Tras el final de la guerra de los Peldaños de Piedra y la reafirmación de Rhaenyra como legítima heredara, se podría suponer que los ánimos se iban a calmar un poco. Pero ya sabemos todos que en los Siete Reinos la paz nunca dura demasiado y el nuevo episodio de La casa del dragón, a pesar de avanzar a un ritmo pausado y bien calculado, ha logrado dinamitar la situación imperante en la corte de Desembarco del Rey. Un excelente ejemplo de que no hacen falta grandiosas batallas o 'fuegos artificiales' visuales para mantener en tensión al espectador, sino personajes fascinantes que lo atrapen por sus interacciones y su complejo juego de relaciones e intereses.
1x03: El segundo de su nombre
Todo eso nos ofrece este cuarto episodio, que lleva por título ‘Rey del Mar Angosto’ y que nos presenta a un victorioso y autocoronado Daemon que regresa a la corte de Desembarco del Rey. En apariencia para comportarse como un humilde y obsequioso hermano menor, dispuesto a retomar el cariño del rey Viserys. Pero por supuesto, esto acabará demostrando ser una mera fachada para un objetivo más ambicioso: el acceso al Trono de Hierro.
Porque el futuro de Rhaenyra como reina de los Siete Reinos cada vez depende más de los aliados que pueda encontrar, y su posible matrimonio es la mejor baza para ganarse un apoyo fuerte. Algo que el rey Viserys comprende, por lo que ha despachado a su hija para que acuda a diversos rincones del reino donde la joven acaba aburrida por la avalancha de candidatos a su mano, de todo tipo y condición. (A destacar una vez la banalización de la violencia en los Siete Reinos de HBO, como ya ocurrió en el sangriento torneo del primer episodio, y en la facilidad con la que los nobles están dispuestos a destriparse en este capítulo. Todo ello nos es narrado en un segundo plano que logra darle todavía más patetismo y trivialidad al acto).
El hatajo de pretendientes cansa rápido a Rhaenyra que regresa a Desembarco sin compromiso pero para encontrarse de nuevo con Daemon. La alegría por el retorno del hermano de Viserys, con una elegante celebración en la corte de los Targaryen, acaba teniendo un reflejo mucho más popular y con menos fasto (pero mucho más interesante) en los barrios más deprimidos de la capital.
Tal y como se nos narra en Fuego y sangre, vemos como Daemon se lleva a su sobrina disfrazada de zagal para recorrer los bajos fondo de Desembarco del Rey. Un descenso a la vida nocturna de la urbe donde los dos Targaryen se aprovechan del anonimato para palpar el ambiente y lo que piensa el pueblo llano. Todo ello, por cierto, muy favorable a los intereses de Daemon, ya que al hacer notar a Rhaenyra lo frágil de su posición podría servir para que la joven buscara la alianza que el matrimonio con su tío podría ofrecerle.
Como lector de Fuego y sangre no me resisto a mencionar los sutiles guiños a la obra de George R. R. Martin de este primer tramo del episodio, donde se nos dejan caer atisbos del futuro de los personajes: desde ese Daemon ante el arciano sagrado a esa Rhaenyra a la que se le ofrece conocer como morirá (puro oro ese plano que nos otorga la respuesta).
En cualquier caso, ambos personajes concluyen su noche de fiesta en un lupanar, donde en pleno desenfreno tío y sobrina nos ofrecen un primer adelanto de la pasión por el incesto de los Targaryen. No obstante, todo se queda en un mero juego de Daemon, que deja abandonada a una Rhaenyra que acabará en los brazos de su leal ser Criston. Un momento clave no solo para los personajes, sino para el destino de todos los Siete Reinos, y que demuestra que en esta nueva serie HBO ha apostado por un uso más medido y elegante de las escenas sexuales.
Como ya he comentado en anteriores análisis, en La casa del dragón se desvanece toda posibilidad de dejar entre brumas o en dudas lo que ocurre entre sus protagonistas. Así mientras Fuego y sangre nos ofrece versiones contrapuestas de cómo perdió su virginidad Rhaenyra, sobre el papel de Daemon o sobre la fidelidad a sus votos de Ser Criston, en cambio en la serie de HBO somos testigos directos para juzgar por nosotros mismo. Solo el resto de personajes (como nos manifiestan los actos de Viserys o Alicent) quedan envueltos en las dudas de la versión que llega a sus oídos, por lo que sus actos y decisiones quedan totalmente mediatizados por ello.
Y es que la escapada nocturna de Daemon y Rhaenyra no pasa desapercibida y, gracias a la ayuda de la antigua amante del príncipe dragón, la información llega hasta la Mano del Rey. Un Otto Hightower que no ha tardado en hacérselo saber a Viserys, causando precisamente lo contrario de lo que buscaba. Cierto que, como ya mencionaba en el análisis del capítulo previo, la relación entre el rey y su Mano había empezado a resentirse, pero el ambicioso señor ha acabado por despertar la furia del rey, algo que la propia Rhaenyra se ha encargado de dirigir en el sentido más beneficioso para ella. Y es que aunque ha tenido que comprometerse con Laenor, el heredero de Corlys Velaryion, a cambio la joven ha conseguido librarse por fin de Otto Hightower, que había acabado por convertirse en todo un estorbo a su posición como heredera.
No ha sido el único damnificado por la furia del rey dragón, ya que los posibles planes de Daemon de conseguir la mano de su sobrina han acabado arruinados. Más aún: Viserys ha perdido la paciencia con su hermano y lo obliga a partir de inmediato hacia al Valle de Arryn para reunirse con su esposa (a la que, por cierto, se ha mencionado en repetidas ocasiones pero todavía no hemos ni atisbado).
El cuarto capítulo de La casa del dragón ha visto el final de la inocencia sexual de Rhaenyra, el exilio de la corte de Daemon y la caída de la Mano. Todo ello en un episodio en apariencia pausado y sin grandes escenas de acción, pero cuyo peso es sin duda vital para el desarrollo de esta primera temporada. Girando en torno a Rhaenyra, Daemon y Otto Hightower, los tres ejes principales de un complejo juego de alianzas y ambiciones, la situación ha cambiado de forma radical el equilibrio de poderes existente en la corte. El pacífico retorno de Daemon, que se nos ha mostrado más calculador que nunca, ha acabado por hacer saltar por los aires sus propias ambiciones y la posición de la Mano del Rey. Y aunque Rhaenyra y Alicent mantenían todavía una relación bastante agradable y cercana, parece claro que los sucesos de este capítulo acabarán por dinamitar su amistad. El futuro se muestra en cambio favorable para la casa Velaryon, que con un ventajoso matrimonio en lontananza volverán al primer plano del poder en los Siete Reinos. Estamos a punto de alcanzar el ecuador de la primera temporada, y no cabe duda de que La casa del dragón todavía guarda muchas sorpresas para sus personajes que sin duda vamos a disfrutar mucho.
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