libro y cierto librero con barba me preguntó: "¿y el de los furros no te lo llevas?". Y lógicamente... Me lo tuve que llevar. Así que me espera Tchaikovsky por partida doble 🥳

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    Respuestas
    1. Grande ese librero barbudo, siempre recomendado lo mejorcito jeje. A disfrutarlos David ;)

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