viernes, 14 de marzo de 2025

Leer Malaz: Los jardines de la luna Capítulo 5

❗NOTA: tenéis todos los análisis recopilados en Leer Malaz: guía comentada del Libro de los Caídos.

Arrancamos la segunda sección de la novela, que engloba los próximos tres capítulos y que lleva por título genérico Darujhistan. Como podéis imaginar, nos presenta la nueva ambientación de la novela, donde conoceremos la ciudad que ya sabemos que es el próximo objetivo a conquistar por el Imperio de Malaz y hacia donde se dirigen nuestros Abrasapuentes. 
La sección arranca con un nuevo poema, que en esta ocasión es la primera aparición de un nombre que se volverá recurrente en los epígrafes iniciales de capítulos: Pescador. Habrá tiempo de profundizar más en su figura, porque veremos que es un afamado poeta, cuyos versos aparecerán no solo abriendo numerosos capítulos sino incluso citado por otros personajes de la saga. Pero por ahora es solo un mero autor poético del que ni siquiera se atreven a darnos una posible fecha de nacimiento. Erikson lo irá convertiendo en una figura central de la poética de su universo malazano, un personaje tan célebre como misterioso.
Este primer poema nos adelante la nube negra que amenaza la ciudad, llegando sobre las tranquilas aguas del lago, y que gracias a lo que veremos en los próximos capítulos podemos identificar con la llegada de Engendro de Luna cruzando sobre el lago Azur. Además, los versos ya nos anticipan el importante papel que juega la fortuna en la trama, que se ha ido preparando en los capítulos previos con la intervención de Oponn y que veremos en este quinto capítulo en un momento clave. 

Darujhistan, por Julia Stumpe.



El capítulo arranca estableciendo la fecha cronológica en la que estamos, y es algo que en un primer momento puede desconcertarnos porque es completamente diferente de la que se ha estado manejando hasta ahora (donde teníamos fechas según el Sueño de Ascua). Al principio, el lector puede incluso creer que estamos en una escena que nos ha llevado al pasado o a un momento temporal diferente, pero no hay que avanzar mucho en la narración para descubrir que estamos en el mismo momento cronológico que los capítulos previos.
¿Por qué esta nueva cronología, pues? Sirve para establecer un elemento central de la saga malazana, y es la gran diversidad de culturas y civilizaciones que conoceremos. El mundo donde se desarrolla el Libro de los Caídos es muy amplio, y no todos los lugares se ciñen a una misma forma de medir el tiempo, que como bien sabemos es algo sumamente subjetivo. Cada pueblo, cultura o civilización suele tener la suya propia, y esto es algo que Erikson plasma en su saga para ayudar a cimentar la credibilidad de que estamos ante un entorno vivo, donde las distintas civilizaciones tienen sus propias particularidades y sus propias formas de ver la realidad. Una de ellas es su propia forma de medir el tiempo.
En este libro segundo de Los jardines de la luna Erikson nos está llevando a un ambiente y una cultura completamente diferente del Imperio de Malaz, hasta la milenaria ciudad de Darujhistan, que se enorgullece de su longeva historia, y de ser un lugar civilizado con sus propias normas y costumbres, en un entorno que por lo tanto cuenta con su propia forma de medir el tiempo. 


KRUPPE
La primera escena del capítulo también desconcierta y descoloca, porque veremos que estamos dentro de un sueño. Algo que ya nos adelanta el nuevo poema que funciona de epígrafe inicial, que también firma el insigne Pescador y que ya establece el puente hacia la particular forma de arrancar la presentación de esta nueva trama. Y lo hace de la mano de uno de los personajes más singulares, llamativos y difíciles de clasificar de toda la saga: el inigualable KRUPPE.
Lo acompañamos en un viaje en sueños, donde este abandona la ciudad de Darujhistan. De hecho, nada más empezar la narración ya nos apuntala la amenaza que se cernirá sobre la urbe, porque Kruppe “sabía que su mente estaba huyendo, que huía de la ciudad condenada que había dejado a su espalda, huyendo de la oscuridad cuyas cavilaciones daban forma a un nubarrón negro sobre la urbe.” Darujhistan es el próximo objetivo del Imperio de Malaz, así que su futuro no parece nada halagüeño.
Quizá más importante aún es que se nos dice que “sobre todo, huía de todo cuanto sabía y de todo lo que era.” El nuevo protagonista de la saga es de todo menos convencional, y el misterio envuelve su personalidad, sus poderes o sus intenciones. Aunque algunas de ellas podremos ir desentrañándolas estando atentos a la narración.

