miércoles, 27 de enero de 2021

Sobre los personajes, ensayo de Steven Erikson

Steven Erikson, el autor de Malaz el Libro de los Caídos, le gusta paserse de vez en cuando por la red para dejarnos ensayos centrados en la escritura o en diversos elementos relacionados con su universo fantástico. Los habituales de este sitio lo sabéis bien y tenéis una buena prueba de ello en el Archivo malazano, donde podéis leer numerosos ensayos suyos que he ido traduciendo en los últimos años.
Hoy os traigo una nueva traducción aunque de un ensayo algo más antiguo. Se trata de uno escrito en 2012, y que formaba parte del chat realizado en Tor.com donde Erikson charlaba con lectores de la saga sobre Los Cazahuesos (que tenéis traducido en esta entrada). Como el ensayo se desviaba demasiado del tema de esa charla decidí dejarlo aparte, y aquí lo tenéis ahora. En este texto Steven Erikson ofrece algunos consejos para escritores principiantes sobre como hacer más creíbles los mecanismos de causa y efecto, sobre como explorar las motivaciones de los personajes, y sus recomendaciones para ayudar a un autor a ponerse en la piel de los protagonistas de sus historias.

Ilustración de Marc Simonetti para la edición francesa de La tempestad del segador.


Personajes. Bueno, aquí viene un ensayo...
Probablemente sea casi rayar en lo superficial decir que cada personaje es algún aspecto del autor; de hecho, sugeriría que esta noción es el elemento menos relevante para la caracterización del escritor. Tomadlo como un hecho, pero con muchas contingencias. Creo que para el escritor principiante es mejor que le ofrezca algunas de las bases necesarias que le ayudarán a inventar personajes interesantes y únicos.
Se empieza con la psicología, y cuanto más leas sobre ese tema, mejor (pero ten en cuenta que cuanto más profundizas, hasta en los principios fundamentales de la teoría psicológica, te encuentras con la filosofía y con una gran cantidad de pensadores que reflexionan sobre la visión del mundo, con un ligero brillo de 'psicología' pintado sobre ellos y que aproximadamente se pueden dividir entre el enfoque junguiano y el enfoque freudiano; sí, estoy simplificando mucho aquí, pero si quieres saber más que las cosas básicas y todas las elaboraciones sobre los dos 'campos' de Freud y Jung, busca un libro de introducción a la psicología y empieza a leer). La cuestión, para los escritores, es esta: todo comportamiento tiene mecanismos subyacentes, y como quiera que se vean esos mecanismos (ya sea naturaleza, crianza o una combinación de ambos), siempre hay algún elemento de causa y efecto en acción. En términos prácticos, un escritor necesita aplicar un ejercicio mental, haciendo de ese ejercicio no solo un hábito, sino una especie de obsesión, de pensar en la causa y el efecto.
Comienza con la noción de empatía: salir de uno mismo, tratar de entrar en el punto de vista de otra persona; ver el conflicto (cualquier conflicto) desde su lado. Si esto no te interesa, como proceso, te sugiero que escribir tal vez no sea lo tuyo. Lo que buscas, después de haber intentado algo así, es lo que subyace a las opiniones/puntos de vista/actitudes/acciones de esa persona (pero nunca asumas que esto significa que has descubierto a alguien. Nunca podremos hacer eso. Solo podemos adivinar, basándonos en la observación, e inventamos en nuestras mentes una secuencia plausible de suposiciones, creencias, pensamientos y, por último y lo más importante para los escritores, motivaciones, detrás de alguien que hace lo que hace y dice lo que dice).

