SINOPSIS: En un golpe de mano del destino, Iviqi y Jax, dos aventureros y vividores de poca monta, se topan con la posibilidad de participar en un torneo de artes Jhassai, la ancestral escuela de lucha y hechicería. El premio no es otro que la Armadura de la Luz, un artefacto legendario, perdido durante eones y sobre el que pesa una espantosa maldición.
RESEÑA: El mundo de la fantasía se nutre de la aventura pura y dura para mantener en marcha el motor de muchas novelas. Esto lo consigue con gran habilidad el sevillano Javier Miró en su nueva obra La Armadura de la Luz, una historia que reúne a un puñado de personajes (muchos de ellos fácilmente reconocibles por el aficionado a la literatura fantástica) para enfrentarse en un torneo plagado de trampas y amenazas ocultas. Con una trama plagadas de referencias 'roleras', mucha acción en su tramo final y bastantes sorpresas durante todo el desarrollo de la historia se convierte en una entretenida lectura en la que solo se echa en falta una mayor evolución en algunos de sus personajes.
Javier Miró opta por embarcarnos en una narración con un claro tono de "aventura de colegas" con la que rápidamente se mete en el bolsillo al lector. Iviqi y Jax son una pareja de mercenarios poco comunes: ella es una joven inexperta llena de ganas de aventuras, mientras que él es un veterano de vuelta de todo que solo trata de evitar los problemas. Evidentemente esta mezcla solo servirá para meterlos de cabeza en todo tipo de líos y embrollos. Su vida errante los acabará llevando hasta la ciudad de Melay, donde descubrirán que se está reuniendo una gran cantidad de guerreros que pretenden enfrentarse en un torneo con un premio digno de los dioses: la legendaria y todopoderosa Armadura de la Luz.
En esa misma dirección viajan el noble Haslor, futuro marqués de Erjkeraal, y su prometida Adaveia, una joven de origen humilde. La precaria situación económica de Haslor lo obligará a tratar con mercaderes y comerciantes para tratar de vender algunas de sus posesiones y así salvar la situación de su familia. Sin embargo, un robo inesperado lo hará embarcarse en una caza sin cuartel en pos de aquellos que lo han despojado de lo que es suyo.
Casi sin proponérselo todos estos personajes y un puñado más se verán envueltos en un juego de traiciones, dobles intenciones, secretos y engaños donde todos están dispuestos a apostarlo todo para hacerse con la mítica armadura. La novela tiene un arranque más pausado y lento, en la que el autor se toma su tiempo para presentar a toda esta amplia gama de personajes. Aunque hay algunos que son realmente atractivos desde el principio (la pareja desigual que forman Jax e Iviqi da mucho juego, sobre todo gracias al desconcierto continuo del primero y la tendencia a dejarse llevar por sus impulsos de la segunda), otros en cambio se vuelven demasiado pesados (sobre todo Adavela, a la que la falta de una evolución a lo largo de la novela la vuelven tan previsible y cargante que cuesta soportarla). El papel de Haslor como estereotipado noble prepotente y cargante resulta más comprensible de cara su rol en la aventura narrada, pero reconozco que como lector esperaba algo más de su joven prometida.
De una forma inteligente la novela apuesta por una circunscribir la trama a lo que ocurre en la ciudad de Melay, y aunque es cierto que el autor nos ofrece más detalles sobre un mundo que se adivina mucho más amplio, con numerosos pormenores de su historia o sus características más allá de esta sencilla urbe portuaria, no llegan a apabullar al lector. Eso si, en algunos momentos hay algunos personajes que revelan de golpe una cantidad de información nueva que hasta a los propios personajes les cuesta asimilar o creer, lo que puede ocurrirle también al lector.
Aunque como ya he comentado los dos primeros tercios de la novela son más pausados, en el momento en el que empieza el torneo propiamente dicho la obra coge mucho más ritmo. Se convierte una aventura imparable con un aire rolero muy entretenido, en el que los numerosos personajes se enfrentan a un sinfín de retos y amenazas, donde las espadas y la hechicería se desatan con todo su poder, y que nos lleva hacia un gran tramo final, sin duda la mejor parte de toda la novela.
El escritor sevillano logra montar una novela con un aire muy clásico y multitud de elementos que todos reconocemos fácilmente de la fantasía, con un tramo final sumamente aventurero y plagado de acción. La Armadura de la Luz cumple como novela de aventura fantástica, gracias una narración centrada en multitud de personajes que nos lleva a una ciudad donde esta plétora de guerreros, magos y mercenarios se enfrentarán para conseguir una legendaria armadura divina. Aunque quizá la novela se toma demasiado tiempo para sentar las bases de la aventura, una vez arranca el torneo su ritmo se vuelve mucho más dinámico, plagado de acción y con numerosas sorpresas para el lector. Solo se echa en falta una mayor evolución de algunos personajes (como la señalada Adaveia), pero el resto de protagonistas cumplen a la perfección con los roles que el lector puede esperar de ellos. El libro cierra todas las tramas abiertas con cuidado, aunque apuesta por un final ligeramente abierto, previsiblemente a la espera de nuevas aventuras que Javier Miró pueda ofrecernos en un mundo del que parece que todavía queda bastante por explorar.