Kruppe, por Marc Simonetti.


Porque este arranque ya nos señala que Kruppe tiene el “talento” y que “tenía en la cabeza el poder de la adivinación, y no podía negarlo por mucho que lo intentara.” Así pues, ya se nos pone en guardia con los poderes de anticipación que posee este verborreico personaje, que se explaya ante nosotros en largos y enrevesados monólogos donde va dejando caer pistas de lo que adivinado, lo que averiguado y lo que planea. Si, cada vez que nuestros obeso amigo habla es fácil perderse en sus retruécanos verbales, pero siempre nos va a dejar pistas a las que conviene estar atentos.
El viaje de Kruppe acaba en una encrucijada a las afueras de Darujhistan, donde hay una fonda. La elección narrativa no es nada casual (nada lo es en Malaz), porque si hay un elemento que se repite en los distintos folclores es que los cruces de caminos son lugares de encuentro entre dos mundos, lugares liminales de contacto con otras realidades (ya sean estas oníricas, sobrenaturales o divinas). En este caso, vemos como ese contacto es con el conocimiento que el mismo personaje ha obtenido gracias a sus talentos mágicos, y que se nos va a presentar gracias a una conversación con los distintos aspectos de la propia personalidad de Kruppe. Una forma tan singular y original que ya muestra la capacidad de Erikson de romper los esquemas habituales de la fantasía, para presentarnos lo que ya sabe (o intuye) el personaje así como el rumbo de su trama en lo que está por venir. Todo ello, recalcando la pomposidad y el autobombo que se da siempre Kruppe, que ha matado su humildad (literalmente) y que está encantado de haberse conocido, que dice la frase hecha.
Y es que Kruppe se encuentra conversando con un grupo de mendigos hambrientos (la manifestación no puede ser más evidente, cuando muy pronto veremos que el personaje siempre está comiendo, o pensando en comida, o hablando de comida). La escena onírica se nos desvela como un coloquio de Kruppe con las distintas facetas de su propia personalidad: sus dones, virtudes y dudas, según se nos dice. Solo hay una que falta, que nos hemos encontrado colgada como un muerto en un árbol junto a la encrucijada, y que el desenlace de la escena nos desvela: “Eres la humildad, pero, como todo el mundo sabe, la humildad no tiene lugar en la vida de Kruppe, recuérdalo. De modo que aquí te quedas.”
En cualquier caso, la conversación sirve para sepamos que Kruppe ha percibido la moneda que gira, ese elemento que lleva anunciándose desde los capítulos previos y que en este mismo capítulo por fin tomará manifestación concreta. Kruppe la ha oído, sabe que es una señal de una intervención divina y reconoce que es un hombre que está dispuesto a desafiar a los dioses en su propio juego. Algo a lo que lo alientan sus distintas facetas cuando le dicen que “queremos que vuelvas, incluso exigimos que luches por la vida de Darujhistan, por la vida de tus muchos amigos y por la vida del joven a cuyos pies caerá la moneda.”

La moneda, por Slaine69.

Kruppe es tan grandilocuente y rimbombante, que solo él puede converse a si mismo de que tiene que salir en defensa de su ciudad y sus amigos, cuando Darujhistan está tanto el ojo de un Imperio mortal como de los juegos divinos. Porque después de tanta anticipación, este es el capítulo donde por fin veremos como la moneda entra en acción, convirtiéndose en una pieza clave de la intromisión de los ascendientes en lo que va a ocurrir en esta ciudad. 
“Esta noche, la moneda cae. Kruppe debe asumir su lugar en el centro de las cosas”, es la decisión que acaba tomando en este onírico debate consigo mismo. La escena nos presenta de una forma magistral a Kruppe, este rimbombante, confuso, inteligente y talentoso personaje que tendrá un importante papel en el drama que se desarrollará en Darujhistan, y que nos muestra así su determinación de interponerse en los planes de los dioses. Y todo solo porque lo encuentra un desafío a su altura, que considera a las divinidades “las víctimas más propicias” para su agilidad mental. Magnánimo y astuto Kruppe, que diría de si mismo.


