Campanas de boda han sonado en los Siete Reinos, y lo que debería haber sido una ocasión para la alegría y el goce ha acabado en tragedia y sangre. Vaya sorpresa, ¿verdad? Y es que la situación se complica cada vez más en La casa del dragón, con dos bandos separados por un abismo cada vez más insalvable, y donde la caída de la Mano del rey solo ha servido para ahondar en las heridas que están gangrenando la relación de Rhaenyra y Alicent. Al final, la tensión creciente ha hecho estallar la violencia de forma brutal para empezar a regar de sangre Poniente. Un pequeño anticipo de lo que aguarda a un reino que ya parece partido irremediablemente en dos.
Todo ello nos llega en este ‘Iluminamos el camino’ que nos ofrece un capítulo cargado de muerte y sangre, desarrollado con una tensión e intensidad creciente, que se inicia con un asesinato traicionero y se despide con un rey agonizante. Un arranque que nos presenta por fin a Rhea Royce, la esposa del canalla Daemon, cuyo breve paso por la pantalla ha servido para demostrar que en la serie de HBO el príncipe dragón es retratado de una forma todavía más cruel, oscura y retorcida de cómo lo imagina George R. R. Martin en su Fuego y sangre. Aquí se nos presenta capaz de un asesinato cobarde con tal de limpiarse el camino para tratar de conseguir optar a la mano de su sobrina Rhaenyra, aunque al final no haya sido capaz de impedir el bodorrio (y eso a pesar de la gran química que existe entre los personajes de tío y sobrina, como vuelve a demostrar la potente escena entre ambos en pleno baile nupcial).
Y es que el hilo principal de este capítulo gira en torno a la boda de Rhaenyra y Laenor Velaryon. Un compromiso que ha servido para unir de nuevo a las casas Targaryen y Velaryon, a pesar de la tensión inicial en el recibimiento de Viserys algo que el rey ha acabado solventado. Todavía más rápido ha solucionado Rhaenyra las reticencias de Laenor a su inesperado compromiso, dejándole bien claro que ambos solo tienen que cumplir de cara al reino pero que sus vidas privadas no tienen porque cambiar.
Lo que si ha estallado finalmente por los aires ha sido la relación entre Rhaenyra y su caballero blanco. Ya sabíamos que Ser Criston es demasiado noble para arrastrar la mancha de unos votos rotos, así que ha tratado de solucionarlo tratando de convertir a Rhaenyra en su esposa. Lo que ha recibido en cambio ha sido una dura ración de realidad, con la princesa demostrándole que su única lealtad es para preservar el legado de su casa y ascender al Trono de Hierro. Una dura ruptura cuyas consecuencias serán todavía mucho más dolorosas y sangrientas en el futuro por venir, como ha empezado ya ha demostrar el desenlace de este mismo episodio.
Mientras tanto la fastuosa celebración en Desembarco del Rey ha servido para que HBO haga una nueva demostración del gran trabajo realizado para convertir en real los Siete Reinos. Localización, ambientación, vestuario y atrezo brillan de una manera espectacular en pantalla, con un nivel de detalle y cuidado que ojalá veamos en muchas más producciones fantásticas. Y todo ello para dejarnos un banquete a la altura de la heredera del Trono de Hierro, con multitud de invitados y centenares de platos, en una ocasión para el festejo que ha acabo tornándose en trágico desastre. Todo ello en un tramo final que va desarrollándose con una magistral tensión creciente, una intensidad que hace presagiar que algo terrible va a ocurrir.
Mientras tanto la fastuosa celebración en Desembarco del Rey ha servido para que HBO haga una nueva demostración del gran trabajo realizado para convertir en real los Siete Reinos. Localización, ambientación, vestuario y atrezo brillan de una manera espectacular en pantalla, con un nivel de detalle y cuidado que ojalá veamos en muchas más producciones fantásticas. Y todo ello para dejarnos un banquete a la altura de la heredera del Trono de Hierro, con multitud de invitados y centenares de platos, en una ocasión para el festejo que ha acabo tornándose en trágico desastre. Todo ello en un tramo final que va desarrollándose con una magistral tensión creciente, una intensidad que hace presagiar que algo terrible va a ocurrir.
Al inicio del episodio, la partida de Otto Hightower había servido para mostrarle a Alicent el único camino que tiene ante ella, el que ya había elegido su padre ahora caído en desgracia. Aegon debe convertirse en el único heredero de Viserys, porque Rhaenyra no puede permitir que nadie se interponga en su camino y acabará con sus rivales con el filo de la espada. Un juego de desconfianzas mutuas (Otto y Daemon, Alicent y Rhaenyra) que será el culpable de que todo salte por los aires, para desgracia de los Siete Reinos. Esta nueva seguridad en la reina, junto con la revelación de la mentira de Rhaenyra (con dos escenas gloriosas: el interesado soplo del tullido Larys Strong y la trágicamente cómica escena del torpe interrogatorio de Alicent y la más torpe confesión del atribulado Ser Criston) marcan ya el cambio de rumbo final de la reina Alicent.
