domingo, 22 de septiembre de 2013

Mapas de lugares que nunca existieron (1): la Tierra Media


J. R. R. Tolkien.

Si existe algo que todos los aficionados a la literatura fantástica encontramos siempre tremendamente interesante es un mapa. Se podría llegar a decir que la cartografía de un lugar inventado es uno de los requisitos indispensables de la fantasía moderna posterior a Tolkien y Robert Howard. Un mapa siempre hace que la imaginación del lector vuele libre, que recorramos su geografía de montañas afiladas, ríos interminables, ciudades ciclópeas y florestas impenetrables aún antes de haber pasado la primera página de la novela en cuestión. Los mapas son una gran ayuda para sumergirse en el mundo inventado y darle sensación de autenticidad, para ayudar al narrador a hacer desaparecer parte de la incredulidad del lector ante lo que nos van a contar.
El mismo J. R. R. Tolkien era consciente de ello y dedicó muchas horas de trabajo a la confección de mapas precisos para sus historias y para que las descripciones geográficas que nos brindan tanto los personajes como el narrador tuvieran un apoyo incontestable desde puntos de vista no estrictamente literarios. Aunque el escritor inglés reconocía en una de sus cartas (número 144 de las editadas por Humphrey Carpenter) que el trabajo había sido a la inversa, primero el mapa, luego la historia: "Atinadamente empecé con un mapa, e hice que la historia encajara en él (por lo general con un escrupuloso cuidado de las distancias). El otro modo de proceder en relación con los mapas está lleno de confusión e imposibilidades; de cualquier modo, resulta fatigoso componer un mapa a partir de una historia..."
Las 'Tierras Salvajes'.
A pesar del gran esfuerzo que les dedicaba, Tolkien reconocía su escasa habilidad con la materia cartográfica (el mismo afirmó que sus mapas eran “menos elegantes” que los que realizó su hijo). Aun así disfrutaba al dejar vagar su pluma dibujando accidentes geográficos, así como observando el trabajo resultante. Muchos de los personajes de sus novelas gozan de este mismo sentimiento hacia la cartografía y las descripciones geográficas plasmadas en planos. Por ejemplo, ya en El Hobbit nos enteramos de que a Bilbo Bolsón "le encantaban los mapas, y en el vestíbulo colgaba uno enorme del País Redondo con todos sus caminos favoritos marcados en tinta roja".
Mapa de Thror.
La historia de El Hobbit, a pesar de su brevedad y al hecho de que puede ser entendida perfectamente sin necesidad de ningún mapa, incluye de hecho dos que realizó el propio Tolkien. Uno es de las Tierras Salvajes, el primer nombre que tuvo la Tierra Media en la narrativa publicada de Tolkien, y que solo sirve para seguir el recorrido final de la aventura de Bilbo Bolsón, Gandalf y los trece enanos. El otro es mucho más interesante porque es una “copia” del mapa de Thror que en la historia utilizan los enanos para poder entrar en Erebor sin que el dragón Smaug se entere. El mapa en sí es bastante simple y esquemático pero Tolkien aprovechó para incluir grafías rúnicas que nadie puede entender, pero que no obstante ayudan a sumergir al lector en un mundo que parece tener sus propios idiomas. Un elemento más para suprimir la noción de incredulidad.
La Comarca.
En El Señor de los Anillos, debido a su mayor extensión (tanto temática como en número de páginas), la cartografía también sufrió un incremento proporcional. Pero afortunadamente para el profesor Tolkien entonces contaba con la ayuda de su hijo mayor, Christopher, que fue el encargado de copiar y pasar a limpio las decenas de mapas que había esbozado de forma bastante tosca el escritor durante la redacción de su magna obra. Así pues la trilogía cuenta con un gran mapa que muestra todas las tierras del oeste, la Tierra Media en toda su extensión, de la que el anterior mapa de las “tierras salvajes” solo es menos de una cuarta parte. Muchos de los lugares que aparecen reflejados en el mapa principal nunca son mencionados en el transcurso de la narración, pero aun así ayudan a crear la impresión de estar ante una historia real (algo que siempre envuelve a la Tierra Media durante todo El Señor de los Anillos) y a afianzar la sensación de profundidad que tanto apreciaba Tolkien.
Rohan, Gondor y Mordor.
Pero además hay varios mapas más detallados de otros lugares donde transcurre gran parte de la acción, como uno de la Comarca de los hobbits en el que podemos observar de un solo vistazo decenas de nombres de lugares y accidentes geográficos que apenas tienen importancia en la narración, o un mapa de Rohan, Gondor y Mordor lleno de curvas de nivel y distancias exactas por el que podemos seguir a la perfección los últimos tramos de la odisea de los miembros de la Comunidad del Anillos.
Comparando este último mapa con el mapa de Thror de El Hobbit podemos observar la evolución de la propia narrativa de Tolkien: de una historia con apenas medio centenar de personajes y lugares pasó a una historia épica, con casi mil localizaciones y multitud de personajes principales. En definitiva, Tolkien logró que los mapas de la Tierra Media que acompañan El Hobbit y El Señor de los Anillos no fueran una simple ‘guía de viaje’ de los héroes sino un elemento mucho más importante al ayudar a afianzar la sensación de profundidad de su mundo imaginario haciéndolo mucho más real para millones de lectores de todo el mundo.

3 comentarios:

  1. Ángeles Pavía Mañes31 de julio de 2016, 18:38

    Échale el ojo al mapa de Ridia, de las novelas de Virginia Pérez de la Puente y verás el trabajo de un artista alicantino impresionante.

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  2. Y luego esta el dato mas impactante, que si tu juntas el mapa del Silmarillion con el de El Señor de los Anillos... Encajan perfectamente (si obviamos el final del Quenta Silmarillion y como influye en la geografia)

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