Que todavía muchos se empeñen en tratar de reducir la importancia de la literatura fantástica, encajonándola como un mero entretenimiento menor o un puro ejercicio de escapismo, solo demuestra que no han podido ver más allá de su mismo envoltorio. La literatura sirve para hacernos reflexionar sobre nuestra realidad, tanto los hechos cotidianos menores como los eventos de mucha mayor escala, las grandes dinámicas sociales o culturales. Y precisamente la libertad que ofrece la ficción especulativa frente a los géneros realistas es que nos permite llevar cualquier propuesta a sus límites más extremos. Y no por un afán de evasión o de alejamiento de lo que vivimos diariamente, sino justamente por todo lo contrario. “Para mi la fantasía no es una ilusión, sino una forma de reflexionar sobre la realidad”, como ya apuntaba con toda claridad la siempre certera Ursula K. Le Guin en su comentario final en Las tumbas de Atuan.
La fantasía no es una mera evasión o una forma de escapar de una realidad que no queremos mirar de frente. Es todo lo contrario: la fantasía de calidad es aquella capaz de examinar, con ojo atento y visión crítica, el mundo que nos rodea para hacernos reflexionar sobre porque es así. Y por eso también nos ofrece la oportunidad de imaginarnos maneras de que sea diferente.
Sin duda, uno de los grandes temas sociales modernos sigue siendo la lucha por la igualdad entre los géneros. Con todo lo que llevamos andado del siglo XXI, el papel de las mujeres en las sociedades muchas veces sigue siendo infravalorado o despreciado. Algo que, como no podía ser de otra manera, también ha sido examinado por las historias que nos ha ofrecido la ficción especulativa.
La fantasía no es una mera evasión o una forma de escapar de una realidad que no queremos mirar de frente. Es todo lo contrario: la fantasía de calidad es aquella capaz de examinar, con ojo atento y visión crítica, el mundo que nos rodea para hacernos reflexionar sobre porque es así. Y por eso también nos ofrece la oportunidad de imaginarnos maneras de que sea diferente.
Sin duda, uno de los grandes temas sociales modernos sigue siendo la lucha por la igualdad entre los géneros. Con todo lo que llevamos andado del siglo XXI, el papel de las mujeres en las sociedades muchas veces sigue siendo infravalorado o despreciado. Algo que, como no podía ser de otra manera, también ha sido examinado por las historias que nos ha ofrecido la ficción especulativa.
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La doncella de Rohan, por Eleni Tsami. |
En sus inicios, la fantasía épica nació con una vocación de entretener a un gran público masculino, en publicaciones pulp donde el héroe tenía que ser indefectiblemente el hombre y la mujer era la dama en apuros, el personaje secundario a rescatar o seducir, o una mezcla de ambas opciones. Afortunadamente, no todos los autores se ciñeron a esa estrecha propuesta temática y a lo largo de su ya extensa historia la fantasía ha ido buscando ampliar la galería de personajes en los que centrar su atención.