AZAFRÁN
La novela nos lleva entonces a la noche de Darujhistan, en la que será la primera presentación de la ciudad propiamente dicha. Llevamos mucho escuchando hablar de la urbe, el próximo objetivo del Imperio de Malaz, pero ahora es cuando por fin podemos entrar en esta localización que será central en lo que queda de Los jardines de la luna.
La primera descripción de Darujhistan ya nos muestra lo singular y llamativo del lugar. Estamos ante una grandiosa ciudad que se enorgullece de tener 2000 años de historia a sus espaldas y que desde hace 900 años goza de iluminación gracia al gas que canalizan de las enormes cavernas que hay bajo ella. Eso permite que siempre esté iluminada con un brillo verdeazulado, aunque muchas de sus callejuelas sean lugares techados, ya que “los tejados de Darujhistan presentaban superficies llanas, de tejas curvadas, torres que remataban en un cono, campanarios y plataformas recargadas con tal caos y profusión de adornos que, a excepción de las calles mayores, el resto de la ciudad permanecía siempre oculta al sol.” 
Como vemos, Erikson siempre busca alejarse de las ambientaciones más convencionales o habituales en la fantasía épica. Su ciudad del fuego azul es un gran ejemplo de ello, con una urbe donde los magos, hechiceros y ladrones caminan por calles siempre iluminadas por las llamas alimentadas por el gas subterráneo. Un toque de steampunk, podríamos decir, para la fantasía épica que propone Erikson y que es un primer indicio de muchos otros desarrollos más propios de la ciencia ficción que veremos en los libros por venir de la saga.
Además, la gran abundancia de tejados planos ya se nos  recalca que permite que los ladrones y asesinos se desplacen por allí para recorrer toda Darujhistan en sus infames cometidos. Algo que no tardamos en descubrir en esta nueva trama que arranca ahora en Los jardines de la luna.
Porque precisamente todo esto lo vemos mientras conocemos a nuestro nuevo protagonista, AZAFRÁN Jovenmano, un chico de 17 años que es ladrón. El chico quedó huérfano muy pequeño, con solo cuatro años, y fue criado por su tío Mammot, un alquimista más interesado en libros polvorientos y sus extraños experimentos. Así que el chico ha optado por buscar una vida más emocionante como ladrón.

Mammot y su sobrino Azafrán, por Kremena Chipilova.

Vemos como el osado joven se introduce en la mansión de los D’Arle, una importante y rica familia noble de la ciudad, para robar en la habitación de su hija más joven. Azafrán no solo se llevará todo lo que encuentra de valor, sino que no puede resistirse a acercarse a observar a la chica durmiendo, que se ha convertido en la comidilla de la ciudad porque la están buscando pretendiente. Al ladrón se le grabará en su mente la imagen de la hermosa joven durmiendo plácida y semidesnuda en su lecho. Después, abandona el lugar para volver a deslizarse silencioso sobre los tejados de Darujhistan.


LA GUERRA DE LOS ASESINOS
Nuestro joven ladrón no es el único que está ocupado esa noche. No muy lejos de él se encuentra Talo Krafar, un asesino de la Guilda. Esto es importante porque se nos hace saber que aunque hay un concejo de nobles que gobierna Darujhistan a la luz del sol, también existe una Guilda de asesinos que gobierna “de noche, invisible, y no dejaba testigos. Así había sido siempre desde que se puso la primera piedra en Darujhistan junto a las orillas del lago Azur.” Una vez más se nos hace hincapié en como los tejados planos de la urbe son el lugar que los asesinos usan para desplazarse sin ser detectados, para llevar a cabo sus misiones y donde libran sus ocasionales enfrentamientos entre clanes.
Y el propio Talo Krafar está sangrando, porque ha sido alcanzado por un virote de ballesta en el hombro izquierdo. Le ha atravesado por completo y sabe que es el arma de un asesino. Eso le hace sospechar que ha estallado una guerra de asesinos, y que hay alguien que quiere sustituir a la líder de la Guilda, Vorcan.
El asesino herido decide buscar refugio en un lugar alto, que le permita acechar a quien haya tratado de matarlo. Lo hace en el campanario del templo de K´rul, un lugar completamente abandonado desde hace generaciones y donde nadie adora ya al dios. Desde allí, acecha a la espera de que aparezca su agresor desconocido para acabar con él.




