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viernes, 8 de noviembre de 2019

Reseña: Las crisálidas, de John Wyndham

SINOPSIS: BENDITA SEA LA NORMA. EN LA PUREZA ESTÁ NUESTRA SALVACIÓN. ¡CUIDADO CON LOS MUTANTES! Después de la Tribulación, una catástrofe apocalíptica que da lugar a mutaciones genéticas, las desviaciones de la norma son consideradas Blasfemias. Los animales y plantas que no tengan un aspecto normal son eliminados, y los humanos son expulsados a los Márgenes. Nadie sospecha en su aldea que David y Rosalind también son mutantes, pero a medida que se hacen mayores cada vez les resulta más difícil ocultar su propia aberración y se ven obligados a huir a las Malas Tierras para no ser descubiertos.


RESEÑA: El británico John Wyndham es uno de los grandes nombres de la ciencia ficción del siglo pasado gracias a novelas tan célebres como El día de los trífidos o El kraken despierta. Si en esas obras exploraba el temor a ser invadidos (bien sea por especies de origen extraterrestre, bien por seres desconocidos de nuestro propio mundo) en Las crisálidas ahonda en otro de los grandes temores de la época que le toco vivir. Y es que si algo caracterizó la Guerra Fría fue el miedo a un conflicto nuclear catastrófico que acabara para siempre con la civilización.
Publicada originalmente en 1955, Las crisálidas es una novela corta que nos traslada a un extraño mundo que se mueve entre la distopía y la fantasía. El protagonista de la obra es el joven David Strorm, un chico que parece vivir una existencia tranquila en una apacible e idílica comunidad campestre. Sin embargo, conforme crece David empieza a ser consciente del terrible mundo que le rodea, donde los seres vivos son observados al detalle para asegurarse de que no albergan ninguna ofensa a Dios. Porque en Waknuk y sus alrededores se sigue a rajatabla textos como La Biblia o Los Arrepentimientos de Nicholson, que advierten con dureza en contra del peligro que suponen para la humanidad las ‘Ofensas’ y las ‘Blasfemias’. O dicho de otra manera, toda aquella planta, animal o persona con malformaciones o deformidades que lo apartan de lo considerado normal y bueno.
Narrada en primera persona y, en sus primeros tramos, desde el punto vista casi infantil de su joven protagonista, seremos testigos de cómo David va descubriendo los entresijos de su duro mundo. Su padre Joseph es un integrista radical obsesionado con el cumplimiento a rajatabla de la ley divina, y nada escapa a su dura vara de medir, ni sus vecinos ni su familia. Su única válvula de escape se encuentra en compañía de su amiga Sophie, su prima Rosalind y el resto de sus amigos, con los que vaga por un paisaje bucólico que en realidad esconde terribles horrores.
Su inteligencia y la información que le irá aportando su tío Axel (el único que ha viajado lo suficiente como parece tener una mente más abierta) hará que empiece a plantearse todo lo que ve a su alrededor. Especialmente, cuando empieza a ser consciente de que puede haber algo especial en él mismo que lo ponga en peligro, y que haría que todos sus parientes y vecinos lo cazaran como una alimaña peligrosa.
Wyndham juega con habilidad con lo que sabemos de este mundo, que por momentos se nos muestra como un idílico edén campestre y en otros como un oasis ultracontrolado poblado de integristas religiosos.  Y mucho más allá de la (supuestamente) apacible tierra de David y sus vecinos se hallan lugares tan misteriosos como los Márgenes y las Malas Tierras, refugio de los descartados y los exiliados. Allí los bandidos y los horrores mutantes campan a sus anchas, pero es también el último refugio para los desesperados y los que ansían escapar el mundo ultacontrolado y ultraconservador de Waknuk.
Y a lo largo de la novela, nos moveremos de aparentemente apacible corazón de Waknuk y sus alrededores hasta el corazón de estas tierras sin ley, mientras se nos desvelan poco a pocos fragmentos de información para entender mejor lo que ha ocurrido en este mundo. David y sus amigos deberán tomar la decisión de si mantenerse ocultos entre los suyos, disfrazando su verdadera naturaleza, o romper todos los lazos con su comunidad para poder vivir libremente, sin miedos. Una odisea que los enfrentará a la naturaleza salvaje, poblada de los temibles mutantes surgidos de la Tribulación, pero también con la peor cara de la naturaleza humana, más implacable y despiadada que las propias fuerzas naturales.
Las crisálidas es un viaje a un mundo dominado por el pensamiento más dogmático y radical, donde los seres humanos no pueden romper ciertas reglas genéticas para no ser excluidos (o directamente eliminados) de la sociedad. Wyndham nos presenta este futuro desolador y desolado a través de los ojos de un niño, que conforme madura empieza a ser consciente de las cadenas que constriñen tanto su vida diaria como su forma de pensar o comportarse. El descubrimiento de un don especial le servirá para unirlo a otros con su mismo destino, y a emprender juntos una odisea en pos de la libertad. Una distopía que reflexiona sobre el poder, la religión, la diferencia, o el control de la sociedad y de las formas de pensar, y como solo arriesgarse a romper con estas barreras (mentales o sociales) es la única manera de ser verdaderamente libres.


VALORACIÓN

FICHA
Las crisálidas
John Wyndham
Runas
Traducción de Catalina Martínez Muñoz
Tapa blanda con solapas, 208 páginas
18 euros

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