Todo ello es mostrado ante todos los Siete Reinos con la calculada aparición en pleno banquete real, luciendo ese color verde en su vestido que la serie se ha encargado de convertir en un mensaje todavía más bélico. Los bandos enfrentados de los verdes y los negros ya han recibido su bautizo oficial, aunque haya sido de manera ligeramente diferente a como la habíamos leído.
La serie de HBO ya había dejado claro que apuesta por una adaptación en su mayor parte muy fiel al texto original de Fuego y sangre, pero también tiene sitio para tomarse las libertades que crea necesaria para desarrollar sus tramas. Y este nuevo capítulo es nueva una muestra de esto, usado para reforzar y darle más tensión a la escena de la boda real, creando un potente tramo final donde todos notamos que se está mascando la tragedia.
Porque sin duda es todo un acierto que el gran momento de Alicent Hightower luciendo su vestido verde sea introducido en la celebración boda real (en lugar de una mera celebración más con ocurre en Fuego y sangre), lo que da mucho mayor peso y relevancia a su acto, a su posicionamiento frente a Rhaenyra. Asimismo la muerte de Joffrey Lonmouth también ha sido aprovechada para aumentar la tensión de la celebración, añadiendo además una carga de ominosa advertencia para todo el reino: la violencia puede estallar cuando menos lo esperen, brutal y despiadada, en medio de la más "civilizada" de la sociedades.
Es también un pequeño cambio frente a la palabra escrita de George R. R. Martin, ya que mientras que en Fuego y sangre su deceso se produce durante el torneo de la boda, en un combate que se acaba volviendo mortal, aquí todo se ha desatado en mitad de un baile. La descarada confesión de Joffrey ha sido demasiado para Ser Criston, que se ha mostrado mucho más violento y expeditivo de lo que ninguno hubiéramos esperado jamás. Una brutal situación que parece que se explicará como un intento de asesinato por parte de Joffrey, pero que consigue sorprender al televidente (y al lector), en una escena caótica y cargada de tensión, que además va a servir para marcar el cambio de bando del caballero de la capa blanca.
El ecuador de La casa del dragón nos ha llevado de boda para hacer saltar por los aires la alegría de los Siete Reinos. Un desenlace que nos despide con un nuevo matrimonio real mientras la vida de Viserys parece cada vez más cerca de su final. Con grandes aciertos y pequeños cambios, la primera temporada marcha por muy buen rumbo, incrementando de forma paulatina y muy bien calculada la tensión creciente entre sus personajes, mostrados todos ellos de una forma muy humana que los aleja de simples blancos y negros en sus acciones (con la salvedad, quizá, de Daemon, el más perjudicado en su represanteción). La princesa Targaryen y la reina Hightower se han convertido ya en figuras contrapuestas del tablero de juego, mientras a su alrededor se sitúan las distintas piezas que parecen ansiosas de acaparar su propia cuota de poder a costa de la desgracia de sus enemigos. La tragedia de la guerra civil se cierne cada vez más oscura sobre el Trono de Hierro y nosotros seremos testigos de excepción en lo que está por venir.
COMPARTIR en
Ya mencioné en otro episodio el borrado de cualquier tipo de humanidad que se le está haciendo a Daemon, tú mismo lo indicas en este texto. Pero es que, además, la relación que tiene con Rhaenyra se banaliza enormemente; parece que salieron una vez de "pendoneo" y ya, cuando en el libro se dice que estaban bastante tiempo juntos, y no todo dedicado a asuntos lascivos (paseos a pie, caballo o dragón, lectura conjunta, etc.), se llevaban bastante bien.
ResponderEliminarY con Criston pasa algo similar, nunca llegó a romper sus votos a pesar de la insistencia de Rhaenyra, sí que él le pidió huir para estar juntos, y lo que hace en el banquete..., en la serie lo pintan como alguien débil de moral y fácil de ceder a la violencia gratuita.
Parece que en esta serie se quieren deshacer de exponer el gris de los personajes que tan humanos los hacía parecer en Juego de Tronos. No sé, igual es que el "grimdark" es poderoso en mí ;-)
Que yo recuerde, lo de Criston Cole no es exactamente así. En el libro se dan a lo largo de la historia 3 versiones: Mellos, Eustace y Champiñón (de hecho, es una de las cosas que más me gustan de cómo está narrada la historia, que no hay una sola versión oficial). Según Eustace, Ser Criston le pidió a Rhaenyra que se fuera con ella a Essos, quien lo rechazó. Según Champiñón, fue Rhaenyra la que intentó beneficiarse al caballero, que la rechazó. Pero no hay una sola versión; te puedes "creer" la que quieras. En la serie han optado por hacer una mezcla de las dos, y la han llevado un punto más allá.
EliminarCon lo que dices de Daemon estoy totalmente de acuerdo: en la serie lo están pintando mucho más cabronazo que en el libro.
Es cierto que hay varias versiones, pero en ninguna Criston llega a romper sus votos.
Eliminar