—Capitán —dijo Varandas—, has dirigido ejércitos, has visto campos de batalla. En tu pasado conociste las privaciones, los brutales juegos de la necesidad. Ganaste un trono, sólo para huir de él. Te levantaste triunfante sobre una montaña de cadáveres, sólo para arrodillarte rendido al siguiente amanecer. Perdiste todo en la victoria, y en la derrota ganaste tu libertad. De todos los que se unirían al Embozado, no te esperaba a ti.
—Vieja Varandas, es en esa misma maldición (mi pasado más marcial) donde se esconde la respuesta. Para el guerrero, la guerra es la bebida del borracho. Anhelamos que no termine nunca, buscando el entumecimiento de los horrores del pasado, pero cada vez el camino a seguir nos susurra sobre el paraíso. Pero ningún soldado es tan ciego como para creerlo. Es la insensibilidad lo que buscamos, la inmunidad a toda depravación, toda crueldad. La única pureza del paraíso al que podríamos marchar es la intemporalidad que promete. —Sacudió la cabeza.— Cuidado con las lujuriosas ambiciones de los viejos guerreros, es nuestra sed la que crea la política, y beberemos del caos una y otra vez.
Fall of Light (Trilogía de Kharkanas 2), Steven Erikson.
(Traducción propia)
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