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martes, 18 de octubre de 2022

La casa del dragón 1x09: El consejo verde

La primera temporada de La casa del dragón se acerca a su conclusión y la muerte del pacífico y conciliador rey Viserys ha hecho saltar por los aires una situación que ya era más que volátil. El cambio de monarca en los Siete Reinos va a marcar el inicio de las hostilidades abiertas entre los bandos de los verdes y los negros, los fieles a Alicent y los seguidores de Rhaenyra. Esta semana la acción se ha centrado en los primeros para mostrarnos como la desaparición de Viserys es rápidamente aprovechada por los que detentan o ansían el poder para favorecer sus posiciones. Son los primeros compases de una guerra que ya nos deja sus primeras bajas, donde (como no podía ser de otra forma) son los peones y los más humildes los primeros en caer. Lamentablemente, no serán los únicos.


Este noveno episodio lleva por título ‘El consejo verde’ y su acción se ha restringido precisamente a las personas que lo conforman. Quedándonos en Desembarco del Rey hemos sido testigos de cómo Alicent y Otto Hightower han tratado de usar el poder para darle forma a lo que cada uno considera que es lo justo o lo necesario. Y es que aunque ambos están decididos a convertir a Aegon en el heredero de Viserys, cada uno de ellos actúa guiado por motivaciones muy diferentes. Mientras la reina viuda se mueve convencida de estar llevando a cabo el último deseo del moribundo Viserys (podemos decir que es una persona honrada que guiada por una confusión terrible), la Mano del rey solo quiere asegurar el poder para él, su casa y sus herederos (un ambicioso descarado que ya había tomado las medidas necesarias antes incluso de la muerte del rey).

El tira y afloja en la relación entre Alicent y su padre Otto, que ha tenido sus altibajos durante toda la temporada, alcanza aquí su punto de mayor tensión. Con una hija que actúa de buena fe y una Mano del rey dispuesta a mantenerse en el poder al precio que sea, el choque de voluntades arrastra a los demás en sus estela y nos deja las primeras víctimas de la Danza de los dragones. El complot para colocar a Aegon en el Trono de Hierro se convierte así en una carrera contrarreloj para encontrar a un heredero más dispuesto siempre a perderse en sus actividades poco edificantes que a prestar atención a sus posibles responsabilidades.

Y es que este noveno capítulo sigue cimentando las personalidades de los Targaryen más jóvenes, que serán piezas claves en el drama que se avecina en los Siete Reinos. Aegon nos deja nuevas y evidentes muestras de su poca aptitud para el cargo que le va a tocar desempeñar: un chico disoluto que solo busca su propia satisfacción, sin importar el dolor y la muerte que deje a su paso.  Su coronación nos deja un primer atisbo de que probar de cerca las mieles de la adoración y el poder no va a hacer ningún bien a un hombre cuya moralidad y honradez deja mucho que desear. Que no haya querido ni buscado nunca ese poder no le servirá de disculpa cuando los Siete Reinos lo sufran en sus carnes.

Los otros dos hermanos del nuevo rey nos ofrecen perspectivas diferentes, que enriquecen las personalidades y las figuras de ambos. Porque en el dispuesto y decidido Aemond vemos un reflejo casi perfecto de su descarado tío Daemon: ese segundón siempre postergado, que se siente llamado a ser más importante y al que la atracción del Trono de Hierro le llama con fuerza. A pesar de ello, Aemond el Tuerto todavía se mantiene en un calculador segundo plano, respaldando el ascenso al trono de Aegon II. Veremos cuanto tiempo puede soportar la situación. 


En cambio Helaena sigue siendo esa figura apocada pero misteriosa, dotada del don de la visión del futuro al que todavía nadie parece haber prestado atención. Castigada con esta maldición de Cassandra seguro que seguirá dando mucho juego a los guionistas y nos servirá de llamada de atención a los espectadores para estar pendiente de las perlas que salgan de su boca.

