"Había deambulado de noche por el campamento, entre irregulares hileras de tiendas, gente al raso y carromatos entoldados, absorbiendo todo lo que veía con un distanciamiento perverso. Para el historiador, convertido ahora en testigo, se tambalea su ilusión de que sobrevivirá lo suficiente para plasmar los detalles sobre un pergamino, con la endeble convicción de que la verdad es una causa que merece la pena, que el relato se convertirá en una lección aprendida. ¿Endeble convicción? Pura mentira, la peor clase de engaño. La lección de la historia es que nadie aprende."
Las puertas de la Casa de la Muerte (Malaz 2), de Steven Erikson.
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