martes, 30 de agosto de 2022

La casa del dragón 1x02: El príncipe canalla




Los Siete Reinos tienen nueva heredera oficial en la joven princesa Rhaenyra pero por supuesto eso no será suficiente para tranquilizar los ánimos de los que ambicionan el poder. Como bien apunta en un momento del nuevo episodio aquella otra mujer dejada de lado como heredera, una Rhaneys que “pudo reinar”, los nobles estarán más que dispuestos a quemarlo todo antes que permitir que una mujer se siente en el sitial de Aegón el Conquistador. Una ominosa profecía de muerte y violencia que, como la nueva intro de La casa del dragón nos deja bien claro, amenaza con inundar de sangre todos los Siete Reinos.
Pero antes de que se inicie esta violenta Danza de los dragones que se intuye en lejana lontananza, es tiempo para la danza de los matrimonios. Porque sin duda este es principal hilo conductor de este segundo episodio, titulado 'El príncipe canalla' y que nos lleva unos meses después del anterior. Tras la muerte de la reina Aemma y el tiempo de duelo, empiezan a moverse aquellos deseosos de que el rey encuentre una nueva esposa para que los Siete Reinos tengan un heredero conveniente. Es decir, en este mundo donde las mujeres son meros vientres para engendrar, es necesario un varón.

A lo largo del capítulo veremos las dos principales candidatas, tal y como se nos narraba en Fuego y sangre. Una es la hija de Rhaenys y Corlys Velaryon, una cría cuya única preocupación debería ser jugar con muñecas pero que es ofrecida como la posibilidad de acabar con la brecha abierta entre los Targaryen y los Velaryion desde el gran concilio de Harrenhal (que vimos en el arranque del primer capítulo). La escena entre Viserys y su posible esposa es sin duda uno de los momentos con más sabor a medievo del nuevo episodio de La casa del dragón, y que acabará desembocando en lo que para Corlys Velaryion será un nuevo desprecio. 


La segunda candidata a posible esposa es el as bajo la manga de los guionistas (y se podría decir que también de la Mano del rey), aunque a los lectores de Fuego y sangre no nos pille de sorpresa. La joven Alicent Hightower, que con su dulzura, comedimiento y atención constante se ha ido ganando el interés del rey Viserys, salta ahora al primer plano de la atención de todos los Siete Reinos. Si la intención de Otto Hightower de situar a su hija en dicha situación parece más que evidente, la ambición de la joven chica no es tan clara. Su incomodidad y nerviosismo parece indicarnos que se encuentra en una situación que no desea, colocada entre la espada y la pared como obediente hija de un padre decidido. Lo que está claro es que la decisión de Viserys va a romper la cercana y sincera relación que existía entre Rhaenyra y Alicent, con ese emotivo momento vivido en el septo de Desembarco del Rey como punto álgido.




Antes de concluir este apartado no me puedo resistir a mencionar esa magnífica maqueta en la que trabaja Viserys durante su encuentro con Alicent, que recrea la antigua Valyria en toda su gloria y que le permite a los guionistas dejarnos una sugerente escena al hablarnos de sus lugares más impresionantes o de los poderes mágicos del ya desaparecido Feudo Franco. Igual de potente es el momento donde se nos habla del ya desparecido Balerion, el Terror Negro, y de Vhagar, el último de los grandes dragones que contempló Valyria en su gloria. Son de esos instantes que traen a primer plano la riqueza y potencia de la amplia historia imaginada por George R. R. Martin para su mundo fantástico, y que como lector colma mi satisfacción ante el cariño con el que es tratado el material original.

Pero volvemos al episodio para hablar de quien me parece la figura más destacable. Y es que  si hay un personaje que crece momento a momento en la historia de La casa del dragón es sin duda Rhaenyra Targaryen. Es imposible no caer rendido ante la joven heredera, tan dispuesta como decidida, inteligente y valiente, capaz de pensar por si misma (como nos muestra la escena de la elección de Ser Criston Cole para la guardia real) y que no duda en actuar cuando la situación lo requiere (como veremos en el enfrentamiento de Rocadragón del final del episodio). 
Sin duda una heredera más que capaz para el reino, pero que carga con la desgracia de ser una mujer en una sociedad tremendamente machista que ni siquiera la tiene en verdadera consideración como posible reina. La tragedia de Rhaenyra va tomando así forma a su alrededor, mientras sirve de copera, convertida en un hermoso adorno para el consejo que gobierna los Siete Reinos mientras los señores que lo conforman se mueven para encontrarle un sustituto varón. La palabra dada en la escena del final del primer capítulo parece cosa del pasado, un juramento a favor de Rhaenyra que el nuevo matrimonio del rey hará quedar todavía más en el aire.


El contrapunto de Rhaenyra nos lo ofrece Daemon Targaryen, ese príncipe canalla que da título al episodio, tan imprevisible como peligroso. Peligroso para el resto de los Siete Reinos, como certeramente le hace notar su amante Mysaria, que le señala que su posición lo protege pero que los que sufrirán las consecuencias de sus actos violentos y mal medidos serán aquellos que están a su alrededor. Su situación como segundo hijo y su orgullo herido al ser dejado de lado como posible heredero le hacen comportarse de forma tremendamente impulsiva (desde ocupar Rocadragón, el hogar ancestral de los Targaryen, a atreverse a robar un huevo de dragón para su posible descendencia), como si de un niño malcriado se tratara que solo parece querer llamar la atención.
Aquí se puede señalar algo que este nuevo episodio nos muestra a las claras. Ya comentaba en mi anterior análisis  que aunque el arranque de La casa del dragón nos había dejado una adaptación muy fiel al texto original de Fuego y sangre, pero que seguramente encontraríamos cambios y desvíos durante la serie. No ha tenido que pasar mucho tiempo para darme la razón. En este segundo capítulo nos encontramos todavía con una historia que mantiene el rumbo y el desarrollo de los personajes principales siempre fiel a la historia de George R. R. Martin, pero donde encontramos ya algunos cambios menores.
Así por ejemplo, en la serie el príncipe Daemon hace toda una pantomima fingiendo que va a tener un hijo para hacerse con un huevo de dragón, mientras que en Fuego y sangre si que Mysaria está embarazada (y abortará más adelante, obligada a exiliarse de los Siete Reinos). Pero en general el desarrollo de los sucesos es básicamente el mismo, con un Daemon obligado a obedecer “de mala gana” (como se nos dice en Fuego y sangre), devolviendo el huevo de dragón.




