-¿Esto es lo que queda de tu pelotón, sargento? ¿Dos merodeadores del desierto y una recluta sanguinaria?
-Me quedan siete -respondió sin la menor inflexión en la voz.
-¿Y esta mañana?
-Quince.
Algo va mal aquí.
-Mejor que la mayoría -comentó, pues sentía la necesidad de decir algo. Luego maldijo para sus adentros, al ver que una súbita palidez se extendía por el rostro del sargento-. Aun así -añadió-, estoy convencida de que todos los que perdiste se emplearon bien.
-Muy bien, al menos a la hora de morirse -dijo.
Los jardines de la luna (Malaz 1), de Steven Erikson.
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