Cada vez que a George R. R. Martin le preguntan por
la Boda Roja, responde lo mismo: “No importa cuanto pueda inventar, hay cosas
en la historia que son así de malas o peores”. Y el escritor americano está en
lo cierto. Igual que su muro está parcialmente basado en el muro de Adriano que
defendía las tierras conquistadas por los romanos en Inglaterra de los 'salvajes'
del norte, y su guerra de los Cinco Reyes está inspirada por la Guerra de las
Dos Rosas del siglo XIV (en la que se enfrentaron las casas nobles York y
Lancaster por la corona inglesa), la Boda Roja también bebe de hechos
históricos reales. Según Martin se basó principalmente en dos: la Cena Negra y
la masacre de Glencoe, ambas ocurridas en Escocia.
LA CENA NEGRA
Durante el siglo XV el clan de los Douglas se hacía
cada vez más y más poderoso en Escocia. Por ese motivo, el resto de familias
nobles y el propio rey Jacobo II comenzaron a considerarlos como una amenaza
para la estabilidad y bienestar de la nación. Con el falso pretexto de acercar
posturas, Sir William Crichton organizó un gran festín en honor de los Douglas.
A ese festín asistió el propio rey de Escocia y como representantes del
poderoso clan Douglas acudieron William Douglas (el sexto conde de Douglas) y
su hermano.
La cena transcurrió con total normalidad en un
ambiente distendido, pero hacia el final de la misma comenzó a sonar un tambor
y se presentó a los Douglas un plato que consistía en la cabeza de un toro
negro (el símbolo de la muerte), con la correspondiente sorpresa y horror de
Sir William Douglas y su hermano. Tras esto los hermanos Douglas fueron
arrestados y llevados a Castle Hill, donde sufrieron una farsa judicial y
fueron decapitados. El resto del Clan Douglas se levantó en armas y asediaron
el Castillo de Edimburgo. Sir Crichton, dándose cuenta del peligro, rindió el
castillo al rey y fue elevado al título de Lord por evitar el derramamiento de
sangre.
LA MASACRE DE GLENCOE
En agosto de 1691 Guillermo III de Orange, rey de
Inglaterra, Escocia e Irlanda desde hacía dos años, hizo público que otorgaría
el perdón a todos los clanes de las tierras altas de Escocia que les jurasen
lealtad antes de que acabase el año, sin importar sus anteriores rechazos al
monarca. Una vez vencido el plazo, todos los clanes habían jurado lealtad al
rey excepto el clan MacDonald de Glencoe. Maclan, el jefe de los MacDonald no
pudo llegar a tiempo de hacer su juramento debido a diversas circunstancias adversas,
como el mal tiempo o haber acudido a un magistrado que no estaba legitimado
para aceptar el juramento. Con todos estos retrasos, Maclan finalmente pudo
realizar su juramente el día 6 de Enero, con seis días de retraso con respecto
al plazo previsto.
El consejero del rey Guillermo III, Sir John
Dalrymple, tenía planes secretos para el clan MacDonald y el retraso en el
juramento de lealtad de Maclan vino muy bien a sus intereses, así como a los de
otros clanes escoceses como el de los Campbell, que eran enemigos ancestrales
de los MacDonald. El consejero persuadió al rey de que castigara a los
MacDonald de manera ejemplar y lo convenció para que los escribanos de
Edimburgo no dieran fe del juramento y por tanto le quitaba toda validez. Con
esta situación sobre la mesa y a espaldas del rey, Sir John tenía todos los
motivos que necesitaba para poner en marcha su malvado plan.
Un contingente militar de unos 120 hombres,
comandado por los Campbell, acudió en aparente son de paz a Glencoe el 1 de
febrero y fue recibido con todos los honores. Los Campbell permanecieron con
los MacDonald acogiéndose a su hospitalidad durante doce días, pero durante la
madrugada del 13 de febrero se levantaron en armas y arrasaron los hogares de
los principales miembros del clan MacDonald y los asesinaron. El resultado fue
35 muertos y más de 300 huidos, de los cuales muchos murieron debido a las
tormentas y el mal tiempo.
Como podemos ver en ambos sucesos se incumplieron las
leyes de la hospitalidad y se acabó asesinando de forma cobarde a invitados
desarmados. Sin embargo, no son los únicos sucesos de ese tipo que recoge la
historia, ya que también podríamos recordar la Masacre del Templo Mayor en
México (cuando el conquistador Pedro de Alvarado permitió la reunión de la
nobleza mexica para una celebración religiosa y aprovechó para masacrar a estos
hombres y mujeres desarmados) o el final del califato omeya (cuando el nuevo califa
Abu-al-´Abbas temeroso que la influencia que aún poseían los omeyas pudiera
amenazar el derecho al trono de su familia invitó a sus rivales a la ciudad
palestina de Abú Futrus, donde se llevaría a cabo un banquete donde se masacró
a los omeyas asistentes). Por desgracia la mayoría de las veces la ficción se queda corta frente a la realidad, sobre todo si hablamos de la crueldad humana.
Hola Antiloo. El ejemplo de Roger de Flor es muy bueno, cierto. El y su compañía de mercenarios fueron traicionados y asesinados en un banquete por el emperador bizantino al que servían. Conocía la historia por no la recordé al escribir esto.
ResponderEliminarLo del anillo de los Nibelungos me era totalmente desconocido.
¡Gracias por comentar!
Un gran blog Dani,falta la historia del Laguna de Minolo pero bueno...jeje
ResponderEliminarNo en serio,muy buen trabajo!
Jaja, gracias por la sugerencia, la tendre en cuenta
Eliminar¡Sigue leyendo!