En cualquier intercambio social un escritor tendrá tendencia a retroceder mentalmente, a desconectarse, a hacerse el siguiente tipo de preguntas: ¿por qué dijo eso?, ¿qué le hizo hacer eso?, ¿qué significaba esa mirada de reojo o esa vacilación?, ¿cuál es la razón de él o ella para anular el comentario de esa otra persona?, ¿cuánto de esto es competición por el dominio?, ¿cuánto es abiertamente pasividad y sumisión?, ¿cuál es el valor de la evasión?, ¿qué esconde?, ¿por qué transforma cada declaración en un desafío o en mecanismos de autodefensa repetitivos e interminables?, ¿qué heridas se esconden detrás de las palabras?, ¿qué pérdidas?, ¿qué dolores?, ¿qué amores, qué secretos y qué ansias?, ¿qué significó ese gesto?, ¿esa postura?, ¿esa expresión?
Por supuesto, en última instancia, no podemos conocer las respuestas reales a ninguna de estas preguntas, pero en lo que se basa la disciplina de la psicología (y, se podría argumentar, en lo que se basa la sociedad) es en una serie de entendimientos mutuos (y el conflicto surge debido al hecho de que estos entendimientos nunca son tan mutuos como desearían las partes) que ofrecen una comunidad de creencias, reglas, expectativas, obligaciones y reconocimientos que, en conjunto, hacen que las personas dependan unas de otras. El contrato social. Y aunque los pensadores sobre este tema discutirán sin cesar sobre los mecanismos fundadores (la psicología como disciplina), otros pensadores buscarán establecer un marco de dichos entendimientos (la sociología y la antropología como disciplinas), y otros pensadores buscarán las verdades de la condición humana. sumergiéndose del todo en el lío (artistas).
Mi razonamiento es que, como escritor, no puedes sumergirte a ciegas. Lo que no quiere decir que necesites leer sobre las disciplinas antes mencionadas: comprensión y empatía, causa y efecto, todo el delicioso guiso de la motivación, todo es comprendido en diversos grados por todos y confirmado o refutado diariamente a través de la comunicación y la interacción social. Por lo tanto, hay un gran elemento de instinto, sensibilidad subconsciente, en marcha entre las personas (y otros animales sociales), y estos siempre están funcionando para prácticamente todos (excepto los sociópatas, que no tienen radar social o son indiferentes a él).
Pero si deseas escribir sobre personajes que tengan profundidad, debes tener una comprensión consciente de las motivaciones, y no solo las tuyas propias (aunque este es siempre un buen lugar para comenzar su examen, con una mirada objetiva a lo que haces y por qué lo haces).
Si eres hombre, ¿qué se siente al ser mujer? Si eres mujer, ¿cómo es ser hombre? ¿Es suficiente registrar todo lo que se observa, centrándose en los gestos y todos los comportamientos mostrados, esperando que una interpretación precisa de estos rasgos externos haga todo el trabajo necesario para que ese personaje parezca real?
O, si, por ejemplo eres un hombre, te preguntas cómo sería que todas las vías de poder personal se emboten en casi todos los contextos sociales, salvo el doméstico, y luego observar lo doméstico y ver cómo la intimidación física permanece siempre presente en una relación contra los físicamente más débiles (o, seamos honestos, no 'más débiles' pero potencialmente menos violentos e impulsados ​​por la testosterona). Luego pregúntate cómo habría sido, históricamente, haber ofrecido vislumbres de la verdadera emancipación, de la independencia financiera y cultural, solo para que se lo arrebaten todo cuando los chicos regresen a casa de la guerra. Imagínate, como hombre, una inversión de los imperativos biológicos involucrados en la procreación, pasando de cualquier pensamiento de que a buen hambre no hay pan duro al pensamiento de criar unos hijos para toda la vida, y cómo el cambio altera la noción de relaciones, de seguridad, estabilidad, monogamia, traición, engaño, amenaza o abuso. Si puedes lograr tanto de este cambio como puedas imaginar (e 'imaginar' es la palabra clave aquí, ya que un hombre nunca puede saber realmente lo que es ser una mujer, y viceversa), hasta que encuentres en tu alma una rabia reprimida, una indignación, frustración, incluso desesperación, luego congratulación, has llegado a un lugar de empatía y de esa empatía, nace una pizca de comprensión, y de ese bocado, los primeros destellos de compasión.
Verdadera compasión, es decir, del tipo que llega sin piedad, del tipo que se te ajusta como la piel de otra persona, punzando con su dolor tu vida.
Entonces, digamos que te has introducido en la cueva que es la guarida secreta de otra persona, iniciando un movimiento en la oscuridad, acompañado de sonidos extraños, susurros débiles que no puedes distinguir. Sin embargo, a pesar de todo su misterio, se siente un poco diferente de la cueva que acabas de dejar (la que te dices a ti mismo que conoces tan bien, porque es la tuya). Ahora, en este nuevo pero al mismo tiempo viejo lugar, contempla el mundo y maravíllate con su transformación. Ahora estás listo, porque eres ese personaje, y la tarea que tienes por delante, en la historia que se contará, es que tú (como él, como ella) la cuentes con sinceridad, honestidad y sin barreras para sentir, sin restricciones a la compasión, y sin límites a tu amor por esa persona (inventada o no).
