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miércoles, 5 de agosto de 2015

Citas célebres (57)

Los miembros del Puente Cuatro guardaron silencio. Kaladin dejó de atender un instante al hombre confuso y herido y los miró.
—Kaladin —dijo Roca—. Sabes cómo nos han tratado las otras cuadrillas.
—No me importa —dijo Kaladin.
—No nos queda dinero —dijo Drehy—. Incluso estirando nuestros ingresos, apenas alcanza para las vendas necesarias a los nuestros.
—No me importa.
—Si cuidamos a los heridos de otras cuadrillas —insistió Drehy, sacudiendo la rubia cabeza—, tendremos que darles de comer, atenderlos...
—Encontraré un modo.
—Yo... —empezó a decir Roca.
—¡La tormenta os lleve! —exclamó Kaladin, poniéndose en pie. Extendió la mano para abarcar la meseta. Los cuerpos de los hombres de los puentes yacían esparcidos, ignorados—. ¡Mirad eso! ¿Quién se preocupa por ellos? Sadeas, no. Ni sus compañeros de cuadrilla. Dudo que incluso los Heraldos mismos les dediquen un pensamiento.
»No me quedaré aquí viendo hombres morir a mi espalda. ¡Tenemos que ser mejores que eso! No podemos apartar la mirada como los ojos claros, fingiendo que no vemos. Este hombre es uno de nosotros. Igual que lo era Dunny. Los ojos claros hablan de honor. Farfullan bravatas huecas sobre su nobleza. Bien, yo solo he conocido a una persona en mi vida que fuera un auténtico hombre de honor. Era un cirujano que ayudaba a cualquiera, incluso a aquellos que lo odiaban. Especialmente a aquellos que lo odiaban. Bien, vamos a enseñarle a Gaz, y a Sadeas, Hashal y cualquier otro necio inflado que sea capaz de mirar, lo que ese hombre me enseñó a mí. ¡Ahora poneos a trabajar y dejad de quejaros!

Las Llanuras Quebradas (fuente).

El camino de los reyes, de Brandon Sanderson.

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