domingo, 25 de junio de 2017

Traducción de un interludio de Oathbringer de Brandon Sanderson

El próximo noviembre se publicará en inglés Oathbringer, la novela que nos devolverá de nuevo al espectacular mundo fantástico del Archivo de las Tormentas. La nueva entrega de la ambiciosa saga de Brandon Sanderson es sin duda uno de los libros mas esperados de este año, y para ir haciendo más ligera la espera os he ido trayendo traducciones de diversos adelantos leídos por el creador del Cosmere (podéis encontrarlo reunidos al final de esta entrada).
Hoy os traigo otra dosis más de la tercera novela de la saga ambientada en el tormentoso mundo de Roshar. El pasado 17 de febrero, durante su asistencia a la 54ª edición de la convención Boskone que se celebra todos los años en Boston (Massachusetts) Brandon Sanderson aprovechó para leer un nuevo fragmento de Oathbringer. En esa ocasión se trataba de uno de los interludios, esos capítulos que aparecen entre las diversas partes del libro y que nos muestran lo que ocurre en otros lugares de Roshar durante la trama principal de la novela.
Una vez más la traducción la he realizado basándome en la transcripción que se hizo de la grabación de la lectura de Sanderson, así que nos encontramos con una par de palabras (principalmente nombres de personas o lugares) de identificación dudosa, y que aparecen marcados con el símbolo [?]. También cabe señalar que es una primera versión del capítulo, así que todavía le falta pasar las revisiones con las que Sanderson suele pulir su trabajo.



INTERLUDIO 1

El monasterio de Yoksta normalmente era un lugar muy tranquilo. Ubicado en el bosque en lo alto de una colina en las laderas occidentales de los Picos Comecuernos, el lugar era un paraíso que pocos sabían que existía. Los mismos Picos bloqueaban la mayor parte de las tormentas y por lo general el monasterio sólo sentía la lluvia al paso de las altas tormentas. Lluvia furiosa, sí, y con algunos truenos. Pero nada de la terrible destrucción que uno podía encontrar en la mayor parte del mundo. Alista se tenía que recordar a si misma con cada tormenta que tenía suerte de estar aquí.  Los estudiosos fervorosos a menudo luchaban la mitad de sus vidas para ser transferidos aquí. Lejos de la política, las tormentas y otras molestias, en Yoksta te podías dedicar solo a pensar. Generalmente.
—¿Estás viendo estos números? ¡¿Están tus ojos por alguna razón desconectados del cerebro?!
—Veo los números. Pero te estoy diciendo que no podemos juzgar todavía. Tres casos no son suficientes.
—Dos puntos estadísticos marcan una coincidencia. Tres hacen una secuencia. Esto es suficiente. La Tormenta Eterna viaja a una velocidad constante, a diferencia de las altas tormentas.
—¡No puedes decir eso! Uno de tus puntos estadísticos, tan pregonado, es del paso original de la tormenta, que ocurrió como un evento poco común.
Alista cerró de golpe su libro y recogió sus materiales. Irrumpió desde su rincón de lectura y lanzó una mirada a los dos fervorosos que discutían en el pasillo de afuera. Estaban tan ensimismados en su enfrentamiento a gritos que ni siquiera respondieron a la mirada, aunque había sido uno de sus mejores. Hubo una vez que podía silenciar esta biblioteca con una simple palabra. Ahora, todo el lugar se había vuelto loco.
Salió de la biblioteca, entrando en un largo pasillo con los lados abiertos a los elementos exteriores. Árboles pacíficos. Un arroyo tranquilo. El aire húmedo y las vides cubiertas de musgo que se abrían y se estiraron mientras se movían, extendiéndose al anochecer. Bueno, sí, una gran franja de árboles había sido aplastada por la nueva tormenta. Pero eso no era motivo para que todo el mundo se molestara. El resto del mundo podría preocuparse. Aquí se suponía que debían leer.
