Hace ya un tiempo que el escritor Patrick Rothfuss anunció que como todavía no había terminado la tercera parte de su Crónica del Asesino de Reyes (de la que ya ha publicado El nombre del viento y El temor de un hombre sabio) se había decidido a publicar un par de obras relacionadas con el mundo de Kvothe para hacerle la espera más agradable a sus lectores. Pues bien, ayer el autor americano colgó en su blog personal (aquí) la portada de The slow regard of silent things (El lento recuerdo de las cosas silenciosas), la novela que verá la luz en noviembre de 2014 en EE. UU. y que tiene por protagonista a Auri, uno de los secundarios más llamativos de la historia de Kvothe. Aunque la obra todavía no tiene fecha de publicación en nuestro país cuesta imaginar que con el gran número de lectores que ha ganado Rothfuss en España no sea traducida.
La sinopsis de esta novela, según la editorial DAW Books, es la siguiente:
The Slow Regard of Silent Things es una novela
complementaria de la Crónica del asesino de reyes, el éxito de Patrick
Rothfuss, y ofrece una encantadora y nueva perspectiva sobre el mundo
de los Cuatro Rincones.
La Universidad, el renombrado bastión del conocimiento, atrae a las
mentes más brillantes para que desentrañen los misterios de las ciencias
iluminadas, tales como la artificería y la alquimia. Sin embargo, bajo
sus ajetreadas aulas hay una compleja red de salas abandonadas y
pasadizos antiguos. En el corazón de ese laberinto cavernoso hay una
joven llamada Auri, que llama hogar a esta Subrealidad.
Exalumna de la Universidad, Auri pasa sus días cuidando del mundo que
la rodea. Sabe que algunos misterios están mejor tranquilos y a salvo.
Al no estar ya sometida al engaño de la definida racionalidad en la que
tanto confían los que viven arriba, Auri puede ver más allá de la
superficie de las cosas, puede ver los peligros sutiles y los nombres
ocultos.
The Slow Regard of Silent Things, gozosa e inquietante al
mismo tiempo, es un relato lírico de rica atmósfera, protagonizado por
uno de los personajes más queridos de la aclamada serie fantástica de
Rothfuss.
Ademas, Patrick Rothfuss ha aprovechado para explicar en su blog un poco del proceso de escritura de esta novela y en la página oficial en español de Rothfuss, La historia de Kvothe, han traducido los fragmentos más importantes. Os lo dejo aquí:
Hace un par de años, George Martin y Gardner Dozois me invitaron a participar en una antología titulada Rogues. Acepté porque antes, en 2009, mientras trabajaba en El temor de un hombre sabio, me habían invitado a entrar en otra distinta, Star Crossed-Lovers. Pero en 2009 iba muy atrasado con los plazos y me puse nervioso, así que les dije que no y seguí peleándome con ETDUHS. Me rompió un poco el corazón, porque es de esas antologías con las que sueñas en participar. Es el equivalente antológico a que te inviten a la fiesta de la gente guay en el instituto.
Así que, cuando en 2012 me pidieron un relato para Rogues, dije que sí por dos motivos: (1) Porque ¿y lo que mola estar en esa antología? Mira mi nombre ahí arriba, justo al lado del de Neil Gaiman. Míralos. Mi nombre casi toca el nombre de Neil Gaiman. […] Y (2) porque tenía una historia sobre Auri rondándome la cabeza. Además, creía que sería un buen contrapunto a algunos de los otros personajes granujas más clásicos de la antología: una especie de bromista traviesa y no un ladrón, espadachín o estafador. […]
Así que empecé a escribir sobre Auri. Pero al desarrollarse, la historia tomó direcciones que no había esperado. Era un relato… raro. Llegué a las 3.000 palabras y apenas había empezado. Escribir sobre la Subrealidad era más complicado de lo que pensaba. Así que la historia creció. Rebasé las 7.000 palabras sin darme cuenta siquiera. Seguí adelante, desenterrando más secretos de Auri y la Subrealidad.
Al llegar a las 15.000 palabras, me obligué a parar. La historia no iba a servir para la antología: era demasiado larga, y además no era el relato sobre una bromista que había planeado al principio. […] Probé varias cosas que fracasaron miserablemente, y entonces comprendí quién encajaba de verdad en una antología sobre pícaros: Bast. Después de pensarlo, escribí The Lightning Tree para la antología y funcionó muy bien.
Pero tenía media historia atascada. Media historia rara. Media historia rara y demasiado larga que no hacía las cosas que se supone que debe hacer una historia. A regañadientes, la dejé estar y volví a trabajar en el tercer libro. Me encanta Auri, y en su relato había una extraña dulzura, pero tenía trabajo que hacer. Sin embargo, la historia de Auri seguía haciéndome cosquillas. Creedme, tener una historia a medio acabar en la cabeza es diez veces peor que llevar una canción pegada.
Y solo hay una forma de sacarla. Así que cuando llegué a un buen punto de parada en mis revisiones, volví a la historia de Auri. No había otro remedio. Acabó teniendo más de 30.000 palabras […] y se había transformado en algo lleno de secretos y misterios, algo dulce y extraño. En absoluto una historia normal. Supongo que fue una tontería dar por hecho que un relato sobre Auri acabaría teniendo algo de normal. [...]
Se la enseñé a Vi Hart porque respeto su opinión y porque, dado que nos conocemos de hace poco, confiaba en que fuese sincera conmigo. […] Vi me dijo que le gustaba. Le respondí que a mí también, pero eso no quitaba que la gente esperara ciertas cosas de una historia. Si leían esta narración buscándolas, no iban a encontrarlas y se quedarían insatisfechos. Desilusionados.
Y Vi me dijo una cosa que espero que me perdone por parafrasear aquí sin pedirle permiso antes. Me dijo: «Que se joda esa gente. Esos ya tienen todas las demás historias. Para ellos ya escribe todo el mundo. Esta historia es para personas como yo. Nosotros también merecemos historias». Me dejó callado. Porque tiene razón: tal vez no sea para todo el mundo, pero no toda historia debe ser para todo el mundo. Quizá esta historia fuese para gente parecida a Vi y a mí, personas con curiosidad por Auri y por la vida que lleva. Personas que, quizá, no seamos normales del todo.
También dijo otras cosas que me dieron confianza para enviar el texto a mi agente. Le gustó y me propuso enseñárselo a Betsy, mi editora en DAW. A Betsy también le gustó. Le gustó mucho. Y a los demás de su oficina también. Y eso me hizo pensar que quizá sí que era una historia para todo el mundo. O quizá que existen más personas como Vi y como yo que las que creíamos.
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