Ojo de Cuervo, por Amok. |
-Sólo la asamblea puede elegir al rey. -Pelomojado se puso en pie-. Ningún impío...
-...puede sentarse en el Trono de Piedramar, sí, sí. -Euron echó un vistazo a los presentes-. Pues da la casualidad de que últimamente me he sentado muchas veces en el Trono de Piedramar, y hasta la fecha no ha puesto objeciones. -El ojo sonriente le brillaba-. A ver, amigos míos, decidme, ¿quién conoce más dioses que yo? Dioses de los caballos y dioses del fuego, dioses de oro con ojos de gemas, dioses tallados en madera de cedro, dioses esculpidos en montañas, dioses de puro aire... Conozco a todos los dioses. He visto a sus pueblos ponerles guirnaldas de flores, derramar en su nombre la sangre de cabras, de toros y de niños. He oído como les rezan. A todo lo largo y ancho de este mundo, en un centenar de idiomas, siempre rezan igual. Cúrame la herida de la pierna, haz que esa doncella me quiera, concédeme un hijo varón fuerte. Sálvame, socórreme, hazme rico... ¡protégeme! Portégeme de mis enemigos, protégeme de la oscuridad, protégeme del dolor de tripa, de los señores de los caballos, de los esclavistas, de los mercenarios que hay ante mi puerta. Protégeme del Silencio. -Se echó a reir-. ¿Crees que soy un hombre sin dios? Vamos, Aeron, ¡tengo más dioses que nadie que haya izado una vela! Tú, Pelomojado, sirves a un dios, pero yo he servido a diez mil. Desde Ib hasta Asshai, cuando los hombres avistan mi barco... empiezan a rezar.
Euron Greyyoy en Festín de cuervos, de George R. R. Martin.
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