Empezó a poner sus cosas en un escritorio de lectura, cerca de una ventana abierta. La humedad no era buena para los libros, pero los lugares donde las tormentas eran débiles iban de la mano con la fertilidad. Sólo tenías que aceptar eso. Ojalá esos nuevos fabriales para sacar el agua del aire pudieran...
—¡...te digo que tenemos que marcharnos!,— exclamó una voz en el pasillo. —Mira, la tormenta va a devastar estos bosques. En poco tiempo esta pendiente será estéril y la tormenta nos golpeará con fuerza. ¡El edificio no fue construido para soportar ese tipo de castigo!
—Pero la nueva tormenta no tiene ese fuerte factor de viento, Bedam [?]. No va a derribar los árboles. ¿Has mirado las mediciones?
—Pongo en cuestión esas mediciones.
—Pero...
Alista se frotó las sienes. Su cabeza era calva como la cabeza de los otros fervorosos. Sus padres todavía bromeaban diciendo que se había unido a los fervorosos simplemente porque odiaba preocuparse por su pelo. Intentó ponerse tapones en los oídos, pero podía oír la discusión a través de ellos. Así que finalmente recogió sus cosas de nuevo, y cruzó el monasterio como una tormenta.
Tal vez en el sótano. Utilizando una esfera para iluminarse, tomó los largos escalones hasta el nivel inferior. No era realmente un sótano, sino otro edificio construido más abajo en las laderas. Los escalones estaban incluso fuera, descendiendo por una ladera boscosa. La inexactitud de llamarla sótano la molestaba, pero el término había sido usado todo el tiempo que se podía recordar.
Antes de llegar al monasterio se había hecho ilusiones sobre lo que sería vivir entre eruditos. No habría disputas. Ningún politiqueo. Bueno, no había encontrado que fuera así, pero generalmente la gente la dejaba sola. Y por eso tenía suerte de estar aquí. Se lo dijo a sí misma de nuevo cuando entró en el edificio del sótano. Era básicamente un zoológico.
Decenas de personas recolectaban información de abarcañas, hablando entre sí, zumbando sobre hablar con este alto príncipe o ese rey. Se detuvo en el umbral de la puerta, se fijó en todo por un momento, luego giró sobre sus talones y retrocedió. ¿Y ahora que?
Empezó a subir los escalones hacia el monasterio propiamente dicho, pero se quedó a mitad de camino. Probablemente sea el único camino hacia la paz, pensó, mirando al bosque. Tratando de no pensar en la suciedad, las grietas, y en el hecho de que algo pudiera gotear sobre su cabeza, se dirigió hacia el bosque.
No quería ir demasiado lejos, ya que quién sabía lo que podía haber allí. Finalmente eligió un tocón sin mucho musgo y se acomodó en su regazo con los demás materiales escondidos en su mochila. Todavía podía oír a los fervorosos discutiendo abajo, pero estaban muy lejanos. Abrió su libro, con la intención conseguir hacer algo hoy, finalmente. Leyó.
Wimma [?] se alejó del Brillante Señor Sterling [?], posando su mano segura en su pecho y bajando la mirada de su precioso pelo. Tal afecto para deleitar a su desagradable mente no podía seguramente satisfacerla durante mucho tiempo, como si sus intenciones hubiesen sido en algún momento fantasiosas delicias para entretener sus horas tranquilas, ahora parecían manifestarse como una absoluta impudicia y una gran debilidad de carácter.
—¡¿Qué?!—, exclamó Alista, leyendo. —¡No, muchacha tonta! Finalmente ha manifestado su afecto por ti! ¡No te atrevas a alejarte ahora!
¿Cómo podía aceptar esta justificación desenfrenada de sus antiguos deseos? ¿No debería optar por la elección más prudente, como defendía la voluntad de su tío? El Brillante Señor Vatam tenía una dotación de tierras por la gracia del Alto Príncipe, y tendría medios para proporcionarle mucho más allá de las satisfacciones disponibles para un simple oficial, sin importar cuán bien considerado o qué caprichos habían adornado su temperamento, su apariencia y su trato amable.
