SINOPSIS: El libro del día del juicio final (1992) es uno de los mejores libros sobre pandemias que se han escrito, galardonado con los premios Hugo, Locus y Nebula a la mejor novela. En él, una historiadora de la Universidad de Oxford que vive en el año 2054 decide viajar a la Inglaterra de 1320, pero una extraña crisis que vincula pasado y futuro altera sus planes. Al mismo tiempo, una epidemia especialmente virulenta se extiende en la Inglaterra de mediados del siglo XXI. ¿Acaso los viajeros del tiempo han infectado su propio mundo? La protagonista, en el pasado, y sus colegas, en el futuro, se enfrentarán a patógenos asesinos en una obra maestra que explora cómo responde el ser humano ante el sufrimiento generado por una catástrofe desconocida.
RESEÑA: En 1992 la autora Connie Willis se alzó como ganadora del “triplete” más preciado del género fantástico llevándose los premios Hugo, Nebula y Locus. Lo logró gracias a El libro del día del juicio final, obra que ha recuperado Nova en formato tapa dura precisamente en el momento en el que nos enfrentamos a la primera gran pandemia del siglo XXI. Lo increíble, lo fascinante, es que Connie Willis ya fue capaz de adelantarse varias décadas a una situación que ahora se ha convertido en nuestra realidad diaria con una absorbente novela donde, mezclando viajes en el tiempo y brotes pandémicos, imagina lo que podría suponer para una sociedad moderna y tecnificada el resurgimiento de una enfermedad terriblemente contagiosa y virulenta.
El libro del día del juicio final nos traslada hasta el año 2054, una época en la que los viajes en el tiempo son usados de forma casi rutinaria por las universidades para estudiar con más detalle diversos periodos históricos. La joven Kivrin es una estudiante que está preparada para viajar al año 1320, en uno de los ‘retrocesos’ más lejanos hasta el momento, lo que genera que algunos de sus profesores se muestren tremendamente preocupados. Y es que aunque su viaje la llevará unos 28 años antes del surgimiento de la Peste Negra en Inglaterra, el profesor James Dunworthty se siente profundamente intranquilo enviando a la joven estudiante a uno de los periodos históricos más peligrosos. Cuando una situación inesperada obliga a decretar la cuarentena en Oxford, Kivrin quedará abandonada a su suerte en el siglo XIV.
Con una historia narrada en dos tramas principales (el ‘presente’ de 2054 y el pasado del siglo XIV), Willis construye una trama casi detectivesca, con los personajes rastreando un brote infeccioso de origen desconocido, donde la escritora de Colorado demuestra unas grandes dotes de anticipación científica y social. Y es que aunque la sociedad futura de Willis no parece demasiada lejana tecnológicamente (las videollamadas están a las orden del día, si, pero sin duda lo más llamativo es el uso del viaje temporal como fórmula cotidiana para estudiar el pasado), si que logra construir un más que creíble fresco de la conmoción social y del desconcierto científico que puede suponer una pandemia de origen desconocido.
El lector se quedará gratamente sorprendido (o terriblemente asustado) ante la capacidad previsora de la escritora de Connie Willis. En El libro del día del juicio final nos encontramos con todos esos elementos que hace algo más de un año habríamos calificado de ciencia ficción especulativa, pero que tras los sucesos de este 2020 nos parecerán realismo puro y duro: una cuarentena para contener una enfermedad cuya forma de contagio se desconoce, la lucha por logra mantener las existencias de los recursos básicos y los recursos médicos, la mezcla de caos y temor que guían a la sociedad (con su inevitable dosis de negacionistas y conspiranoicos), o el peligro que supone que en los cargos de poder se sitúen personas que parecen que se guían por la ignorancia y la estupidez.
Mientras en el Oxford de 2054 se desarrolla la “investigación policíaca” rastreando el origen del brote al tiempo que se desata el caos social, la joven Kivrin se encuentra abandonada en un 1320 que se parece poco a lo que temía. Si, hay pobreza, suciedad y brutalidad, pero también hay buenas personas dispuestas a ofrecerle su ayuda. El problema es que Kivrin no está segura de que haya viajado al lugar y momento adecuado, y deberá tratar de asegurarse de que todo ha funcionado bien sin despertar las sospechas de los que la rodean. Mientras tanto irá descubriendo los sueños, los anhelos o los miedos de aquellos con las que comparte sus días, todos esos pequeños o grandes sucesos que la historia con mayúsculas siempre parece olvidar pero que son los que de verdad guían las vidas reales.