Javier Miró opta por embarcarnos en una narración con un claro tono de "aventura de colegas" con la que rápidamente se mete en el bolsillo al lector. Iviqi y Jax son una pareja de mercenarios poco comunes: ella es una joven inexperta llena de ganas de aventuras, mientras que él es un veterano de vuelta de todo que solo trata de evitar los problemas. Evidentemente esta mezcla solo servirá para meterlos de cabeza en todo tipo de líos y embrollos. Su vida errante los acabará llevando hasta la ciudad de Melay, donde descubrirán que se está reuniendo una gran cantidad de guerreros que pretenden enfrentarse en un torneo con un premio digno de los dioses: la legendaria y todopoderosa Armadura de la Luz.
En esa misma dirección viajan el noble Haslor, futuro marqués de Erjkeraal, y su prometida Adaveia, una joven de origen humilde. La precaria situación económica de Haslor lo obligará a tratar con mercaderes y comerciantes para tratar de vender algunas de sus posesiones y así salvar la situación de su familia. Sin embargo, un robo inesperado lo hará embarcarse en una caza sin cuartel en pos de aquellos que lo han despojado de lo que es suyo.
Casi sin proponérselo todos estos personajes y un puñado más se verán envueltos en un juego de traiciones, dobles intenciones, secretos y engaños donde todos están dispuestos a apostarlo todo para hacerse con la mítica armadura. La novela tiene un arranque más pausado y lento, en la que el autor se toma su tiempo para presentar a toda esta amplia gama de personajes. Aunque hay algunos que son realmente atractivos desde el principio (la pareja desigual que forman Jax e Iviqi da mucho juego, sobre todo gracias al desconcierto continuo del primero y la tendencia a dejarse llevar por sus impulsos de la segunda), otros en cambio se vuelven demasiado pesados (sobre todo Adavela, a la que la falta de una evolución a lo largo de la novela la vuelven tan previsible y cargante que cuesta soportarla). El papel de Haslor como estereotipado noble prepotente y cargante resulta más comprensible de cara su rol en la aventura narrada, pero reconozco que como lector esperaba algo más de su joven prometida.
De una forma inteligente la novela apuesta por una circunscribir la trama a lo que ocurre en la ciudad de Melay, y aunque es cierto que el autor nos ofrece más detalles sobre un mundo que se adivina mucho más amplio, con numerosos pormenores de su historia o sus características más allá de esta sencilla urbe portuaria, no llegan a apabullar al lector. Eso si, en algunos momentos hay algunos personajes que revelan de golpe una cantidad de información nueva que hasta a los propios personajes les cuesta asimilar o creer, lo que puede ocurrirle también al lector.
Aunque como ya he comentado los dos primeros tercios de la novela son más pausados, en el momento en el que empieza el torneo propiamente dicho la obra coge mucho más ritmo. Se convierte una aventura imparable con un aire rolero muy entretenido, en el que los numerosos personajes se enfrentan a un sinfín de retos y amenazas, donde las espadas y la hechicería se desatan con todo su poder, y que nos lleva hacia un gran tramo final, sin duda la mejor parte de toda la novela.
El escritor sevillano logra montar una novela con un aire muy clásico y multitud de elementos que todos reconocemos fácilmente de la fantasía, con un tramo final sumamente aventurero y plagado de acción. La Armadura de la Luz cumple como novela de aventura fantástica, gracias una narración centrada en multitud de personajes que nos lleva a una ciudad donde esta plétora de guerreros, magos y mercenarios se enfrentarán para conseguir una legendaria armadura divina. Aunque quizá la novela se toma demasiado tiempo para sentar las bases de la aventura, una vez arranca el torneo su ritmo se vuelve mucho más dinámico, plagado de acción y con numerosas sorpresas para el lector. Solo se echa en falta una mayor evolución de algunos personajes (como la señalada Adaveia), pero el resto de protagonistas cumplen a la perfección con los roles que el lector puede esperar de ellos. El libro cierra todas las tramas abiertas con cuidado, aunque apuesta por un final ligeramente abierto, previsiblemente a la espera de nuevas aventuras que Javier Miró pueda ofrecernos en un mundo del que parece que todavía queda bastante por explorar.
VALORACIÓN 7/10
FICHA
La Armadura de la Luz
Javier Miró
Minotauro
480 páginas, rústica con solapas
21 euros
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