Alista jadeó.
—¿El Brillante Señor Vatam ? ¡Pequeña puta! ¿Te has olvidado de cómo encerró a tu padre?
"Wimma", entonó el Brillante Señor Sterling, "parece que he juzgado mal tus atenciones. Me encuentro hundido profundamente en una avergonzante locura. Marcharé lejos a las Llanuras Quebradas, y no volverás a sufrir el tormento de mi presencia. "
Se inclinó entonces, una verdadero inclinación de caballero, poseedora de todo el verdadero refinamiento y deferencia. Era una súplica más allá de lo que incluso un monarca podía exigir, y en ella Wimma comprobó la verdadera naturaleza de la consideración del Brillante Señor Sterling. Sencillo, pero apasionado. Respetuoso de hecho. Y fue un movimiento que le dio gran contexto a su avance anterior, que ahora apareció como una desviación justa a una armadura segura. Una ventana de nobleza completa, más que un modelo de avaricia. Mientras él levantaba el pestillo de la puerta para emprender el éxodo de su vida, Wimma se llenó de una incomparable vergüenza y anhelo, que se retorcían juntos como dos hilos que serpenteaban en un telar para construir un gran tapiz de deseo.
"¡Espera!" gritó Wimma, "Querido Sterling, aguarda mis palabras!"
—¡Eso es, tormentas!—, murmuró Alista. Se inclinó más hacia el libro, pasando la página.
El decoro parecía ahora una cosa vana para ella, perdido en ese mar que era su necesidad de sentir el tacto de Sterling. Se lanzó hacia él, y presionó su brazo con su mano segura, que luego se levantó para acariciar su robusta mandíbula.
Hacía calor en el bosque. Prácticamente sofocante. Alista se llevó la mano a los labios y leyó con los ojos muy abiertos. Se estremeció.
Quizá todavía podría encontrar la ventana a través de esa armadura escultural, y podría encontrar una herida similar dentro de sí misma para presionar contra la suya y ofrecer un paso profundo hacia dentro de su alma. Si solo...
—¿Alista?,— preguntó una voz.
—¡Siii! —dijo ella, levantándose, cerrando el libro, y girándose hacia el sonido. —Oh, uhm, fervoroso Gurv [?].
El joven fervoroso de Siln era un hombre alto y desagradable, y ruidoso a veces. Excepto, aparentemente, cuando se internaba de forma furtiva en busca de sus compañeros en el bosque. Realmente debería sentirse avergonzada por eso.
—¿Qué es lo que estabas estudiando?,— preguntó.
—Obras importantes,— dijo Alista. Luego se sentó sobre el libro. —Nada con que debas preocuparte. ¿Qué es lo que quieres?
—Uh...—. Miró hacia abajo, a su cartapacio. —¿Fuiste la última en revisar las transcripciones de la colección de Bedthel [?] del Canto del Alba? ¿La versión antigua? Sólo quería comprobar tu progreso.
El Canto del Alba, claro. Habían estado trabajando en eso antes de que llegara la tormenta y todo el mundo se distrajo. La vieja Navani Kholin en Alethkar había encontrado de alguna manera una clave para la traducción. Su historia sobre las visiones era seguramente un disparate: la familia Kholin era conocida por su política opaca. Pero la clave era auténtica, dejándolos trabajar lentamente sobre lo que el viejo texto había significado una vez.
Empezó a hurgar en su cartapacio. Encontró tres códices mohosos y un fajo de papeles, este último era el trabajo que había hecho hasta ahora. De forma molesta, se sentó en el suelo junto a su tocón, cogiendo los papeles mientras se los ofrecía. Puso su cartapacio sobre su regazo y comenzó a leer.
—¡Increíble! —, dijo unos instantes después. —Has progresado mucho más que yo.
—Todo el mundo está demasiado ocupado preocupándose por esa tormenta.