Al escribir desde este lugar, encontrarás una nueva voz: la voz de tu nuevo personaje. Podría tardar uno o dos párrafos en aparecer, pero está bien, ya que también suaviza el enfoque del lector; o podría saltar a la página desde la primera línea, lo que también está bien, ya que invita al lector a una segura confianza y autoridad. O, con dos personajes, podrías hacer ambas cosas, con un personaje audaz y seguro, el otro más tranquilo, menos seguro o quizás más reservado. Ahora escribe un poco más y observa cómo interactúan los dos: quién renuncia a qué y cómo valora cada uno la victoria/derrota. ¿Cómo se manejan entre sí? ¿Chocan abierta o secretamente? ¿Es el choque público en realidad un afecto profundo, o el intercambio placentero esconde un odio perverso? Aquí es donde entra el subtexto: los niveles debajo del diálogo, debajo de la descripción física en las secciones expositivas. Piensa en el exterior humano como una capa de hielo en un río: para algunos personajes, ese hielo podría ser muy delgado; para otros increíblemente espeso, pero en ambos casos, las corrientes que corren debajo de todo son profundas, salvajes y siempre misteriosas. A través de la narración de sus historias, el hielo se agrietará (o no, pero incluso cuando no lo haga, para cierto personaje, esa obstinación enviará grietas a todos los personajes que lo rodean; como alternativa, las grietas están ahí, pero necesitas una lupa para encontrarlas).
Cuando los profesores de escritura hablan sobre el conflicto y que es necesario en una historia, están hablando sobre el hielo que se rompe, y por eso, sin personaje, no tienes historia.
Ahora, empieza a multiplicar esos personajes, llena el escenario que has creado, y observa cuántas tomas de ese escenario terminas (¡una para cada personaje!), y a partir de esto, será inevitable: tu mundo se llenará, comenzará a parecer real, un espacio vital, que respira, vibrante, fecundo. Cada voz aumenta su veracidad, cada voz estratifica ese mundo una vez más, desde el severo posadero hasta el anciano medio loco en el desierto.
Imagina un fracaso en la caracterización: con cada personaje sonando como la Persona A (¡yo!) o la persona B (¡tú! ¡El malo!). ¡Míranos luchar! ¡Mírame ganar! ¡Gano porque tengo razón en todo! ¡Pierdes porque te equivocas en todo! Qué gran historia, ¿eh? Ahora, si eso te hace reírte con incredulidad, espera un momento y examina de cerca la literatura que existe. Hay innumerables historias como la que describí. También innumerables películas. Y dentro del género de la fantasía hay una larga serie de tales obras (diablos, incluso Conan sigue este patrón, y yo amaba Conan... cuando tenía quince años y estaba ocupado rechazando todas las cosas civilizadas; Conan y yo, ¡¡teníamos razón!!).
En mi opinión, Stephen Donaldson y su saga de Thomas Covenant hicieron madurar la fantasía, en mi mente. ¿Quieres un tratado puro y bello de caracterización? Lee las trilogías de Donaldson, especialmente las dos primeras, donde tenemos al hombre (Covenant) en la primera trilogía y a la mujer (Megan) en la segunda. Una caracterización fenomenal, y en ambos casos, por todos los defectos de ambos personajes, profundamente compasiva.
Entonces, para concluir, si la caracterización parece mucho trabajo, todo lo que puedo ofrecer es esta inesperada recompensa a todo el proceso de pensar y crear personajes de ficción, y son estos dos secretos, uno público y otro privado.
A medida que creas, exploras y dejas constancia de estos personajes, estas innumerables creaciones, estos interminables choques de visiones del mundo y esta lucha interminable por su lugar: las luchas contra las pérdidas, la tranquilidad de las victorias, toda la gama de emociones humanas que se desarrollan en innumerables variaciones... bueno, tu lector está contigo, haciendo el mismo viaje y, con suerte, sintiendo lo que tú sientes, y si ese es el caso, entonces lo que estás diciendo es algo muy humano y muy especial (y por extensión, nunca es y me refiero a NUNCA, algo de lo que deba abusarse, o darse por sentado, o contemplarse con desprecio, ¡nunca!).
Ahora, el secreto privado. Vivir todas esas vidas cambia tu propia vida. Abre todas y cada una de las puertas crueles y críticas: te deja vulnerable y en carne viva, dolorosamente humilde, pero también con un perpetuo sentido del asombro, sobre lo que nos hace diferentes a unos de otros y lo que nos hace a todos iguales. Y también impone reglas, reglas duras e inquebrantables (nunca engañes a la esposa, por ejemplo, porque la traición produce un tipo de dolor como ningún otro, y yo no seré el instrumento de eso. Punto. Nunca jodas a nadie, tampoco. Ese tipo de reglas, las que se forman como consecuencia de la empatía y la compasión, y todo el proceso resbaladizo e irreversible de ponerse en el lugar de otra persona).
Una advertencia justa, ¿verdad?
Un momento para pensar en todos esos escritores famosos, famosos no solo por su obra, sino también por su infidelidad y, en general, por ser unos imbéciles... bueno, lo siento, no los entiendo en absoluto, pero si me tomo un momento o dos en ese viejo ejercicio de la empatía de la que hablaba, empiezo a ver destellos de... ego masivo pero frágil, el muro desesperado que se levanta entre el genio creativo y la miserable vida personal, y el dudoso diálogo que se establece entre los dos (¡el gran arte exige sufrimiento! ¡Si todo está bien, algo está mal!), y, posiblemente, ese terrible miedo a la muerte, el envejecimiento, la decreptitud, la pérdida del talento, la página vacía llamando como una adicción, exigiendo la droga de la angustia, la culpa, la miseria borracha...
Pero relájate, nunca escribiré sobre un escritor... bueno, no sobre uno de este mundo, de todos modos. Pero, de nuevo, hmm, tal vez ya lo haya hecho en ese otro mundo... una y otra vez. Déjame pensar en eso (desagradablemente, con amargura, mientras me vuelvo para considerar la noción de que cada personaje es un aspecto de mí, maldita sea), y volveré contigo.
O no.


