La trilogía de Nacidos de la Bruma es uno de los ejemplos más claros de la creatividad y originalidad del gran escritor que es Brandon Sanderson. En los tres libros que forman la saga (El Imperio Final, El Pozo de la Ascensión y El Héroe de las Eras) el norteamericano despliega sus mejores bazas para crea una historia inolvidable: un mundo original de cenizas y brumas, un espectacular sistema mágico totalmente lógico y organizado, avasalladoras escenas de acción perfectamente descritas y una narración llena de giros de guión que encajan como piezas de un puzle.
La trilogía es una de las lecturas más recomendables de la nueva fantasía épica, y que gana en profundidad con las relecturas, ya que permiten captar la multitud de detalles que Sanderson deja sembrados a lo largo de la narración para demostrar al lector que tiene los cabos muy bien atados. Un buen ejemplo de ello son las citas al inicio de cada capítulo.
En los tres libros, Brandon Sanderson abre sus capítulos con pequeños estractos de relatos más antiguos que tienen mucho que ver la creación del Imperio Final y la Ascensión del Lord Legislador. En el primer volumen de la trilogía nos hace creer que los fragmentos que estamos leyendo proceden del cuaderno de viaje del propio Lord Legislador en su viaje al Pozo de la Ascensión, un libro robado por la alomántica Vin en una incursión en Kredik Shaw, el palacio-fortaleza del propio Lord Legislador. Sin embargo, los que habéis leído las novelas recordaréis que el libro tiene una gran importancia en la trama porque le permite descubrir a la joven 'Nacida de la bruma' que el Lord Legislador no es quién escribió el relato, sino uno de los porteadores terrisanos que acompañan el Héroe de las Eras... y que al final lo asesinará para ocupar su lugar. Un giro de guión muy conseguido, marca de la casa Sanderson.
Los estractos del diario aparecen desordenados pero aquí os los dejó reestructurados en lo que parece un orden de lectura más lógico, y que permite fijarse en algunos de los detalles de lo que ocurrió mil años antes de que comience El Imperio Final.
DIARIO DE ALENDI
A veces me preocupa no ser el héroe que todo el mundo cree que soy.
Los filósofos me aseguran que éste es el momento, que los signos se han cumplido. Pero yo me sigo preguntando si no tienen al hombre equivocado. Tanta gente depende de mi... Dicen que tengo en mis manos el futuro del mundo entero.
¿Qué pensarían si supieran que su paladín, el Héroe de las Eras, su salvador, dudó de si mismo? Tal vez no se sorprenderían en absoluto. En cierto modo, eso es lo que más me preocupa. Tal vez, en el fondo de sus corazones, dudan, igual que dudo yo.
Cuando me ven, ¿ven a un mentiroso?
A otros hombres les preocupa si serán recordados o no. Yo no siento esos temores; incluso descartando las profecías de Terris, he traído tal caos, conflicto y esperanza a este mundo que hay pocas posibilidades de que sea olvidado.
Me preocupa lo que dirán de mí. Los historiadores pueden hacer con el pasado lo que quieran. Dentro de mil años, ¿seré recordado como el hombre que protegió la humanidad de un poderoso mal? ¿O seré recordado como un tirano que arrogantemente trató de convertirse en leyenda?
Muchos creen que mi viaje comenzó en Khlennium, esa gran ciudad de maravillas. Olvidan que yo no era rey cuando comenzó mi misión. Nada de eso.
Creo que los hombres harían bien recordando que esta tarea no la iniciaron emperadores, sacerdotes, profetas ni generales. No comenzó en Khlennium ni en Kordel, ni vino de las grandes naciones del este o del feroz imperio del oeste.
Comenzó en un pueblo pequeño y sin importancia cuyo nombre no significará nada para vosotros. Comenzó con un joven, hijo de un herrero, que no destacaba en nada... excepto, quizás, en su habilidad para meterse en lios.
Comenzó conmigo.