—Bueno, amenaza con acabar con la civilización tal y como la conocemos.
—Una reacción exagerada. Todo el mundo reacciona siempre exageradamente a cada pequeña ráfaga de viento.
—Eso es fácil de decir, escondida en las montañas de este modo.— Miró las páginas. —¿Qué es esta sección? ¿Por qué le prestas tanta atención al origen de las piezas encontradas? Fokuson [?] concluyó que todos estos libros se habían difundido desde una ubicación central, por lo que no hay nada que aprender sobre dónde terminaron .
—Fokuson era un lame culos, no un erudito—, dijo Alista. —Mira, hay una prueba sencilla de que el mismo sistema de escritura fue usado una vez en todo Roshar. Tengo referencias en Makabakam, Sela Tales, Alethela. No sólo la diáspora del texto, sino evidencia real de que escribieron de forma natural en el canto del alba.
—¿Crees que todos hablaban el mismo idioma?
—Difícilmente. Pero las reliquias [?] de Jasnah Kholin no afirman que todos hablaban el mismo idioma. Sólo que lo escribían. Es una tontería suponer que todos usaron el mismo idioma a través de cientos de años y decenas de naciones. Tiene más sentido que existiera un lenguaje escrito codificado, un lenguaje de erudición temprana, tal como encontrarías ahora en muchos escritos en Alethi incluso si el escriba fuera originalmente Veden.
—¡Ah!, —dijo, —Y luego una Desolación golpea...
Alista asintió, mostrándole otra página más de su montón de notas.
—Este lenguaje intermedio extraño es donde la gente comenzó a usar la escritura del canto del alba para transcribir fonéticamente su idioma. No funcionó tan bien. —Giró dos páginas más.  —Después de la siguiente Desolación tenemos que surge el alfabeto proto-Vorin  y un siglo después el de Thaylen. Siempre nos hemos preguntado qué pasó con el canto del alba. Bueno, parece claro ahora que perdieron el conocimiento de la escritura del canto del alba porque por los días de la Regeneración ya se había convertido en un lenguaje muerto durante milenios. Era fácil olvidarlo porque no lo hablaban, como no lo habían hecho en generaciones.
—¡Brillante! —dijo Gurv. En realidad, no era tan malo para ser un Siln. —Todo esto a causa de los delirios de un loco. —Sacó una hoja de su propio papel de su cartera. —Hemos estado traduciendo lo que hemos podido. Creo que estamos cerca de descifrar esta cosa. Si lo que has estado haciendo aquí es correcto, eso es porque el Khovat [?] no es verdadero canto del alba sino una transcripción fonética de otro idioma antiguo .
Echó un vistazo a un lado y luego inclinó la cabeza. ¿La estaba mirando ...? Oh, no, era sólo el libro, en el que todavía estaba sentada.
La Responsabilidad de la Virtud, —gruñó. —¡Buen libro!
—¿Lo has leído?
—Siento afición por las épicas Alethi, —dijo distraídamente, hojeando sus páginas. —En realidad debería haber elegido a Vatam, Sterling era un adulador en una jaula.
—¡Sterling es un oficial noble y honrado! — Ella entrecerró los ojos. —Y tú sólo intentas librarte de mi, fervoroso Gurv.
—Tal vez.— Miró a través de sus páginas, estudiando un diagrama que había hecho de varias gramáticas del canto del alba. —Tengo una copia de la secuela.
—¡¿Hay una secuela ?!
—Sobre su hermana.
—¿La tímida?
—Es elevada a la atención cortesana, y tiene que elegir entre un fornido oficial de la marina, un banquero thayleño, y el Sagaz del rey.
—¿Tres hombres?
—La secuelas siempre tienen que ser más grandes —dijo, y luego le ofreció la pila de páginas. —Te la presto.
—¿Por qué?
—Por ayudarme en la traducción de una sección particularmente obstinada de Canto del Alba. Tengo un patrón que tiene plazos muy estrictos para su entrega.


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