Saludos (me marcho al Mediterráneo para un mes de sol y mar y escritura, a partir de la semana que viene... nos vemos, ¿eh?).
SE




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4 comentarios:

  1. Cada vez que nos traes, amigo Daniel, un nuevo ensayo de Mr. Erikson me da un subidón, son geniales. Muchas gracias por tenernos al día. Por cierto, acabo de comenzar mi 1ª re-lectura de Todo-Malaz, pero esta vez en orden cronológico interno (Años de Ascua) con los que La noche de los Cuchillos y Mareas ... continuamos para bingo.

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    1. Gracias Diego! Jope, me entran unas ganas terribles de hacer algo parecido, pero antes quiero rebajar un poco la pila de pendientes que tengo... algún día :O

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  2. Otro "por cierto" y este directamente con respecto a este ensayo ( y a algunos otros): Por lo que le leo a Erikson, tanto su obra como sus ensayos, estoy convencido de que quien no tenga meridianamente claro, interiorizado y asumido hasta la propia médula el concepto de "compasión" no logrará entender ninguno de los libros de Erikson. Sospecho que es el sentimiento base, el fundamental, el sentimiento profundo que lo mueve, que lo lleva a buscar entre sus personajes lo que hay mas de verdad en ellos. Creo que es la compasión la idea final, el motivo de todo Malaz. Creo.

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  3. Estos ensayos me alegran mucho. dan prueba del interes del autor en sus personajes y un poco de su manera de
    pensar. lo malo seria que muchos especialmente los jovenes, pueden subestimar este tipo de introspeccion que propone el autor
    si eres un joven que apenas ronda los 15 o 20 años la historia de malaz tal vez no te apasione. como bien expresa el usuario
    Diego Redraven hay que conocer y reconocer. Malaz gana muchos puntos sobretodo cuando vas creciendo y aprendiendo de la vida misma. los personajes y la forma
    de ver la vida puede gustar o desagradar al lector segun que valores tengas.


    Ahora otro punto que quiero exponer es la descalificacion que hacen de las obras de fantasia solo por no presentarte un sistema de
    magia dura o elaborado como lo hace brandon sanderson. tampoco estoy menos preciando el trabajo de sanderson pero veo comentarios
    que me hacen pensar que ese es su punto de partida para evaluar si una obra es buena o mala.

    El mismo sanderson lo dijo sus leyes de la magia no son leyes, es una forma creativa que ha sabido aprovechar y aplicar en sus escritos
    y le ha funcionado. es mas la obra cumbre de sanderson el archivo de las tormentas no ha mostrado magia dura al menos al nivel como lo mostro
    en nacidos de la bruma, mas adelante puede que cambié.


    Hay muchas historias de fantasia que he disfrutado no solo en la literatura tambien en series animadas peliculas o series de TV o streaming
    y en ninguna aplique el "sindrome de sanderson". no solo era la magia lo que me atrajo, tambien sus personajes la historia que se formaba
    las amistades las rivalidades los villanos y no tan villanos etc.

    Es mas series anime como fullmetal alchemist o hunterxhunter o la serie animada de avatar, la magia se ejecuta como magia dura y en ningun
    momento puse eso por delante para catalogarlas como buenas o malas series.


    En fin con esto me despido no sin antes pedir a daniel garrido de ser posible logre entrevistar a steven erikson
    en esta celsius 2021 la ultima vez que llego a españa fue muy desaprovechado y ahora que su obra esta completa
    se puede charlar con mas propiedad de su obra. saludos y bendiciones.

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