Y justo entonces aparece en los tejados nuestro desprevenido Azafrán. El asesino herido lo ve en la distancia y le apunta con su ballesta. Dispara su arma sabiendo que no fallará. Sin embargo en el tejado de enfrente, Azafrán escucha una moneda que cae a sus pies, resonando con un estrépito sobrenatural. Por acto reflejo, el joven ladrón se agacha a recogerla y eso le salva la vida: el disparo de la ballesta solo le pasa rozando.
Talo no se puede creer que haya fallado, pero tampoco le dura mucho su incredulidad. A su propia espalda surge una figura que lo apuñala hasta la muerte y lo lanza al patio del templo de K’rul. Desde la distancia, Azafrán lo ve, así como el descenso mágico del asesino desconocido, al que se unen otras dos figuras más en sombra que se lanzan inmediatamente  darle caza.
Azafrán se lanza a una huida desesperada, saltando por los tejados de Darujhistan, perseguido por estos asesinos desconocidos que no puede identificar. Siempre parece escapar del golpe mortal de pura suerte, en el último instante. Su carrera alocada lo conduce finalmente hasta la taberna del Fénix, donde se refugia a salvo de sus oscuros perseguidores.
Desde un tejado justo enfrente de la taberna, los tres asesinos observan la desaparición de su presa. Los tres están convencidos de que todo el asunto ha salido demasiado torcido como para ser natural, y no tienen dudas de que un ascendiente se ha entrometido en ello. Aparece entonces la comandante de los asesinos, y aunque sus subordinados parecen dispuestos a eliminar todos los testigos de su guerra contra la Guilda, esta se lo prohíbe. Según afirma la mujer, lo que cuente este testigo podría ser beneficioso para sus esfuerzos en la ciudad del fuego azul.

Mapa original de Darujhistan, dibujado por Steve Erikson.



