La variedad de perspectivas existenciales es algo que, afortunadamente, podemos conocer gracias al arte. Nos ofrece el regalo invaluable de abandonar nuestra propia existencia, limitada y unívoca, a través de la libertad que gozamos con las historias narradas por el cine o la literatura. Siempre diré que ponernos en otras pieles es una de las mayores fuerzas de la escritura, el hacernos descubrir la existencia desde otro punto de vista.
Precisamente, uno de los últimos artículos que os traje a los mecenas hablaba de ese tema, de esa capacidad de ponernos en pieles que se alejaban mucho de lo que podemos calificar de humanas. No es mi intención ser reiterativo, pero creo que la fantasía épica nos ofrece también otra vertiente muy interesante de ese potencial de mirar la historia desde otro foco. Me refiero a todas esas novelas que apuestan por mostrarnos el relato desde la perspectiva de personajes llenos de claroscuros, cuando no directamente malignos. Son esas sagas que nos ponen en el punto de vista de lo que podemos calificar de antihéroes.
Muchas veces, la gran mayoría de hecho, los personajes oscuros, terribles y monstruosos son los antagonistas del relato. Es la amenaza que enfrentan los héroes, la antítesis que busca destruir o acabar con los protagonistas de la historia. A veces, tenemos pequeños atisbos de sus mentes o sus vivencias, pero son solo piezas narrativas que sirven para reafirmarnos que estamos ante los perversos y crueles enemigos que hay que detener a toda costa para que el bien triunfe.
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Ilustración de Tommy Arnold para La Primera Ley. |
Pero con el paso del tiempo, han ido ampliando su influencia en la historia, girando la perspectiva narrativa para permitirnos conocerlos como los protagonistas o eje principal del relato. Porque ya no es raro que el centro de atención principal sea un héroe o heroína cuyos actos hacen dudosa esta atribución. Son personajes que enfrentan una realidad que les hace tomar decisiones oscuras, terribles y brutales, que se desenvuelven en realidades confusas donde el bien y el mal no son tan discernibles como nos gustaría. Estos nuevos personajes oscuros demuestran que en la fantasía épica los héroes se han ido infectando de algunas de las características de los villanos para mostrarnos un contexto existencial más complejo y dudoso. Son historias donde a los lectores nos cuesta más tomar bando sin sentirnos acosados por lo traumático de dicha decisión.
No obstante esto no es algo nuevo ni reciente, porque lo cierto es que sus orígenes pueden rastrearse muy atrás en el tiempo. Hasta la misma Ilíada de Homero, que podemos considerar la cuna de la épica occidental, nos hace plantearnos si existen héroes en el sanguinario y descarnado conflicto entre los aqueos y los troyanos. Si los actos brutales de Aquiles y Héctor, masacrando sin piedad incontables enemigos, de verdad son tan gloriosos o nobles como podría pensarse. La ferocidad y crueldad del conflicto en Troya ya nos hace sentir que la épica bélica sirve para desnudar las más bajas y terribles de las pasiones humanas.
Pero no hace falta irse tan atrás en el tiempo. En la fantasía épica moderna, también se ha ido explorando esta perspectiva que demuestra que los héroes tienen una faceta más oscura. Desde el Conan de Robert E. Howard pasando por el Elric de Melniboné de Michael Moorcock o los mercenarios de La Compañía Negra de Glenn Cook, tenemos numerosos ejemplos de protagonistas que nos hacen retroceder espantados. Ni sus actos son tan gloriosos ni sus moralidades tan prístinas como podríamos desear en el héroe central del relato.
Este tipo de personaje más oscuro siempre ha atrapado mi interés lector, hasta el punto de que si están bien construidos se ganan todo mi cariño y devoción. Por retorcidos que sean, por miserables o terribles que sean sus actos, si su historia logra demostrarnos que en su interior cargan con sus propias tragedias, siempre logran conectar con nuestra propia y frágil humanidad. Y lograr empatizar con estos seres monstruosos nos hace aterrorizarnos ante lo cerca que podemos estar de convertirnos en uno de ellos.
Como me siento atrapado y seducido por este tipo de acercamiento narrativo, me ha parecido interesante que hagamos un recorrido por algunos de los personajes más memorables de este tipo de protagonista. Que veamos como sus debilidades y sus odios, sus anhelos y sus flaquezas, son los que los convierten en personajes tan tremenda y terriblemente humanos, para bien y para mal.
Todos ellos nos hacen vernos reflejados en sus tragedias, que retrocedamos espantados antes sus crímenes y que sintamos un lástima infinita por el dolor de sus funestas existencias. Porque lo cierto es que todos ellos son unos monstruos llenos de heridas, personas que tratan de hacer cambiar sus miserables existencias para dejar atrás un pasado oscuro pero que siempre están a punto de volver a caer en ese abismo.
Veamos pues estos hermosos y trágicos monstruos que muestran su brutal humanidad en las sangrantes heridas que portan, física o emocionalmente, y en el destructivo legado que van sembrando a su siniestro paso.
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