martes, 27 de septiembre de 2022

La casa del dragón 1x06: La princesa y la reina


El tiempo vuela y ya hemos cruzado el ecuador de la primera temporada de La casa del dragón. Un tiempo que vuela también en la misma línea cronológica de la serie ya que hemos asistido a un nuevo salto temporal, el más largo hasta el momento, y que nos lleva una década después del anterior capítulo. A mitad de temporada nos situamos así en lo que parece casi en un nuevo inicio, en el que me ha parecido el capítulos más plano de lo que llevamos de serie que sirve para presentarnos a las nuevas actrices (Emma D’Arcy y Olivia Cooke) que encarnarán a Rhaenyra y Alicent en su vida adulta, con una nueva galería de personajes en la prole de ambas mujeres y que serán personajes centrales para la sangrienta ‘Danza de los dragones’ que nos espera en futuras temporadas.
Bajo el título ‘La princesa y la reina’, lo que en cualquier otro mundo se podría imaginar como digno de un cuento de hadas se convierte en Poniente en un retorcido choque de ambiciones y egos. Sin embargo, aquí La casa del dragón ha bajado el nivel de intensidad respecto a anteriores capítulos, con un episodio mucho más monótono y menos memorable que sirve de presentación tanto de nuevos rostros para personajes ya conocidos como para empezar a introducir a nuevos protagonistas, que serán clave en la guerra civil que se atisba en el horizonte de los Siete Reinos.



Y es que como pronto vemos en estos diez años el matrimonio entre Rhaenyra y Laenor ha dado ya buenos frutos, al menos de cara al público, con tres hermosos vástagos. Tres chicos (Jacaerys, Lucerys y Joffrey) que en sus singulares rasgos portan la marca del peligro para Rhaenyra, ya que su ausencia del pelo plateado valyrio llama la atención a los de ojo atento o los enemigos de la princesa.
Y aquí tenemos a la primera de todos a la reina Alicent, que ya ha dejado bien atrás la nerviosa y tímida dama que era para convertirse en una mujer estricta y de firmes convicciones, que parece movida por una visión tradicional y honorable del mundo. Que Rhaenyra esté engendrando bastardos Targaryen le parece un insulto al rey, pero también es un peligro mucho más directo para sus propios retoños (Aegon, Helaena y Aemond), a los que quiere ver como únicos herederos del cada vez más decrépito Viserys. Todo ello nos lo muestra a las claras cuando alecciona despiadadamente a su primogénito Aegon, al que ahora manipula como su padre Otto hizo en su momento con ella. Trágico como se repite la historia, ¿verdad?
Mientras tanto, los hijos de Rhaenyra y Alicent se nos habían mostrado todavía bastante unidos, hasta que las tiranteces crecientes entre sus madres han hecho que los adultos que los rodean empiecen a separarlos. Punto culminante nos lo ofrece el momento del entrenamiento en el patio de armas (con claras reminiscencias a la primera temporada de Juego de tronos) bajo la guía de Criston Cole. El caballero blanco se ha convertido ya en un implacable enemigo de Rhaenyra, y no duda en llevar al límite a Harwin Strong para demostrar lo que se ha convertido en la comidilla de toda la corte. Todo ello ya nos lo habían hecho evidente a los telespectadores sin necesidad de una palabra, con la interacción entre Rhaenyra, Laenor, Harwin y los pequeños.


Si hay algo que me ha gustado especialmente es como se nos muestra ese Harwin Strong que trata de ejercer de padre en la sombra, protector y cariñoso en la distancia. Un punto que sirve para tratar de darle más peso a su trágico asesinato, aunque hay que reconocer que la tremenda rapidez con la que aparecen y desaparecen los nuevos personajes juega muy en contra del impacto emocional que puedan dejar en los telespectadores. Un poco más de tiempo en pantalla podría servir para ello, pero el ritmo acelerado que marcan los saltos temporales de esta primera temporada de la serie no dejan lugar a hacerlo con numerosos secundarios.


Por el contrario, el rechazo y asco que despiertan otros personajes con un arco protagónico más extenso sigue creciendo. Al menos eso es lo que me causa a mí ver la triste evolución de Criston Cole, transformado en un odioso caballero al que su herido orgullo lo ha convertido en ciego enemigo  de Rhaenyra y su bando. Bajo su máscara de noble guerrero, enfundado en la pura capa blanca, no duda en azuzar a los chicos que tiene bajo su tutela, sembrando semillas que germinarán de la forma más amarga. Al menos hemos tenido la ocasión de ver como Harwin Strong le parte la cara a "Ser perfecto", algo es algo.


