La variedad de perspectivas existenciales es algo que, afortunadamente, podemos conocer gracias al arte. Nos ofrece el regalo invaluable de abandonar nuestra propia existencia, limitada y unívoca, a través de la libertad que gozamos con las historias narradas por el cine o la literatura. Siempre diré que ponernos en otras pieles es una de las mayores fuerzas de la escritura, el hacernos descubrir la existencia desde otro punto de vista.
Precisamente, uno de los últimos artículos que os traje a los mecenas hablaba de ese tema, de esa capacidad de ponernos en pieles que se alejaban mucho de lo que podemos calificar de humanas. No es mi intención ser reiterativo, pero creo que la fantasía épica nos ofrece también otra vertiente muy interesante de ese potencial de mirar la historia desde otro foco. Me refiero a todas esas novelas que apuestan por mostrarnos el relato desde la perspectiva de personajes llenos de claroscuros, cuando no directamente malignos. Son esas sagas que nos ponen en el punto de vista de lo que podemos calificar de antihéroes.
Muchas veces, la gran mayoría de hecho, los personajes oscuros, terribles y monstruosos son los antagonistas del relato. Es la amenaza que enfrentan los héroes, la antítesis que busca destruir o acabar con los protagonistas de la historia. A veces, tenemos pequeños atisbos de sus mentes o sus vivencias, pero son solo piezas narrativas que sirven para reafirmarnos que estamos ante los perversos y crueles enemigos que hay que detener a toda costa para que el bien triunfe.
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Ilustración de Tommy Arnold para La Primera Ley. |
Pero con el paso del tiempo, han ido ampliando su influencia en la historia, girando la perspectiva narrativa para permitirnos conocerlos como los protagonistas o eje principal del relato. Porque ya no es raro que el centro de atención principal sea un héroe o heroína cuyos actos hacen dudosa esta atribución. Son personajes que enfrentan una realidad que les hace tomar decisiones oscuras, terribles y brutales, que se desenvuelven en realidades confusas donde el bien y el mal no son tan discernibles como nos gustaría. Estos nuevos personajes oscuros demuestran que en la fantasía épica los héroes se han ido infectando de algunas de las características de los villanos para mostrarnos un contexto existencial más complejo y dudoso. Son historias donde a los lectores nos cuesta más tomar bando sin sentirnos acosados por lo traumático de dicha decisión.