Mientras tanto, el poder obliga a elegir y no deja lugar al término medio. El juramento de lealtad a Rhaenyra, reconociéndola como heredera legítima, hace que los primeros nobles tengan que hincar la rodilla para desdecirse… o elegir la cárcel o la muerte por mantenerse fieles a la palabra dada la fallecido Viserys. Las primeras ejecuciones han manchado de sangre Desembarco del Rey, pues el consejo verde dirigido por Otto Hightower está dispuesto a asegurar la posición de Aegon II de la forma más brutal y decidida.

Frente a este comportamiento desalmado llama la atención que la única figura capaz de plantarle cara sea alguien salido del fango del Lecho de pulgas. Esa Mysaria, el Gusano blanco que poco a poco ha ido tendiendo su red de informadores, es capaz de mirar cara a cara a la Mano del rey para exigirle una justicia social que nadie más parece defender (y que dudamos que el engreído Otto vaya a buscar). Su comportamiento destaca especialmente entre la ralea de crueles señores que pisotean sin miramientos al pueblo llano (tenemos un ejemplo más que evidente en el mismo final del episodio), alejándose del personaje creado en Fuego y sangre pero creando una nueva Mysaria que se gana rápidamente el aprecio y el interés del público. 

Una última pieza clave en todo lo que ha ocurrido en este episodio lo tenemos en Rhaenys, esa Targaryen que pudo ser reina y en cuyas manos Alicent pone el destino de los Siete Reinos. Su rechazo a respaldar a Aegon la convierte en prisionera de lujo… aunque no por mucho tiempo ya que las dudas sobre la situación han empezado a consumir a la propia Guardia Real. Si al comienzo del episodio veíamos renunciar al mismísimo Lord Comandante (una nueva digresión respecto a lo narrado en Fuego y sangre que habrá que ver por qué caminos nos lleva), los hermanos gemelos ser Arryk y ser Erryk Cargill también acaban eligiendo bandos opuestos, separando sus lealtades.

Y es que el último de ellos libera a Rhaenys, que por casualidad acaba convertida en testigo de excepción de la coronación de Aegon II. También le permite recuperar a su poderosa montura, la temible Meleys, con la que vuelve a tener el destino de los Siete Reinos en sus manos. De un plumazo (o mejor dicho, de una ráfaga de fuego) podría haber borrado de la existencia a Aegon, Alicent y todo el consejo verde, poniendo fin a cualquier oposición a  la coronación de Rhaenyra. Pero ha elegido mostrarse compasiva, dejándolos a todos con vida y librándose de la siniestra reputación de “mataparientes” para en su lugar volar con las nuevas de la “traición” hasta Rocadragón.

Decía que Rhaenys ha mostrado compasión. Al menos se ha mostrado compasiva con los poderosos, porque de nuevo las víctimas colaterales han sido los humildes. Al surgir de las entrañas del Pozo Dragón, Rhaenys ha hecho evidente el desprecio absoluto que la mayoría de los grandes señores muestra por las vidas de la gente normal y corriente, ese populacho de Desembarco del rey que había acudido a la coronación de un nuevo rey y han acabado convertidos en mártires de las luchas de los poderosos. El pueblo de los Siete Reinos ha recibido así un primer y duro golpe, de una forma tan brutal como inesperada, lo que sin duda les servirá de aviso para lo que les aguarda.


El penúltimo episodio de la temporada nos ha dejado el ascenso de un nuevo rey y el choque entre los dos que los han cimentado: la reina Alicent y su padre Otto, la Mano. Movidos por razones diferentes ambos han obligado a los Siete Reinos a elegir, sembrando la separación en el propio consejo, en la Guardia Real y finalmente entre los señores. El precio lo han pagado con su vida los que se han mostrado contrarios y los desprevenidos ciudadanos que han aclamado a un Aegon II cuyas aptitudes como monarca son más que cuestionables. Todo ello nos deja una metáfora bien evidente de lo que les aguarda a todos los habitantes de Poniente, una vez que la sucesión de Viserys ha tomado un rumbo diferente al que quería el fenecido rey. Ahora nos aguarda ya la gran conclusión de la primera temporada de La casa del dragón, en ese último episodio donde veremos como las noticias de Desembarco del rey llegan hasta Rhaenyra y sus fieles. Los dragones van a desplegar sus mortales alas sobre los Siete Reinos.

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