Todo esto les permite a los guionistas de la serie desarrollar toda una gran escena en Rocadragón que pone sobre el tapete la tensión creciente entre Daemon y Otto, así como la vital intervención de Rhaenyra para salvar la situación. Siendo un añadido de los guionistas, expandiendo lo poco que se nos dice en la obra de Martin, reconozco que me ha encantado ver este enfrentamiento, sobre todo para desnudar el infantil comportamiento de Daemon así como recalcar la valía de la joven Rhaenyra. 

Lo único que varía entre lo que hemos visto en la serie y lo que nos narraba Fuego y sangre es que en este último el aborto de Mysaria hace que Daemon pierda el cariño que siente por su hermano mayor, y desde entonces solo “habló de Viserys con desdén, y se puso a maquinar día y noche para hacerse con la sucesión.” Queda por ver es si La casa del dragón tomará aquí un rumbo diferente en su desarrollo, o sucesos futuros cambiarán la forma en que Daemon se comporta de cara a su hermano el rey. Porque aunque el príncipe parece empeñado en declararse el legítimo heredero de Poniente, no ha estado dispuesto a dar el paso final: acabar con la única que se interpone en su camino, su sobrina Rhaenyra. 




En cualquier caso, este segundo capítulo concluye con la alianza de los segundones: Daemon y Corlys que unirán sus fuerzas para demostrar a los Siete Reinos de lo que son capaces de lograr. Y lo harán plantando cara al pirata myriense  que se ha adueñado de una parte de los Peldaños de Piedra: ese infame Craghas Drahar, el benefactor de los cangrejos, del que ya se nos hablaba en el primer capítulo y al que ya podemos ver (brevemente) en acción. La guerra por los Peldaños de Piedra nos aguarda en el próximo episodio, y sin duda Daemon no va a ser tan comedido a la hora de usar los dragones como su hermano mayor.
El segundo episodio de La casa del dragón puede no ser tan espectacular como su arranque, pero sin duda es clave para entender el desarrollo de todo lo que está por llegar. La serie va ahondando en los bandos que se están formando alrededor de Viserys y de su posible sucesión: mientras Rhaenyra empieza a ser consciente de lo endeble de su situación, los que rodean al rey siguen tirando de él para llevarlo hacia donde les interesa. La tensión creciente entre el bando de Otto Hightower y el del príncipe Daemon, empeñado en mantenerse como el verdadero heredero, llega a su culmen en los sucesos de Rocadragón, donde la victoria pírrica pertenece a Rhaenyra. Y es que el ganador último ha sido la Mano, cuya joven hija será la nueva reina de Poniente y la que puede ofrecer un heredero varón para el Trono de Hierro. Por el momento vencedores y vencidos disfrutan de lo conseguido o se lamen las heridas, pero más les vale prepararse para lo que está por llegar. Porque como bien sabemos, la rueda de la fortuna siempre está dispuesta para girar en los Siete Reinos, y si uno se despista puede acabar aplastado por su implacable marcha.


Capítulos anteriores:

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5 comentarios:

  1. Aunque el capítulo me ha gustado, todo lo que rodea a la escena de Rocadragón me ha parecido una tergiversación que no logro entender. Está claro que Daemon es odioso, pero se empeñan en mostrarlo como más odioso aún. Roba un huevo porque va a tener descendencia (como un crío, sí), pero lo ponen como que lo roba por si acaso (más crío aún). Él se vuelve con su esposa verdadera y manda a su amante de vuelta a su patria (es más obediente de lo que aparece en la serie). La muerte de su amante, con su descendencia, es debida a su forzoso exilio, lo cual hace más lógico el enfado de Daemon hacia su hermano.
    No sé, me da la sensación de que le quieren quitar cualquier matiz gris que el personaje pudiese tener.

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    1. Una cosa que mencioné cuando analicé el primer capítulo es que la serie va a quitar muchas de las brumas y dudas en que deja Fuego y sangre lo que ocurre, ya que muchas veces se ofrecían versiones opuestas sobre lo que pasa, según el 'historiador' que lo cuenta. Creo que este es un ejemplo, y al final nos acaba dejando un Daemon que se comporta como un niño malcriado. Si sigue así la serie van a conseguir hacerlo más odioso, a ver que ocurre en los próximos capítulos.
      Gracias por pasarte a comentar ;)

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  2. Gran análisis. Ahora me he puesto a leer Sangre y Fuego, que mejor momento. Jejeje.

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    1. ¡Muchas gracias! Disfrútalo, yo hice relectura del capítulo que veremos adaptado esta temporada para tenerlo fresco y me costó no seguir con el resto jeje

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    2. Para mí, es un libro muy entretenido al que la gente con la que he hablado lo ve como un aburrido tratado de historia. Sé que lo acabaré releyendo, el mejor indicador de que un libro me ha gustado.

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