lunes, 23 de agosto de 2021

Reseña: Yo soy el río, de T. E. Grau

SINOPSIS: Durante los cruentos días de la Guerra de Vietnam, el soldado Israel Broussard es asignado a una misión secreta que le llevará a traspasar las líneas enemigas a fin de atacar al ejército norvietnamita con un arma pocas veces utilizada: el terror. Broussard acabará atrapado en una pesadilla de la que se ve incapaz de escapar, rememorando una y otra vez desde entonces lo sucedido aquella noche en Laos.
Cinco años después, asaltado por las pesadillas, las alucinaciones y el insomnio, perdido en los barrios menos deseables de Bangkok, se verá obligado a regresar a la selva para tratar de recuperar la vida que allí perdió. Un surreal viaje que ahonda en los traumas de la psique y del alma de aquellos que perdieron el alma y parte de su cordura en lo más profundo de la jungla.


RESEÑA: “Antes de que el hombre existiera, la guerra ya lo esperaba. El oficio supremo a la espera de su supremo artífice.” Con una de las frases más memorables y poderosas del sombrío Meridiano de sangre de Cormac McCarthy se abre la puerta de Yo soy el río, la novela de T. E. Grau con la que fue finalista de los premios Bram Stoker en 2018. Y es que la novela debut del autor norteamericano es una siniestra y enloquecedora exploración de los horrores de la guerra, plasmada en la mente enferma y rota de un superviviente que todavía arrastra una pesada carga a sus espaldas por culpa de lo que tuvo que hacer durante el conflicto bélico.
Grau nos pone en la incómoda piel de Israel Broussard, un soldado que durante la guerra de Vietnam es asignado a un pelotón de castigo que tendrá que cruzar las líneas para llevar a cabo una misión de la que apenas le cuentan nada. Años después, malviviendo en los bajos fondos de Bangkok, lo ocurrido aquellos días todavía lo persigue, haciendo que tanto su cordura como su vida estén riesgo cada minuto de su existencia. Buscando ayuda para seguir adelante, tendrá que regresar al lugar donde todo se inició para tratar de pagar su deuda con el pasado y la guerra. 
Me quieren muerto seres que no creerías que existen.”
Con un inicio que en mi opinión juega en contra de la novela, porque se convierte en una confusa mezcla de pasado y presente, de realidad y pesadillas, Grau nos meten en la perturbada mente del ex-soldado Broussard. Y sin duda el autor norteamericano es capaz de transmitirnos el alto grado de inestabilidad y desquiciamiento de su protagonista, enloquecido y aterrorizado por la experiencia que tuvo que vivir en la selva de Laos en una misión secreta. Algo que todavía lo persigue y que aguarda, como un sabueso paciente, para arrastrarlo de vuelta al infierno de la guerra. Todo ello nos llega con esa delirante narración que confunde al tiempo que perturba.
Alternando los capítulos ambientados en el pasado y los que ocurren en el presente, Grau irá montando su historia para desvelarnos la experiencia que Broussard vivió junto con un puñado de soldados, en una misión secreta y al margen de todo control oficial, que tenía la intención de acabar con la resistencia de los norvietnamitas. Una ‘Operación Algernon’ que buscaba explotar los miedos y pesadillas del enemigo para hacerlos vulnerables, pero que convertirá a los soldados implicados en los mayores damnificados del experimento bélico.
No quiero ver el otro par de ojos que se cierne sobre mí, esos que me han estado vigilando entre la neblina desde aquella mañana en los límites de la jungla, cuando aquellas dos cavidades se abrieron por primera vez y me encontraron como un recién nacido ciego que se acerca al pecho de su madre. Me han seguido desde entonces. Acompañándome por el día, rastreándome durante la noche.”
Grau construye una narración sobre las consecuencias de la guerra, mostrándonos las profundas heridas que dejan los conflictos en las mentes y los cuerpos de los que las luchan, pero también en las poblaciones y los países que los sufren. El horror que se apodera de todos es un monstruo terrible, que apresa en sus fauces a los supervivientes para no soltarlos durante el resto de sus vidas. La culpa y el horror son los compañeros infatigables de Broussard durante toda la novela, que en un momento dado confiesa al lector que “tenía miedo de morir. El temor a matar era aún mayor.”
Con la selva como grandioso y amenazante telón de fondo, una bestia informe que se traga hombres y vidas, Grau juega con los referentes del lector que no tarda en encontrar los paralelismo evidentes en su historia con obras como El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad o Los sauces de Algernon Blackwood; pero también hay sitio para la denuncia sin tapujos de los horrores de la guerra de Vietnam trayéndonos a la mente lo visto en películas tan memorables como Apocalypse Now o Platoon.
No obstante, a pesar de la oscuridad que envuelve la obra de Grau este aboga por la redención y el optimismo, mostrándonos que siempre existe una salida incluso para el horror más terrible imaginable. Un resquicio de esperanza que no se alcanza de forma fácil, ya que hay que plantar cara a aquello de lo que se huye para poder seguir adelante. Todo con una trama donde el brutal realismo de la guerra y la siniestra amenaza sobrenatural, onírica, se dan la mano para construir un extraño mosaico de terror cargado de locura.
Aquí fuera somos los seres humanos que se suponía que debíamos ser. Vagando por la tierra, luchando, matándonos unos a otros para sobrevivir. Eso es libertad, hermanos. Esa es la libertad de la época de las cavernas que dejamos atrás y que hemos estado tratando de encontrar desde entonces.

EN CONCLUSIÓN: T. E. Grau nos mete en el oscuro corazón de las tinieblas de la guerra con Yo soy el río, una enloquecedora recreación de cómo un hombre que ha sobrevivido a conflicto no es capaz de liberarse de la carga de dolor, culpa y horror que lo persigue. Con un inicio en exceso confuso, que para mi gusto juega en contra de la historia, Grau consigue transmitirnos la psique trastornada, inestable y rota de un hombre perseguido por sus demonios. Una vida que se ha tornado pesadilla y que el autor irá desvelando intercalando los capítulos ambientados en el pasado con el terrible presente en el que malvive Broussard. Una historia sobre la neurosis de guerra y las pesadillas que pueblan una mente atormentada por lo que hizo en la guerra, y donde recuerdos, ensoñaciones y realidad se mezclan para construir un oscuro tapiz de culpa. Una novela corta que apuesta por la redención y la esperanza hacia las víctimas de todo conflicto bélico, pero que deja con la sensación de que puede que le sobren algunas páginas y que con una narración más directa podría haberla hecho más poderosa de cara al lector.

VALORACIÓN

FICHA
Yo soy el río
T. E. Grau
Dilatando Mentes
Traducción de José Ángel de Dios
Tapa blanda con solapas, 282 páginas
18,95 euros 

2 comentarios:

  1. Daniel, pequeña errata: "Alternando los capítulos en el paso (pasado) y los que ocurren en el presente"

    Muchas gracias por la reseña.

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    1. Ups, siempre se cuela alguna. Lo arreglo ahora mismo 😉 Gracias por pasarte a leerla

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