También hay sitio en el episodio para mostrarnos que ha sido de Daemon Targaryen en estos diez años, alejado de Poniente junto con su esposa Laena y sus hijas. El príncipe se ha apartado del camino de la violencia para refugiarse en la anodina paz de los libros, leyendo las historias de sus grandiosos antepasados y siendo consciente de que su propia vida no tiene ninguna relevancia. Todo estalla por los aires cuando el nuevo embarazo de Laena termina de la forma más trágica posible. Como parece que a los guionistas no les parecía suficiente mostrar en repetidas ocasionas lo sangriento y mortales de los partos en Poniente (desde la brutal muerte de la reina Aemma al inicio de la serie hasta el tremendista parto de Rhaenyra en este mismo capítulo), han considerado que tenían que llevarlo a un nuevo nivel. Así la joven Laena Velaryon ha puesto fin a su sufrimiento y su vida bajo la llamas de la poderosa Vaghar, la dragona viva más vieja de los Siete Reinos. Por supuesto, y en la línea que parece mantener la serie con el personaje, tampoco vemos a Daemon muy afectado lo que es una nueva oportunidad perdida para humanizar algo al príncipe Targaryen.
Mientras tanto, en Desembarco del Rey la princesa Rhaenyra ha sido consciente del riesgo que sus hijos representan, tanto para ella como para sus propias vidas. Primero ha tratado de cerrar una alianza matrimonial con Alicent que restañe las heridas entre ambas mujeres y sus respectivos bandos. Pero la firme posición de rechazo (por no decir directamente de asco) de la reina la ha obligado a plegar velas y buscar refugio en un lugar más seguro y apartado de las habladurías de la corta: la isla de Rocadragón.


La misma decisión (abandonar la corte) es la que había tomado Lyonel Strong, la Mano del rey, para proteger su honor llevándose con él a su hijo. Lo que parecía una buena decisión ha acabado en tragedia y ha servido para devolver al primer plano al siniestro Larys Strong, que sigue ganando fuerza como uno de esos personajes oscuros, fríos y peligrosos que tanto nos gustan ver en acción en los Siete Reinos ya que no duda en llevar a cabo los actos más terribles con tal de obtener el beneficio del poder. Aunque es cierto que en Fuego y sangre se nos ofrecen distintas alternativas para quién pudo estar detrás del trágico final de los Strong, la serie cambia el momento temporal en que ocurre y lo utiliza de una forma muy hábil para ensalzar la peligrosidad del calculador tullido. Eso sí, tengo que reconocer que el momento me ha sabido a poco y visualmente esperaba alguna escena mucho más violenta y explícita para el final de los Strong en la fortaleza maldita de Harrenhal. 


En cualquier caso, nos que quedamos con un episodio que sirve para presentarnos a las Rhaenyra y Alicenta adultas, así como a los nuevos personajes centrales que serán los hijos de ambas mujeres. Los tres hijos de Rhaenyra y los tres hijos de Alicent dan sus primeros pasos en  pantalla, dando ya los primeros indicios sobre sus distintas personalidades y sin ser todavía plenamente conscientes de que la situación de los Siete Reinos nos los dejará ser niños durante mucho más tiempo. Las dudas sobre la paternidad de los hijos de Rhaenyra hace que esta trate de firmar la paz con una Alicent cada vez más intransigente mediante una alianza matrimonial, pero una vez visto el fracaso no le ha quedado más remedio que batirse en retirada para buscar refugio en Rocadragón. Por el camino han caído nuevas piezas (los Strong, padre e hijo, borrados de un plumazo por la ambición del peligroso hijo menor de la casa) y hay sitio para que Daemon Targaryen siga apareciendo como un hombre frío al que solo le importa el mismo, y al que sus sueños de grandeza no tardarán en hacer retornar a los Siete Reinos para perseguirlos entre fuego y sangre. La nueva situación en Poniente sin duda se lo permitirá, para desgracia de muchos otros que lo pagarán con sus vidas.


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3 comentarios:

  1. A mí me ha dado la sensación de lo contrario respecto a la "humanización" de Daemon. Es cierto que no se le ve muy apesadumbrado por la muerte de Laena (algo sí), pero durante el parto se le pone en la misma situación que a su hermano Viseris en el primer capítulo. Mientras que éste decide hacer la cesárea, de la que sabe que Aemma morirá, Daemon decide lo contrario tras preguntar al maestre si Laena sobrevivirá y que le responda que no. No sé, me ha parecido un detalle interesante en un universo con tantos grises en la personalidad de los personajes.

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    1. Cierto, con el maestre antepone la vida de Laena a la de su posible hijo, y ahí se nos muestra más humano que su hermano el rey en una situación igual.
      Pero me ha jodido mucho como de frío se muestra Daemon con sus hijas, tanto lo que comenta una de ellas como en la escena en la que le vemos apartándose de ambas tras la muerte de la madre. Y es más triste cuando veo en redes que se rodó una escena en la que Daemon abrazaba a sus hijas tras la muerte y se acabó descartando incluirla. Una pena porque creo que hubiera hecho mucho en favor de Daemon.

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    2. Por no hablar que se obvia toda la buena relación que tuvieron Daemon y su esposa Laena con Rhaenyra, a la que visitaban frecuentemente en Rocadragón. Pero, bueno, después de ver que le hicieron responsable de la muerte de su anterior esposa cuando él se encontraba luchando a miles de kilómetros, ya no me sorprendo.

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