SPOILERS del final de LOS JARDINES DE LA LUNA 

En este capítulo se nos presentan muchos elementos que cuya importancia o relevancia solo puede ser valorada cuando se ha terminado la lectura del libro. Son eso codazos al lector que va haciendo Erikson, de forma casual en ocasiones, y que nos apuntan detalles clave para hacer la trama más redonda una vez se ha completado todo el viaje del primer libro.
Vamos a verlos con detalle.
Por supuesto, lo más evidente es la aparición de la moneda, que ha venido anticipándose en distintas visiones o profecías  en todo el primer tercio de Los jardines de la luna. Como hemos visto en las entregas anteriores de la guía, ya se señalaba que estaba relacionada con Oponn, los dioses mellizos del azar y la fortuna, y vemos como efectivamente su entrada en escena está marcada por un golpe de suerte capital.
Y es que el ladrón Azafrán está a punto de ser asesinado por equivocación, tomado por un asesino, pero la suerte de Oponn ayuda al joven de forma inesperada. La moneda (suponemos que forma parte del botín que acaba de lograr) cae a sus pies, resonando de una forma tan sobrenatural que el chico la recoge por acto reflejo y eso le salva la vida. Esto lo convierte en el portador de la moneda que será clave en el desarrollo de Los jardines de la luna y que muchos de los personajes de la novela buscarán, protegerán o tratarán de acabar con él.
Como vemos al final del capítulo, hasta sus misteriosos perseguidores están seguros de que hay un ascendiente que ha intervenido, y aunque ellos todavía no lo saben para el lector queda bien claro que son los Mellizos del Azar los que se han entrometido. Al menos, si ha estado atento a los avisos que nos han ido haciendo las lecturas de la baraja de los dragones que ya hemos comentado. 
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El segundo elemento importante en la trama de Los jardines de la luna que aparece en este capítulo es el templo de K’rul. Vemos como el asesino Talo Krafar busca refugio en allí por dos razones: es un lugar alto, perfecto para vigilar su entorno, y está abandonado desde hace mucho tiempo. Esto último es lo que nos importa más, porque ya nos señala que K’rul es una divinidad olvidada en el mundo malazano.
Se nos describe un templo decrépito y antiguo, abandonado, formado por “un patio circular, enmarañado con hierbajos e irregulares dólmenes semienterrados. Frente al patio se alzaba el templo de K’rul, cuyas antiguas piedras estaban cubiertas de grietas y sepultadas por el musgo. El último monje del dios ancestral había fallecido hacía generaciones.
Si miramos en el glosario final del libro, ya se nos especifica que K’rul es un dios ancestral. Un detalle que ahora no parece importante, pero que establece una diferenciación dentro del panteón que la saga nos irá explicando más adelante y que será un elemento esencial en la trama más amplia de la decalogía.
El detalle clave es que Talo Krafar es asesinado en el campanario del templo y su cadáver es arrojado al patio del mismo. Algo más adelante, en el capítulo 7, sabremos que su sangre derramada cayó sobre “la piedra que tiempo ha fue consagrada” en el nombre del dios y esto despertará al dios ancestral. El propio K’rul confirma esto, y ya nos apunta la importancia de la sangre en la adoración de los dioses ancestrales, y que este sacrificio inesperado es lo que le permite a la divinidad volver a estar activa de nuevo en el mundo. Algo que en principio parece restringido solo para la trama de Los jardines de la luna, pero que como veremos más adelante será una pieza importante en la trama más extensa del resto del Libro de los Caídos. 
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Finalmente, tenemos el inicio de la guerra de asesinos en los tejados de Darujhistan. Vemos como se nos presenta un conflicto que en principio parece ser una lucha interna dentro de la propia Guilda para acabar con la líder actual, Vorcan.
La cuestión es que los siguientes dos capítulos nos ayudarán a identificar a los asesinos misteriosos que acaban con Talo Krafar y persiguen sin éxito a Azafrán. Y es que en este capítulo se hace hincapié en “los ojos del asesino, con su peculiar forma”, o que “siseó un hechizo en una lengua más antigua que el propio campanario y el templo, una lengua que nadie había escuchado en aquellas tierras desde hacía milenios”. 
Pues bien, justo en el siguiente capítulo entrará en escena Anomander Rake, y se recalcará lo imponente de sus ojos angulosos, de pupila vertical y que cambian constantemente de color. Este es el detalle que ya nos señala que los asesinos misteriosos son tiste andii, que descubriremos que han sido mandados por el señor de Engendro de Luna que pretende acabar con la Guilda de asesinos. Y es que Rake sabe bien que el Imperio de Malaz suele aliarse con los clanes de asesinos de los lugares que quiere conquistar para que les ayuden a acabar con la casta dirigente. Así pues, quiere evitar que usen a los asesinos de Darujhistan y la mejor manera es que estos se liquiden entre sí, enzarzándolos en una lucha intestina promovida por estos ataques indiscriminados.
Por supuesto durante todo el texto no se identifica a ninguno de los personajes atacantes, pero por lo que se nos cuenta más adelante en Los jardines de la luna sabremos que se trata de la comandante Serat (la segunda al mando de Rake), acompañada de Korlat, Orfantal y Horult, los cazadores nocturnos de los andii. Todos ellos tendrán un papel destacado más adelante en la novela, así que podremos hablar con algo más de detalle de ellos, pero aquí ya se nos muestra lo temibles que son con ese apunte pasajero de que han liquidado a más de un ascendiente. 
(Nota final: Es curioso que el nombre del personaje en inglés es Serrat, pero en la traducción al español se optó por cambiarlo a Serat. No creo que haya ninguna razón al respecto, más allá de evitar un parecido homófono. ¿Alguien quiso evitar que esta tiste andii se hubiera podido arrancar a cantar “nací en el Mediterráneo”?) 
FIN DE SPOILERS

 

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