En contra del desarrollo de la trama solo puedo señalar que el primer tercio de la novela puede ser un poco pantanoso, al pecar de un exceso de circunvoluciones sobre un mismo enigma (o, mejor dicho, sobre dos). Durante varios capítulos de las historias principales dos grandes dudas se repite en exceso sin que aparezcan las respuestas que puedan hacer avanzar la historia. Y es que tanto en la historia de 2054 como en la del supuesto 1320 sus personajes se ven incapaces de encontrar la solución a una sencilla pregunta, quedándose el lector con la sensación de que se dan vueltas sobre lo mismo, mareando en exceso la perdiz (y al lector).
Afortunadamente una vez Willis llega al corazón de su novela el desarrollo es tan ágil como efectivo, lanzándonos a una carrera contrarreloj contra la pandemia y otra en pos de la pura supervivencia. También juegan a favor los protagonistas principales, ya que tanto Kivrin como el profesor Dunworthy se convierten en dos personajes con los que el lector empatiza principalmente ante la humanidad y la fortaleza con la que se enfrentan a las situaciones terribles que les toca vivir. También gozan de una agradable cuota de protagonismo secundarios como la entregada profesora Mary Ahrens, el joven y decidido Colin o (en el pasado) la familia de la baja nobleza medieval donde destacan las hermanas Rosemund y Agnes.
Es sin duda el tramo final de la obra el que hará estremecerse al lector, en un descenso hacia la más terrible y terrorífica enfermedad que ha conocido la humanidad. Kivrin se convierte en nuestros ojos, en la testigo que nos lleva por las páginas del espeluznante libro del “Juicio Final” que se desató sobre la humanidad en la Edad Media. Un desenlace tan potente como emotivo donde el lector tendrá difícil mantener la compostura ante la pavorosa narración del drama que se desarrolla ante sus ojos y que sin duda es una más que creíble recreación de uno de los momentos más oscuros de la historia de la humanidad. Aún así, Willis se guarda una gota de optimismo y esperanza que hace que el final de su novela sea tan agridulce como perfecto.
El libro del día del juicio final es una deslumbrante muestra de lo que la imaginación y la capacidad analítica de una autora de ciencia ficción puede lograr cuando examina con cuidado nuestra realidad. Connie Willis nos lleva a un futuro no demasiado lejano donde un brote pandémico inesperado hará ponerse de rodillas a toda una ciudad, sembrando el caos, el desconcierto y el miedo. Al mismo tiempo nos traslada hasta una Edad Media que se despoja de los prejuicios que suelen sembrar su estereotipada imagen para mostrarnos los dramas reales y cercanos de los que la vivieron, personas tan de carne y hueso como el lector. Aunque tras la presentación inicial ambas tramas se empantanan un poco en el primer tercio de la obra, Willis construye una absorbente narración que estremece por la fidelidad con la que la escritora anticipa el derrumbe de una sociedad llevada por el pánico y la confusión que produce siempre lo desconocido. Igual de brillante es su recreación de la más oscura pandemia que ha azotado a la humanidad, una brutal enfermedad que sembró la muerte en la Edad Media y ante cuya furia ni Kivrin ni el lector podrán salir indemnes.
VALORACIÓN
FICHA
El libro del día del juicio final
Connie Willis
Nova
Traducción de Rafael Marin Trechera
Tapa dura con sobrecubierta, 784 páginas
El libro me llamaba la atención, pero no lo había leído por ciertas críticas malas que había leído, pero que ahora veo que tenían más que ver con lo que cuentas del primer tercio de la novela. Sabiendo esto, va a caer.
ResponderEliminarHace tiempo lo leí y lo disfrute mucho, aunque la parte del siglo XIV me atrapó tanto que la que sucede en el siglo XXI me había parecido inferior en comparación y leer sus capítulos era más un trámite. Hoy terminé de releerlo y la parte de la Edad media me siguió pareciendo la más solida y poderosa del libro, me conmovió nuevamente el final de esa parte, pero ahora disfruté más la historia del siglo XXI por los paralelos con la situación actual que vivimos y que mencionas en la reseña, curioso cómo cambia la lectura de un libro dependiendo el contexto en que lo leas. Un saludo.
ResponderEliminarSolamente vine por tarea XD
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